Las emociones, una relación de convivencia y aprendizaje

Mariana Edith Rodríguez Lugo participó en las Charlas de Educación para la Salud

Desde que nacemos y a lo largo de toda nuestra vida, los seres humanos tenemos emociones que condicionan nuestro sentir y muchas veces nuestro actuar; por ello, equilibrarlas y aprender a vivir con ellas es fundamental para mantener una adecuada salud mental, afirmó la psicóloga y doctora en tanatología Mariana Edith Rodríguez Lugo, académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina.

Cada emoción que sentimos tiene una doble función, por ejemplo, el amor es un vínculo de sobrevivencia que nos apasiona y nos mantiene vivos para el mantenimiento de la especie, cuidando de una persona, grupo, cosa o idea; pero a la vez nos puede obsesionar y hacer que dependamos de algo o alguien para ser feliz.

La tristeza nos lleva a la reintegración, la valoración, el aprendizaje y a pedir ayuda; pero al mismo tiempo implica una autocrítica destructiva, donde solamente vemos los aspectos desfavorables de una situación y puede alejarnos de las personas, explicó la experta.

El enojo, por su parte, es una autodefensa que nos lleva a tomar decisiones y a proteger a nuestros seres queridos; pero también nos conduce a la impulsividad, a ser violentos, frustrarnos, lastimar a los demás y arrepentirnos, dijo.

Rodríguez Lugo participó con la plática Emociones y Salud Mental en las Charlas de Educación para la Salud, organizadas y presentadas en línea por el Programa Universitario de Estudios de la Ciudad (PUEC).

Ante Javier Delgado Campos, titular del PUEC quien fungió como moderador, la especialista señaló que cuando tenemos alegría sentimos una sensación de bienestar, nos liberamos de tensiones, somos agradables a los ojos de otros, sociables, se reduce la posibilidad de agresión, somos proclives a la reproducción de la especie, además de que potencializamos el aprendizaje. Pero a la vez no medimos los riesgos, estamos distraídos y podemos ser poco empáticos y acceder al consumo de sustancias tóxicas.

En tanto, cuando tenemos la emoción del miedo nos podemos sentir paralizados y catastrofistas, nos preocupamos en exceso, vemos lo peor, escapamos y sobrepensamos las cosas. Pero a la par, nos protegemos, nos salvaguardamos para sobrevivir, estamos alerta y prevenimos riesgos.

Formas de regular

Rodríguez Lugo comentó que existen varias formas de regular las emociones: aprender a nombrarlas, identificar el nivel de intensidad, ubicar las experiencias fisiológicas que ocasionan, aceptar y no huir de las emociones, evitar la experiencia de vivirlas así como no intentar suprimir la emoción.

Entre los factores que dificultan la regulación emocional, la especialista citó a la biología (que ocasiona ciertas reacciones físicas asociadas a emociones), un estado de ánimo prolongado, la sobrecarga emocional, la falta de habilidades para moderarlas y la saturación de sentimientos, pensamientos y sensaciones que derivan en agotamiento mental y físico.

“Se debe buscar ayuda profesional cuando una emoción es tan intensa que nos impide hacer una vida positiva y valiosa”, aseveró.

Rodríguez Lugo refirió que la salud mental, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es “un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar en forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

Afín a esta definición, la experta recomendó a las personas identificar áreas valiosas de su vida como la salud, las relaciones interpersonales, el área de disfrute y diversión y el campo laboral, educativo o profesional.

Entre sus conclusiones, Rodríguez Lugo expresó que aún con emociones desagradables podemos actuar como queremos ser en nuestra vida. “Es importante aprender a no pelearse con las emociones para tener una salud mental, pues a veces la intensidad de las emociones nos dificulta ver las cosas relevantes”.

Expresó que una emoción fuerte y constante puede desencadenar un trastorno de ansiedad o depresión, y sugirió en esos casos buscar ayuda profesional.

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