Las trágicas circunstancias de la muerte de John Lennon

Un hilo de acontecimientos encadenados marcó el fin de su prolífica vida

Si John Lennon no hubiera vivido con Yoko Ono y Sean, el pequeño hijo de ambos, en el edificio Dakota, que se levanta en el número 1 de la calle 72, frente a Central Park, en Nueva York (y donde, por cierto, transcurre la trama de la película El bebé de Rosemary, filmada por Roman Polanski en 1968)…

Si un sujeto que responde al nombre de Mark David Chapman no hubiera leído la novela El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, y ésta no lo hubiera obsesionado tanto como para querer moldear su vida a imagen y semejanza de lo que Holden Caulfield –su protagonista– pensaba y hacía…

Si el sábado 6 de diciembre de 1980, Mark David Chapman no hubiera viajado a Nueva York desde Honolulu, Hawái, donde vivía, y no se hubiera hospedado primero en la YMCA local y después en el Hotel Sheraton…

8 de diciembre

Si en la mañana del lunes 8 de diciembre de ese mismo año, Mark David Chapman no hubiera ido a comprar un ejemplar de El guardián entre el centeno y, en la parte interior de la tapa del libro, escrito la frase: “Ésta es mi declaración”…

Si ese lunes, hacia las 17 horas, en compañía de Yoko Ono, John Lennon no hubiera salido de su departamento con la intención de dirigirse, a bordo de una limusina, al Record Plant Studio y grabar la canción Walking on thin ice

Si Mark David Chapman no hubiera estado esperando a John Lennon afuera del Dakota con una copia de su recién publicado álbum Double fantasy en una mano… Si John Lennon no se hubiera detenido frente a Mark David Chapman y no le hubiera autografiado la copia de dicho álbum y preguntado amablemente: “¿Es todo lo que quieres?”…

Si hacia las 22:50 horas, en compañía de Yoko Ono, John Lennon no hubiera regresado y no se hubiera bajado de la limusina y encaminado despreocupadamente a la entrada del Dakota…

Si Mark David Chapman no hubiera permanecido en ese lugar, sacado un revólver calibre .38 de uno de los bolsillos de su pantalón y apuntado a John Lennon…

Si Mark David Chapman no hubiera accionado el gatillo de su arma y cuatro balas no hubieran impactado en la espalda y el hombro izquierdo de John Lennon…

Si Mark David Chapman no se hubiera quedado ahí y puesto a leer su ejemplar de El guardián entre el centeno con calma, como si aguardara el arribo del próximo vagón del Metro…

Si dos de los policías que llegaron casi de inmediato no hubieran metido a John Lennon en la parte posterior de su patrulla y no lo hubieran trasladado rápidamente al St. Luke’s-Roosevelt Hospital Center…

En fin, si John Lennon no hubiera muerto hacia las 23:15 horas de aquel día fatídico, el 9 de octubre de 2020 habría cumplido 80 años de vida –¡ochenta! –, y de seguro aún seguiría componiendo e interpretando nuevas y magníficas rolas, y nosotros, sus fans, las escucharíamos felices, y el mundo no le lloraría como le llora cada 8 de diciembre, y la humanidad no cargaría sobre sus hombros un asesinato tan absurdo y estúpido.

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