Celebra cinco décadas la licenciatura en Investigación Biomédica Básica

Ha formado juventudes críticas, entusiastas, enfocadas, rápidas en su aprendizaje y ambiciosas en sus metas: María Soledad Funes Argüello

Foto: Francisco Parra.

A lo largo de cinco décadas, la licenciatura en Investigación Biomédica Básica (LIBB) ha formado juventudes críticas, entusiastas, enfocadas, rápidas en su aprendizaje y ambiciosas en sus metas, con pasión por el conocimiento y capacidad para cuestionar lo establecido, consideró María Soledad Funes Argüello, coordinadora de la Investigación Científica.

Durante la celebración por el 50 aniversario de la LIBB, la también investigadora destacó que los egresados de esta licenciatura se han convertido en líderes en sus campos, desarrollando investigaciones que han contribuido a esclarecer el funcionamiento celular, los procesos genéticos, el impacto de las enfermedades y abrir caminos para innovaciones en tratamientos y prevención.

Ante académicos, estudiantes y personal reunido en el Auditorio Alfonso Escobar Izquierdo, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO), Funes Argüello señaló que “el impacto de las contribuciones de todas y todos nuestros egresados no sólo se refleja en publicaciones científicas, sino también en el bienestar de la sociedad, en la formación de nuevas generaciones de científicos y en una comunidad que valora y apoya la investigación como un pilar para el desarrollo”.

María Imelda López Villaseñor, directora del IIBO, recordó que la LIBB nació como un proyecto académico de licenciatura, maestría y doctorado en Investigación Biomédica Básica en la entonces Unidad Académica de los Ciclos Profesional y de Posgrado (UACPyP) del Colegio de Ciencias y Humanidades, y fue aprobado en 1973, para dar inicio a las clases en 1974 con el rector Guillermo Soberón Acevedo.

La parte más ambiciosa de la LIBB, explicó, ha sido el introducir desde temprano a los alumnos de biomedicina en el trabajo activo de investigación científica, a través de rotaciones anuales en diferentes laboratorios bajo la supervisión de investigadores.

Recordó que hacia 1997, con la desaparición de la UACPyP, la carrera fue acogida por la Facultad de Medicina (FM) y su administración está bajo la responsabilidad del IIBO; el Instituto de Fisiología Celular (IFC) se integró también como entidad sede, estrechando y fortaleciendo los vínculos entre las entidades académicas participantes.

Al respecto, Ana Carolina Sepúlveda Vildósola, directora de la Facultad de Medicina, comentó que gracias al sistema de rotaciones la LIBB es pionera en este tipo de enseñanza tutorial y personalizada que ha servido como el ejemplo para el diseño de planes académicos de otras licenciaturas.

Sepúlveda Vildósola comentó: “Ahora, a 50 años de la carrera, pido a todos los que intervenimos en ella que sigamos trabajando con ahínco por la superación académica de la misma, demostrando nuestro amor por la UNAM… Nuestros egresados tienen la meta de enfrentar los grandes retos del país, sintiendo así siempre el compromiso y orgullo de ser pumas”.

A su vez, Luis Bernardo Tovar y Romo, director del IFC y egresado de la LIBB, resaltó que “la investigación biomédica básica no se enfoca en encontrar soluciones inmediatas a los problemas de salud, sino en ampliar nuestro entendimiento de la vida misma, lo que requiere de profesionales con una visión sólida, con visión crítica y un alto compromiso con la ciencia y la sociedad”.

Tovar y Romo agregó: “La formación de científicos de alto nivel en México es clave para entender, diagnosticar y resolver problemas en áreas críticas como la salud. Los científicos formados en la nación poseen, además, una perspectiva social y cultural que les permite entender mejor los contextos y desafíos del país y son capaces de generar soluciones contextualizadas adecuadas para nuestra realidad”.

Finalmente, Juan Miranda Ríos, coordinador de la LIBB, mencionó que la ciencia es importante porque nos permite comprender mejor el mundo y sobrevivir a sus desafíos y la licenciatura ha promovido desde sus orígenes el pensamiento crítico de los estudiantes, quienes aprenden que los libros no contienen verdades inamovibles y que los artículos científicos revisan el conocimiento.

Miranda Ríos añadió que “aprender a hacer ciencia a una edad temprana, sin duda, es un camino complicado y lleno de obstáculos, pero nos hace sentir una gran satisfacción cuando los experimentos salen y tenemos resultados que se pueden interpretar. Durante la LIBB se nos infunde una mística basada en la investigación para resolver los grandes problemas de la nación por medio de la ciencia”.

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