Los feminismos del ayer dialogan con los feminismos de hoy

Entre los temas que se pondrán sobre la mesa estarán: ¿qué está pasando con los feminismos?, ¿cuál es su apuesta hoy y qué diferencia hay con las del ayer?, ¿qué estrategias se están usando y cuáles son las prioridades actuales?

Ha pasado el tiempo y, desafortunadamente, las premisas básicas del feminismo no han cambiado. Seguimos reclamando la despenalización del aborto y la igualdad no sólo jurídica, sino de derechos. Lo que sí se ha transformado es cómo se manifiestan los feminismos y sus estrategias, asegura Lucía Núñez, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.

Ello explica el por qué en este campo, incluso entre quienes parecen enarbolar una misma bandera, hay posturas encontradas y hasta antagónicas. “Uno de los ejemplos más claros se aprecia en lo tocante a la prostitución; casi todas coincidimos en que la explotación sexual es una forma de opresión, pero hay compañeras que sostienen que la mejor manera de evitarla es criminalizando a las trabajadoras sexuales y a sus clientes, mientras que hay quienes pensamos que lo punitivo no es la mejor opción”.

Para examinar ésta y otras complejidades el CIEG organizará la mesa Feminismos ayer y hoy, que tendrá lugar el 7 de marzo al mediodía, en el auditorio Mario de la Cueva de la Torre II de Humanidades, donde académicas que vienen analizando estos temas desde hace décadas, como Marta Lamas y Estela Serret, charlarán con feministas de una nueva generación como Lucía Ciccia, Amneris Chaparro, Gabriela González y la misma Núñez.

“Queremos alejarnos del formato tradicional donde una especialista llega con un ensayo escrito y sólo le da lectura; nuestra idea es hacer una serie de preguntas detonadoras y ver qué sale de ahí. Una de las limitantes del lenguaje académico es que éste tiende a quedarse en la academia; en este evento deseamos romper con dicha lógica”.

Entre los temas que se pondrán sobre la mesa estarán: ¿qué está pasando con los feminismos?, ¿cuál es su apuesta hoy y qué diferencia hay con las del ayer?, ¿qué estrategias se están usando y cuáles son las prioridades actuales?

Realizar estas dinámicas es interesante —subraya Lucía Núñez— porque implica poner en diálogo a mujeres con perspectivas marcadas por su tiempo, con académicas de otras generaciones. De ahí pueden surgir nuevas visiones sobre los problemas de siempre”.

Las trampas de la globalización

A decir de Lucía Núñez, una de las inquietudes entre quienes se dedican a este tipo de estudios es el de dilucidar si el feminismo ha pasado de ser un movimiento social a un fenómeno de masas, y en el fondo esta observación busca ser una crítica.

“No me atrevería a adelantar diagnósticos, pero es interesante ver a cada vez más mujeres haciendo presencia tanto en redes como en las calles. Espero que sea algo bueno, pero hay que ser cautos porque en el fondo este señalamiento sugiere que los movimientos sociales, al globalizarse y ser reconceptualizados por el neoliberalismo, pueden transformarse en un fenómeno de masas en el que muchas personas podrían asumirse feministas no por tener una conciencia de clase, sino porque está intentando mostrar tal militancia”.

Una de las manifestaciones de que esto podría estarse dando se observa cada que el mercado intenta utilizar el feminismo como una trampa de captura, plantea la investigadora.

“Es como si nos quisieran decir, ahora la onda es ser feminista, pero sin ir más allá. Sólo basta ver alguno de los promocionales desarrollados porSally Beauty para México en el que se muestra el prototipo de la belleza femenina: mujeres modernas, blancas y delgadas, es decir, que responden a prototipos de corporalidad a las que no todas pertenecemos. Así, al tiempo que se dicen conscientes te invitan a comprar en su casa de belleza para que seas feminista, pero una linda y maquillada que está en la onda”.

Y no es que la doctora Núñez rechace este tipo de publicidad, incluso hay alguna que le gusta, “por ejemplo, hay uno muy buena de la casa de tenis Nike de una mujer que corre sobre el toldo de los automóviles para escapar de un embotellamiento y que busca transmitir el mensaje de que las mujeres pueden, de que no son el sexo débil y que tienen los mismos derechos que los hombres”.

Sin embargo, señala la académica, hablamos de la misma compañía que ha sido señalada en diversas ocasiones de explotar a mujeres en sus fábricas, como hizo hace año y medio el periódico británico The Guardian al consignar el caso de cientos de trabajadoras camboyanas que colapsaron debido a que se les obligaba a trabajar en recintos donde la temperatura llegaba a los 37 grados centígrados y a quienes sólo se les paga un equivalente mensual que va de tres mil a cuatro mil 800 pesos mexicanos (esto último si se laboran horas extras), cuando se calcula que el monto mínimo para llevar una vida digna en esa nación asiática es de siete mil 700 pesos.

“Es un discurso desfasado. Por una parte, te venden la igualdad; por otra, abusan laboralmente de sus empleadas en los países periféricos subalternizados. Así funcionan los aparatos de captura del neoliberalismo y esto nos hace evidente que, aunque las grandes empresas retoman el discurso feminista, sólo lo hacen para vender”.

En evolución constante

Como feminista de una nueva generación, Lucía Núñez sabe que además de las movilizaciones en la calle cada vez es más importante el activismo en redes. “Un ejemplo reciente se dio al anunciarse un viernes la suspensión de la convocatoria de subsidios de refugio para mujeres por parte de la administración actual. De inmediato nos reunimos y empezamos a reaccionar desde internet. No sé si esto fue la clave, pero para el domingo la convocatoria fue reabierta”.

Para la académica, aunque hay muchos feminismos con estrategias diversas, todos coinciden en la necesidad de señalar los problemas, nombrarlos y de lograr cambios en las leyes. De esta manera conductas antes normalizadas han dejado de serlo, como el acoso, la violación entre cónyuges o el negar a las mujeres el derecho al voto.

Sin embargo, advierte Núñez, debemos evaluar nuestra situación en relación con las políticas que hemos impulsado y sus efectos para determinar si hay un progreso o si lo único que estamos haciendo es reafirmar las condiciones actuales de desigualdad.

“Un ejemplo claro es el de la paridad, la tenemos y eso es una victoria, pero si reflexionamos un poco el tener más representantes femeninos en el Congreso no ha redituado en beneficios sustanciales para las mujeres en plural, a eso me refiero”.

Por esta razón, la propuesta de Núñez es seguir con el diálogo y problematizar. “Seamos de la generación que sea, nuestra labor pensar y repensar qué tanto hemos avanzado y cuáles son los límites de esos avances, y si notamos algo extraño entonces debemos señalar ‘esto no es normal’”.

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