Los museos son organismos vivos y en mutación

Marie-Christine Labourdette inauguró el Encuentro Internacional Nombrar la Gestión Cultural Contemporánea

La especialista invitada por la Cátedra Inés Amor y el MUAC. Foto: Cátedra Inés Amor.

La definición de museo ha sido objeto de revisión en el siglo XXI, pero jamás como en la pandemia por la Covid-19. “La crisis nos hizo cuestionar todo: el modelo de museo, sus elementos constitutivos y sus usos”, señaló la presidenta del Establecimiento Público del Castillo de Fontainebleau, Francia, Marie-Christine Labourdette.

“El museo es un organismo vivo y en mutación”, señaló quien fue por 10 años directora de Museos de Francia, al inaugurar el Encuentro Internacional Nombrar la Gestión Cultural Contemporánea, organizado en línea por la Cátedra Internacional Inés Amor en Gestión Cultural y el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC).

Para ella, el museo no posee una definición permanente y protegida, pues es dinámico. “Estos espacios son una necesidad urgente. Pueden ser el cimiento de las naciones: son lugares que dicen y piensan con el mundo, donde se puede obtener una visión global de ayer a hoy y viceversa. En nuestra sociedad global, el museo es un útil diplomático, donde las culturas se conectan para favorecer la emergencia de relatos transhistóricos, intergeneracionales e interculturales”, explicó.

Durante su conferencia magistral Pensar nuevos modelos de gestión cultural y sus retos en el siglo XXI, la experta recordó que en 2019 el Consejo Internacional de Museos sostuvo grandes debates en torno a la definición de museo. “Y entre 135 países miembros ¡no logramos llegar a ella!”. Es así que permanece vigente la de 2007, que –dijo– es muy explícita: “Una institución permanente, no lucrativa, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente, con fines de educación, estudio y deleite”.

Pero no puede quedarse ahí: “La pandemia nos ha enseñado que el museo es diverso, múltiple”, destacó. Hoy más que nunca, estos recintos se revelan como lugares de encuentro que, a la vez que generan pensamiento crítico, dan un bien emocional al visitante.

Y es que la relación de la gente con estos espacios crea formas particulares del estar juntos: “uno va allí a encontrarse con otros que están haciendo lo mismo”; tomarse una pausa para mirar, sentir, experimentar el arte, fuera del bullicio tras la puerta. Son además espacios públicos que los visitantes llegan a sentir como propios, y que hay que fomentar que se los apropien, explicó. “El museo es una casa común”.

Es, además, la institución que tiene la mayor confianza de la gente en Francia: 84 por ciento del público encuestado así lo ha manifestado, destacó. “No sólo hay que hacer museos, sino también una cultura de ellos”.

Nueva realidad

Labourdette revisó las aproximaciones que tras la pandemia han surgido en torno a los cuatro pilares que sostienen la gestión museística, a saber: los edificios, las colecciones –que son el objeto de los museos pues son éstos los que las deben preservar, enriquecer, restaurar y presentar–, el discurso científico –que da hilo conductor y pertinencia a los objetos de las colecciones para entender su contexto, a la luz de las interrogantes actuales– y el público.

El público es la razón de ser de los museos, subrayó. Sólo por él se justifica su existencia. Es por ello que la visita se facilita con múltiples herramientas desarrolladas por expertos del discurso científico, como son audioguías y complementos digitales, entre otras. Pero durante el confinamiento los recintos se vaciaron y tuvieron que reinventarse en la red.

El uso del discurso digital no es ya un elemento complementario sino autónomo. “Nuevas colecciones virtuales buscan desmaterializar las obras”, ejemplificó. Esto y la producción de obras exprofeso para los espacios virtuales han transformado la manera de relacionarse con las colecciones y con el ente museístico.

“Un nuevo vocabulario de la gestión cultural se está construyendo en torno a nociones inéditas en el mundo cultural, como la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental”, destacó Labourdette, quien señaló que los inmuebles enfrentan desafíos importantes de cara a la situación ecológica mundial.

La decolonización de la mirada es parte importante de este nuevo vocabulario, que aborda también la justicia cultural y social; es decir, cómo hacer que quienes permanecen fuera del museo entren y la evolución de la manera en que se componen los equipos directivos de éstos.

Otros términos por revisar en este contexto son, además de la digitalidad, la inclusión, la apertura y la accesibilidad universal. La museo-terapia es otra de las acciones de apertura e inclusión de gran interés para nuevos sectores. “¿Qué mutaciones habrán de darse en el siglo XXI para la democratización de la cultura y de nuestras instituciones?”, la respuesta a esta pregunta está en elaboración. “Los usos del museo deben ser replanteados. Éste debe reconocerse como un actor de la sociedad; no es ya un lugar de saber solamente”, concluyó Labourdette.

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