La actividad física organizada en la modernidad

Luces y sombras de los sistemas sociales en el deporte de hoy día

Es un modo de representar el mundo que transmite valores: Juan Villoro; el universitario, complemento de la educación integral: David Pastor Vico

Fotos: Víctor Hugo Sánchez.

En el deporte organizado podemos ver las deficiencias y las virtudes de los sistemas sociales; hay luces y sombras, contrastes que expresan lo que somos, afirmó Juan Villoro, escritor, periodista e integrante de El Colegio Nacional.

David Pastor Vico, profesor de asesoría y tutoría pedagógica en la Dirección General del Deporte Universitario (DGDU) de la UNAM expresó: “Me gustaría que el deporte fuera una oportunidad, de las pocas que tenemos en la modernidad, de pasar tiempo con los demás, de encontrarnos en un espacio y de aprender valores unos de otros, sin necesidad de ponerlo en las redes sociales, porque si no acabamos en la frivolización”.

En la charla El Deporte en la Modernidad, organizada por la DGDU y la Dirección General de Divulgación de las Humanidades, Villoro expuso que el deporte es un ejercicio atlético, pero también un sistema de representación del mundo que nos permite transmitir valores, nos adiestra a aceptar la derrota y a entender los imponderables de la vida, como las decisiones de un árbitro.

Éste, abundó, también genera códigos de pertenencia, esenciales para transmitir afectos, valores y crear comunidades. “Cuando formas parte de un conjunto, tu desgracia es la de todos, y el mérito de un compañero es el tuyo”.

La idea de unir a la gente en un grupo solidario es esencial en el deporte, y al mismo tiempo, ser espectador, hincha, es muy significativo para formar parte de determinada tribu. El triunfo es emocionalmente tuyo. Ese código de pertenencia es importante y gratuito, desinteresado, explicó.

La expresión organizada, como la entendemos en la modernidad, depende mucho del público, mencionó Villoro. Ahora tenemos una época de estadios vacíos, donde la mayoría de los deportes son simulacros de sí mismos, porque no llegan a tener el mismo impacto, porque carecen de testigos y, sobre todo, de quienes, con su entusiasmo, participan de alguna manera en el juego.

Tal actividad, que concita la afición de muchas personas, agregó Villoro, se volvió atractiva para la economía, la política e, incluso, para la educación o la religión. “El deporte, en su conjunto, ha creado un conglomerado de intereses que no necesariamente tiene que ver con lo que ocurre en la cancha, pero que derivan de las pasiones que ahí se despiertan”.

Botín y rehén

Basta ver lo que ocurrió con la muerte de Maradona, “la devoción de las personas, el sentimentalismo o los tres días de luto nacional en Argentina, para entender el impacto que puede tener, por ejemplo, un futbolista que conectó de manera excepcional con la afición”.

Si el futbol y otras disciplinas incitan tanto interés y mueven tantos recursos, pueden ser botín y rehén de prácticas que no necesariamente son deportivas, reiteró quien también ha sido profesor en la Universidad Nacional. Ejemplo de ello son las auténticas tiranías de algunos jerarcas en esos ámbitos.

En los grandes días, dijo Juan Villoro, el deporte sirve para tener una balanza del mundo, donde puede ganar el mejor y se puede reconocer el esfuerzo del contrario. Es también, en muchos casos, una opción democrática de participación porque depende del atletismo, pero también de la disciplina mental y de la concentración, para sacar alguna ventaja a los adversarios.

“Y esta lección ética coincide con un mundo donde todo esto, que es tan noble, puede ser explotado en beneficio de consorcios, televisoras y políticos. Además, el futbol y el deporte en general han sido campo del dopaje, el machismo, la xenofobia o el nacionalismo”, enfatizó.

Vico, experto en ética de la comunicación y la transmisión de valores en el espacio educativo, recordó que las olimpiadas no fueron un fenómeno político de interés mundial hasta 1936, en Berlín, porque se convirtieron en un escaparate de la ideología y el poder de Hitler. Los alemanes comenzaron la industrialización del mundo del deporte.

Como fenómeno cultural en la modernidad, consideró, se pueden hacer tres divisiones del deporte: como industria que mueve miles de millones de dólares, la cual solemos consumir; el amateur y universitario que es complemento para la educación integral de los estudiantes; y el individual.

En cuanto al universitario, hablamos de valores deportivos, opinó; es el que se practica sin más fin que el de realizar alguna actividad, divertirse haciéndola y conseguir metas mediante una sana competitividad.

En tanto, el individual es el que hace cada quien. Empero, el elemento aislado suele ser acrítico, fácilmente manejable y manipulable; se trata de quienes se compran las zapatillas más caras por demostrar que tienen dinero.

Esa práctica es más pretenciosa que real, comentó Vico. “Puede tener ciertas características positivas, como que la persona tenga activación física o que su corazón funcione mejor, pero no aportará la carga que buscamos desde las humanidades, la del deporte como un elemento valioso para la convivencia”.

En el amateur, la ejercitación se hace con la idea de aprender de los demás, pasarla bien, encontrar valores como la competencia sana, el juego limpio, la solidaridad, etcétera; aquí “encontramos la confianza de unos con otros”, finalizó.

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