La UNAM, mediante Mujeres en Espiral: Sistema de Justicia, Perspectiva de Género y Pedagogías en Resistencia, apoya y capacita a madres en reclusión en el Centro Femenil de Readaptación Social (Cefereso) de Santa Martha Acatitla (SMA).
De acuerdo con el Informe sobre los centros de reclusión de baja capacidad 2018 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en México 10 mil 594 mujeres están en prisión, y hasta el 23 de marzo de 2018, en SMA había mil 269.
Ahí, casi 80 por ciento de las reclusas son madres, y en su mayoría jóvenes: “Están encerradas en promedio desde los 22 años de edad y hasta los 40 y tantos, justo en la edad reproductiva. Son madres cuando ingresan, durante la estancia y cuando salen”, resaltó Marisa Belausteguigoitia, académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) y titular del proyecto.
Con programas que tratan aspectos psicoafectivos, artísticos, pedagógicos y jurídicos, el proyecto universitario está integrado por académicas, pasantes y estudiantes que cada lunes visitan esa prisión con el objetivo de ayudar a las mujeres a organizarse en redes horizontales y establecer una micro sociedad constituida con autonomía y autoservicio, explicó.
“Es conmovedor ver las redes de maternidad que hacen. Si tienen niños pequeños con ellas, los integramos a los talleres o los cuidamos cuando van a los juzgados. Trabajamos con las mamás como portadoras de derechos, en su proceso de ciudadanización, en el disfrute y cuidado de su sexualidad, en el aprendizaje del uso de su tiempo y espacio, y en la formación de su pensamiento crítico y desarrollo artístico, no asistencialista.”
Cuando una mujer entra a la cárcel se empobrecen las familias porque pueden dejar de uno y hasta siete hijos afuera; las otras mujeres del núcleo se los reparten: la abuela, la tía, la prima, la vecina, pero la reclusa tiene un sufrimiento muy específico por esa separación, con una cantidad de estrés y ansiedad que no se puede dimensionar, afirmó a propósito del Día de la Madre, que se festeja mañana 10 de mayo.
Además, los empleos ahí dentro son muy mal pagados; por ello, el encierro debe verse con perspectiva de género, pues necesitan dinero para cuidar a sus hijos.
¿Quién visita a mamá?
En SMA, las reclusas son más visitadas por sus madres (con 56 por ciento) que por los hijos (6.6 por ciento). De estos últimos, acuden más las hijas que los varones, según la investigación “Encierros y fugas: una visión pedagógica de las maternidades en reclusión en el Cefereso-Santa Martha Acatitla”, trabajo recepcional de maestría en Pedagogía de Mayra Elizabeth Aguilar Enríquez, premiado en la más reciente edición del Concurso de Tesis en Género Sor Juana Inés de la Cruz, del Instituto Nacional de las Mujeres.
“Efectivamente, son las madres las que más ven a las mujeres (madres o no) en reclusión, y los hijos varones los que menos”, remarcó Patricia Piñones, del Programa Universitario de Derechos Humanos e integrante de Mujeres en Espiral.
“En ellas también surge la culpa y se llenan de cargas; de ahí la importancia de tener procesos que les permitan lidiar con la maternidad hacinada. Tienen que ser madres a distancia y enterarse, por medio de una llamada telefónica una vez al día o cada tercer día, de cómo están sus hijos”, finalizó.