Mapa de riesgos de Chagas: México, tercer país con más infectados

Como somos un país heterogéneo y biodiverso, se incluye a 32 insectos que podrían ser vectores y a más de 400 mamíferos factibles de ser huéspedes del parásito. El mapa considera también la situación geográfica y climática de diferentes zonas del territorio nacional

En el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM, la doctora Laura Rengifo Correa elabora un mapa de riesgos de la enfermedad de Chagas, infección que padecen unos ocho millones de personas en el mundo.

México está entre los tres países con mayor número de infectados por el parásito Trypanosoma cruzi, causante del también llamado mal de Chagas, letal cuando ya es crónico y en general desatendido en América Latina.

El mapa sobre la enfermedad de Chagas se elabora a partir del modelado de sistemas complejos y forma parte de un proyecto más grande sobre riesgos de enfermedades transmitidas por diversos vectores en México.

Como la enfermedad de Chagas se estudia y modela más allá de un solo factor de riesgo, Rengifo Correa colabora con los doctores Christopher Rhodes Stephens, del C3 y del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN), y Constantino González Salazar, también del C3 y del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC).

En su modelo, la investigadora del C3 incluye como predictores de riesgo a todos los factores que pueden estar participando en el ciclo silvestre del mal de Chagas.

Dado que México es un país heterogéneo y biodiverso, el modelo toma en cuenta, más allá del parásito Trypanosoma cruzi, a 32 insectos que podrían ser vectores y a más de 400 mamíferos factibles de ser huéspedes del parásito. Considera también la situación geográfica y climática de diferentes zonas del país, entre otros factores.

Mal difícil de detectar

Una vez contraída la enfermedad de Chagas, los pacientes llevan medio escondido el proceso de infección durante décadas, pues los síntomas iniciales (fiebre, dolor de cabeza, etcétera) son parecidos a otras infecciones, lo cual dificulta su detección temprana.

Cuando se diagnostica, agrega Rengifo Correa, la enfermedad ya es crónica y puede ocasionar falla en el corazón o en intestinos, lo que puede derivar en la muerte.

En etapas avanzadas del mal de Chagas, el tratamiento clínico ya no es efectivo. Sin embargo, como en fases iniciales sí lo es, con su modelo-mapa Rengifo Correa trata de identificar en qué zonas de México la población está en más en riesgo y cuáles son las características asociadas a los factores de riesgo, para facilitar la vigilancia de la enfermedad y eventualmente poder diagnosticarla de manera temprana.

La gente que sepa que forma parte de una población en riesgo de contraer la enfermedad de Chagas estará más atenta a su situación y síntomas inespecíficos, así como consciente de la necesidad de hacerse un chequeo (análisis de sangre), para que, dado el caso, pueda tener un tratamiento oportuno y adecuado.

Cómo se transmite 

Trypanosoma cruzi se transmite durante el parto, de la madre infectada al hijo (congénito), así como por transfusión de sangre contaminada, por alimentos con insuficiente cocción (carne de animales silvestres infectados) y, principalmente en México, por chinches llamadas triatominos.

Estos insectos (huéspedes de Trypanosoma cruzi) se alimentan de sangre de mamíferos, y durante la picadura excretan heces con el parásito, el cual logra cruzar la barrera de la piel.

Por la geografía y la biodiversidad de México, la transmisión del parásito implica interacciones muy complejas: una red trófica entre mamíferos terrestres (más de 400) e insectos (unas 32 especies de chinches que pueden estar funcionado como vectores). Además, cada especie tiene “preferencia por ciertas condiciones ambientales (temperatura, humedad).

En la transmisión del parásito interactúan múltiples especies en escenarios muy cambiantes. Por eso, reitera la doctora Rengifo Correa, se busca identificar patrones o preferencias de asociación entre especies de mamíferos, chinches y ambiente, para ubicar geográficamente en dónde ocurren estas “interacciones preferidas” e identificar ahí a los potenciales reservorios y a los vectores que más participan en la transmisión de la enfermedad a nivel silvestre. Considerando otras variables, se espera posteriormente “trasladar esto a un factor de riesgo para los humanos”.

Estudio novedoso

El mapa de la investigadora del C3-UNAM, elaborado a partir de sistemas complejos, considera el ciclo completo de la transmisión silvestre de la enfermedad de Chagas (ésa es su novedad) y no sólo la información de uno de los vectores, lo que “nos llevaría a una visión parcial o incompleta”.

En general, si consideramos tanto la distribución geográfica de los huéspedes y los vectores como la variabilidad de climas según el hábitat, todo esto explica mejor cómo se transmite la infección por Trypanosoma cruzi en la vida silvestre.

El mapa de la distribución de la enfermedad de Chagas en el país no sólo indica las zonas de mayor riesgo (en rojo), sino que también muestra cuáles pueden ser los principales participantes en la transmisión y qué tantos vectores y reservorios están en una u otra área del mosaico geográfico. Así, considerando la variabilidad de estos factores, “podemos realizar mejores predicciones”.

“La siguiente etapa es integrar estos hallazgos con los factores de riesgo directamente asociados a los humanos, como las condiciones sociodemográficas”, afirma Rengifo Correa.

Esta etapa del proyecto se desarrolla en colaboración con investigadores del C3, el ICN, el ICAyCC, la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, el Instituto de Biología y el Centro de Medicina Tropical de la UNAM, con financiación del Instituto Carlos Slim de la Salud A.C. y la DGAPA (UNAM).

La meta, subraya Rengifo Correa, es documentar e identificar cuáles son los factores de riesgo asociados, qué escala de importancia tienen y en qué áreas es prioritaria la atención de vigilancia. 

Más que un listado de zonas de riesgo

Las zonas de más riesgo son las costas este y oeste del país y los estados del sureste y el sur, como Veracruz, Chiapas, Campeche y Yucatán, porque en la biodiversidad que comparten (roedores y otros mamíferos) ocurren ciclos de vida fundamentales para la transmisión.

Sin embargo, advierte Rengifo Correa, no se trata de entrar en pánico y acabar con los mamíferos —por ejemplo, roedores— que son reservorios de Trypanosoma cruzi.

Estudios preliminares indican que, si se conserva la biodiversidad en una región, es más difícil que la enfermedad de Chagas “se esté transmitiendo”.

Por eso, la preocupación principal debe ser la conservación de la biodiversidad, la cual se reflejará en una mejor capacidad para mantener la salud de la población humana que habite en determinada zona.

Más que un listado fijo de especies y estados que son zonas de riesgo, se trata de ver cómo cambian y se vinculan, a través del tiempo y el espacio, los vectores, los reservorios y el ambiente.

Para mejores predicciones hay que considerar también la variabilidad de esos parámetros. Por ejemplo, los huéspedes o reservorios de Trypanosoma cruzi pueden dispersarse a otras áreas geográficas por el cambio climático, llevando consigo el parásito.

Además de cambios en el clima, puede haber deforestación excesiva y especies en peligro de extinción, condiciones que propician o desfavorecen la transmisión de la enfermedad.

La información generada por el modelado de la enfermedad de Chagas como un sistema complejo y el mapa de zonas de riesgo servirán al sistema de vigilancia epidemiológica del país, al personal encargado  del desarrollo e implementación de sistemas de vacunación y a la sociedad civil para una más efectiva prevención de esta enfermedad que afecta a 21 países de América Latina y se ha expandido a zonas donde antes era desconocida.

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