Margo Glantz recibe el Premio Internacional Carlos Fuentes

Reconocimiento a la calidad de su escritura, que abrió el camino a las generaciones posteriores de escritoras y escritores

Foto: Ulises Ruíz | Cortesía EFE.
El Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español 2022, que otorgan la Secretaría de Cultura federal y la UNAM, le será entregado a Margo Glantz por su “imprescindible y lúcida obra”.

El jurado, que unánime reconoció su trayectoria, destacó la calidad de su obra pionera, que abrió camino a las generaciones posteriores de escritoras y escritores, así como su contribución indeleble a las letras y su inteligencia poética. “Ha inaugurado nuevas rutas para la creación y la crítica, y mantiene una rotunda vigencia intelectual que confirma, una vez más, la centralidad del quehacer literario”, señaló.

Glantz recibirá el galardón mañana viernes 11 de noviembre, en una ceremonia que será transmitida en vivo a las 10 horas por TV UNAM, a la que asistirán la periodista Silvia Lemus, viuda del escritor Carlos Fuentes; el rector de la UNAM, Enrique Graue; la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; miembros del jurado y, por supuesto, la galardonada.

Orgullosa puma

Margo estudió en la Preparatoria 1, en San Ildefonso, y luego Letras Inglesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, a donde volvió como profesora tras doctorarse en Letras Hispánicas en París, en la Sorbona.

La UNAM ha sido la casa en donde, por más de medio siglo, ha formado a generaciones de estudiantes en letras clásicas y modernas, mexicanas e hispanoamericanas. Aquí fundó, en 1966, y dirigió la revista Punto de Partida.

Además, ha sido profesora visitante en universidades como Yale, Princeton, Harvard o Berkeley, entre otras. Es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Nacional de Ciencia y Artes en Lingüística y Literatura.

“La vida es una herida absurda”. Margo retoma este verso de un tango en El rastro, novela con que casi se lleva el XX Premio Herralde. Veinte años más tarde, convertida en la tuitera nonagenaria con más onda en la lengua española y con más de 71 mil seguidores, el timeline de su Twitter es una evocación de aquella frase corta, cortante y punzante, como sus tuits.

“Procrastino”, tuitea con alguna frecuencia. Y con ese humor de sí con el que guiña esa inteligencia intolerante a la solemnidad. En su procrastinar, acentuado por el encierro que se le hizo costumbre en la pandemia, ilumina a esa otra república lectora que la sigue en redes, un territorio de más de 106 mil posteos en donde machaca sus obsesiones, preocupaciones de un humanismo urgente: ellas, la violencia, el cuerpo, su ausencia, la ignominia.

Mujeres desaparecidas en México, alertas amber. Chicas rebeldes que hacen en Irán “la revolución de los velos”. Margo, quien en su obra se ha ocupado de cuerpo siempre oculto de las monjas jerónimas, documenta día a día el despojo de ese hábito forzado que es, para tantas, el hiyab, aun a costa de sus vidas.

Margo comenzó a escribir sobre el cuerpo porque –ha dicho– le incomodaba el suyo. Herida absurda de juventud. “Jorobada, la nariz larguísima, con cara de emperador romano. ¿Cómo le hacía para contentarme con mi propia experiencia corporal?”.

Recurrió a la literatura. Los cuerpos descritos por los autores varones la alejaban del propio. Se comparaba. Confrontaba cómo unos y otros dictaban el cuerpo de las mujeres. Así que, desde el texto, Margo lo exploró, y ese “lugar sin límites” del deseo. Se arrojó a la impureza, y al intento “casi siempre fallido por establecer una verdadera equidad de género”.

En ensayos indispensables, así como en su narrativa, ha escrito sobre la piel, el corazón, el vello, el cabello, el dedo gordo del pie. También los dientes. “Creo que no hay una parte del cuerpo de la que no haya escrito”.

En clave femenina, ha escrito el cuerpo de esa otra historia, la de “la raza de las mujeres” (otra raza maldita, dice la clasicista Nicole Loraux). Ha hurgado en la intimidad de las monjas novohispanas, y en las manos y el cerebro de Sor Juana. Ha iluminado la presencia de “La Malinche”, en la historia de México: “Figura particular porque tiene cuerpo, pero es fundamental sólo por su lengua. Es una mujer desprovista de cuerpo”. Siempre el absurdo.

Se ocupa también, todos los días, de Auschwitz. La memoria. La herida más ominosa de la historia de Occidente: el exterminio racial que obligó a su familia a abandonar Ucrania para afincarse en México. La judía más mexicana y la mexicana más judía de nuestras letras nació en este país, pero es del mundo, habita esa otra patria que –dijo Steiner– es el texto. Una que comparte en su obsesión por la escritura, la palabra, el pensamiento claro, a veces mordaz, con que alumbra el absurdo de lo humano.

Foto: Cuartoscuro/Misael Valtierra.
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