Pódcast Geofísica al descubierto

Más de cien minerales tienen su origen en México

Hay un total aproximado de cinco mil 500 descubiertos en nuestro planeta; el valor que se les ha dado y su apreciación puede ser un aspecto subjetivo: Giovanni Sosa Ceballos, investigador del Instituto de Geofísica

En México tenemos minerales con denominación de origen, alrededor de 100, algunos de talla mundial que pueden ser reconocidos en museos y como gemas, afirmó Giovanni Sosa Ceballos, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, Unidad Michoacán.

Sin embargo, resultan pocos en comparación con otros lugares donde la investigación mineralógica es más ardua y constante; en nuestro país no hay muchos especialistas. “Hay químicos y físicos, pero no muchos geólogos que se dediquen a los minerales, a investigar su estructura, la interacción electromagnética que ocurre en ellos, su color, etcétera”.

De un total aproximado de 5 mil 500 minerales descubiertos en nuestro planeta, no más de 100 son mexicanos, detalló en la serie del pódcast Geofísica al descubierto, con el tema ¿Sólo las gemas son valiosas? Hablemos de minerales.

Los minerales son componentes de todas las rocas que conocemos en la superficie y por debajo del planeta Tierra; aunque no son los únicos, porque también pueden contener vidrio, que es un mineraloide, explicó.

El científico refirió que en el laboratorio hace crecer pequeños minerales, del orden de micras, “y con ello deduzco o aproximo valores de presión, temperatura y otros factores” para ver que un mineral esté en equilibrio termodinámico”.

Recordó que un mineral es una sustancia natural cristalina con una composición química bien definida y una estructura interna que le da nombre a seis grupos cristalinos: cúbico, hexagonal, tetragonal, ortorrómbico, monoclínico y triclínico.

En cambio, una gema puede ser un mineral o no. Ejemplo de ello es el ámbar, que es una resina, o bien, el ópalo, que es un coloide de silicio y sin estructura interna. Ese término fue únicamente acuñado de manera social y económica, y puede atribuir diferentes gamas de valor.

Otro caso es el de los diamantes sintéticos, creados en un laboratorio, facetados de manera que se pueden lucir en un dije o en unos aretes, pero no son mineral, porque no cumplen con los tres requisitos para ser considerados como tal: ser natural, tener estructura interna y una composición química definida. Se les considera únicamente como “gemas”.

El experto mencionó que el color de un mineral “dice muchísimo”, por ejemplo, “habla” de la temperatura y la presión a la cual se formó, así como de su composición y origen. Además, es la primera manera para distinguir los metálicos de los no metálicos, junto con el brillo y luminosidad.

Pero esos materiales también se pueden analizar con una serie de instrumentos y de conceptos químicos y físicos que explican por qué los vemos de un color determinado, el cual es resultado de la combinación de reflexiones de ondas electromagnéticas de diferentes elementos.

Un ejemplo es el rubí, un mineral llamado corindón, de una gran dureza (sólo después del diamante), con una composición de óxido de aluminio y oxígeno, y entre sus enlaces, cromo. En este caso puede ser rojo en diferentes tonalidades e, incluso, ligeramente café.

Los seres humanos, recordó, comenzamos a darles valor en la antigüedad. Por ejemplo, para nuestros ancestros prehispánicos, las rocas y los minerales eran muy importantes, pero no cualquiera podía formar parte de una máscara funeraria maya, como las de Calakmul o Palenque. Se elegían por su belleza, por el atractivo de su color y estructura.

El valor que se les ha dado a los minerales y su apreciación puede ser un aspecto subjetivo. En el caso de un diamante natural, “lo sabemos, vale mucho” y tiene que ver con su escasez: no es fácil encontrarlos y hay que invertir mucho en su extracción.

En el laboratorio del universitario se cuenta con equipos como espectroscopios de infrarrojo y de Raman, o una microsonda electrónica, y “con ello podemos averiguar e investigar la composición de los minerales” o ver su estructura química. También se puede certificar su autenticidad.

De forma personal, Giovanni Sosa Ceballos expresó que le gustan los minerales en su hábitat natural, más que como gemas. Entre sus favoritos se encuentran el olivino, la pirita, el granate y el zafiro.

El universitario recordó que el Museo de Geología de la UNAM, a cargo del Instituto de Geología, tiene una importante colección de minerales. “Los invito a que lo visiten; es un recinto bellísimo, en el corazón de la colonia Santa María la Ribera”.

A su vez, la Facultad de Ingeniería está planeando tener un museo de mineralogía propio, en el Centro Histórico de Ciudad de México, concluyó.

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