Sala 10 del MUAC

Melanie Smith devela la culpa y el terror ante el ecocidio y la violencia

La artista británica presenta la pieza en video Fifteen minutes of sublime meditation

Melanie Smith dice que se transformó en un ente en pánico durante el confinamiento por la pandemia de la Covid-19. De pronto, los proyectos de la artista británica se truncaron. Involucraban ver gente, movilizarse. Se vio reducida a su computadora y a su casa. Como el resto de la comunidad artística se preguntaba: “¿De qué voy a vivir? ¿Cómo le voy a hacer? Me entró mucha angustia”, cuenta en entrevista.

Más en calma, vio con claridad que ya venía trabajando en otra forma de crear que obedecía a preocupaciones vinculadas con la economía energética y de recursos. Poco a poco había comenzado a desplazar la producción de imágenes inéditas para sus trabajos videográficos por otras ya producidas. “Una ecología de la imagen: no grabar, no ir a los lugares, sino trabajar más a través de la fibra óptica”. Finalmente, dice, lo que más le gusta de su trabajo es la edición.

Los ojos de Melanie Smith se clavaron en los bancos de imágenes, ese universo infinito de fragmentos que alimentan el imaginario visual desde casi cualquier disciplina. Allí encontró aquellas que describían miedos que, considera, la gente siente pero aleja de la conciencia, quizá como mecanismo de defensa: devastación, pandemia, ríos de migrantes, hambre, mares de plástico en el mar, protestas por doquier… La angustia latente del antropoceno expresada a pedazos, entre miles de imágenes maravillosas: el microcosmos, la naturaleza, la belleza llana.

“El reto fue dar sentido a estas imágenes de migración, de violencia, pero también de crustáceos o de abstracciones… Dije, ¿cómo puedo representar este momento de catástrofe mundial en todos los niveles? Quería describir un estado interno, desde la perspectiva de mi trastorno personal, emocional; describir lo que siento, la angustia que me da el mundo en general; un mundo que no podemos tocar sino que recibimos desde la pantalla en este momento”, explica la artista.

A lo largo de un año, más o menos, y después de unas 70 ediciones, fraguó Fifteen minutes of sublime meditation (Quince minutos de meditación sublime), su más reciente pieza, que creó para el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y se exhibe en línea en la Sala 10 virtual que se aloja en el sitio web del recinto.

Un collage  videográfico en el que la pérdida del hábitat, la violencia y la belleza del mundo se suceden, entretejidos, ante la mirada; imágenes acompasadas por un audio que resulta irónico, como buena parte de la obra de esta artista; el ritmo apacible y pausado de una voz femenina que dirige, en inglés, una meditación guiada de 15 minutos y una mezcla en segundo plano; sonidos electrónicos, un teclado de computadora, voces, gritos y una respiración agitada: I invite you to breathe (te invito a respirar).

Paradoja, ironía, incomodidad, incluso un choque brutal se disparan al yuxtaponer una estética visual que apunta a la angustia y el tono de tersura y calma con que una voz emite las instrucciones para cultivar la atención plena o mindfulness –una herramienta que, grosso modo, abreva de prácticas budistas para aquietar la ansiedad y la verborrea de la mente, con el fin de que el individuo disloque su subjetividad y eventualmente se relacione con el mundo de manera no reactiva.

Con esta pieza, al mismo tiempo, Melanie Smith lanza una crítica al trastocamiento de la disciplina meditatoria que, considera, el capitalismo ha convertido en un bien de consumo, sobre todo en países como Estados Unidos: el mindfulness como un producto de bienestar que, lejos de conectar, aliena al practicante, lo invita a abstraerse en la búsqueda de un beneficio individual.

El juego entre lo bello y lo terrible que se despliega es apuntado en el título en español: Quince minutos de meditación sublime. Lo sublime como la estética de lo terrible, de lo perverso que sucede en la desconexión de la humanidad con la naturaleza, con las escalas micro y macro. “Creo que hay una especie de culpa por nuestro comportamiento ante el mundo”.

Esta obra es la primera producción nueva que se exhibe en la Sala 10 del MUAC que –dice su curadora, Alejandra Labastida– es hija de la Covid-19. “En la pandemia surgió casi un nuevo género que podríamos llamar el retrato pandémico; sin embargo, esta pieza de Melanie Smith va más allá de esta coyuntura, parece una continuación natural de esa reflexión sobre nuestra conexión con el planeta y de la relación con la imagen, que cobra aquí cierta autonomía; algo que es muy congruente con el distanciamiento de la producción de imágenes que ya venía practicando”.

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