Mensaje del Rector

Foto: Erik Hubbard.

Hace unos instantes protesté mi compromiso de velar por los intereses y valores de la Universidad y de proteger los derechos de los integrantes de nuestra comunidad.

Les confirmo que pondré en ello todo mi entusiasmo y energía, y que me esforzaré, hasta el límite de mis capacidades, para conseguirlo.

Pero la Rectoría no puede, ni debe, hacerlo sola.

Requiere del concurso de todos: autoridades, estudiantes, y de su personal académico y administrativo para lograrlo.

Hago un llamado a la unión de toda la comunidad universitaria para rechazar enérgicamente la violencia, la sinrazón y las burdas y ominosas provocaciones que en fechas recientes hemos sufrido.

A todos nos ofenden y lastiman.

Sé que el pueblo de México, el Estado mexicano y los universitarios de la nación están de nuestro lado y que desean que los atropellos vandálicos y delincuenciales no queden impunes.

La Rectoría a mi cargo seguirá siendo sensata y prudente, pero no es, ni será, conformista o indiferente.

Se actuará en consecuencia de los ultrajes sufridos.

A ello me comprometo.

En contraste a los indignantes acontecimientos del pasado jueves 14, un grupo de estudiantes y trabajadores demostraron el espíritu civilizatorio de nuestra Universidad al formar columnas de apoyo para reponer los libros saqueados y dispersos en su lugar y sitio de pertenencia.

Ésa es la verdadera Universidad y ellos los universitarios de los que estamos tan orgullosos.

No es un mundo sencillo en el que vivimos; hay desconcierto e incertidumbre en el futuro.

Los cambios de época son con frecuencia intempestivos y provocan desasosiegos que se manifiestan con inconformidades en los diversos sectores de la población.

De ahí las posiciones encontradas, las polarizaciones y enfrentamientos de distinta índole.Todas ellas caben en la libertad, siempre y cuando no se trasgreda la libertad de los demás.

Los jóvenes son los anímicamente más afectados. Su futuro y el país que desean brota en ellos con naturalidad y esperanza.

Debemos comprenderlos, encauzar sus inquietudes y dar respuesta a sus necesidades.

Para eso existe la Universidad.

Entre los cambios que no pueden esperar es el garantizar el respeto a las mujeres.

Si hay algún tipo de violencia que no podemos aceptar es el que las universitarias sean acosadas o violentadas en su integridad.

Con el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género hemos avanzado; la realidad se ha hecho visible y se han impuesto sanciones y expulsado o rescindido a agresores.

Pero para muchas de ellas no ha sido suficiente.

Entiendo su indignación ante la vejación histórica de la que han sido víctimas y que ya no están dispuestas a tolerar.

• Necesitamos personal cada vez con más experiencia para atender estos casos;

• Un mayor número de unidades de denuncia y atención especializada;

• Modificar las acciones que sean necesarias en el protocolo de atención;

• Actuar conforme a nuestra legislación y contratos colectivos y acelerar tiempos de protección y respuesta.

En las semanas siguientes estaré enviando a la comisión de legislación universitaria, la propuesta para la creación de un órgano independiente de la administración central que:

• Fortalezca el respeto a la diversidad;

• Promueva mayor seguridad para ellas;

• Implemente nuevas y mejores estrategias, y genere políticas de equidad de género en toda la Universidad.

La igualdad debe ser una política transversal en nuestras acciones y la UNAM debe ser ejemplo para toda la sociedad.

Las voces de todos los estudiantes deben ser escuchadas.

Los principios de nuestra organización democrática deben ejercerse desde el núcleo escolar en el salón de clases y permear por los distintos órganos de representación hasta este máximo órgano de representación que es el Consejo Universitario.

Los problemas del aprendizaje, de inseguridad, de hostigamientos y de amenazas a la integridad física crecen, en buena medida, porque no escuchamos oportunamente las inquietudes que se nos plantean.

Yo invito a todo el estudiantado a que participe activamente desde sus salones de clase, o en sus distintas formas de representación, y que manifiesten juiciosamente sus preocupaciones e inconformidades ante las autoridades de los distintos planteles.

Y a las autoridades, por supuesto, les pido que atiendan con comedimiento y oportunidad las demandas atendibles que se les presenten.

Si logramos reconstruir esta convivencia desde los núcleos primigenios de nuestras aulas, mejor se comprenderán los valores universitarios de autonomía, libertad de expresión y toma de decisiones que deben imperar en nuestra casa de estudios.

La inseguridad es un tema recurrente en la Universidad. Y en forma muy sentida la percibe el alumnado.

Son ellas y ellos quienes están más expuestos a la violencia que sufre el país y que periódicamente se manifiesta en nuestras instalaciones.

Sus inquietudes y las de toda la comunidad deben ser atendidas e incorporadas en los comités locales de seguridad para poderles dar una adecuada solución y respuesta.

Los grupos violentos y delincuenciales que se infiltran en nuestros planteles tienen que ser denunciados para que puedan ser investigados, sancionados y erradicados en forma ejemplar.

Reafirmo la voluntad de la Rectoría para continuar articulando estrategias con las autoridades responsables de la seguridad e implementar todas las medidas necesarias a nuestro alcance para reforzarla.

La cobertura y la calidad de la educación que impartimos deben continuar en ascenso. Nunca la primera, en detrimento de la segunda.

En los años siguientes, estoy seguro, creceremos en matrícula gracias a las nuevas carreras creadas y a las instalaciones que hemos inaugurado o que están en proceso de construcción.

Y seguiremos renovando y mejorando nuestra calidad formativa y pedagógica.

En breve anunciaremos medidas para potenciar los instrumentos educativos en la red y con ellos innovar la educación presencial; acrecentar la cobertura en línea; disminuir el rezago y facilitar el tránsito escolar.

Contribuir con calidad al incremento de la cobertura nacional, es una vocación insoslayable de todas las instituciones públicas de educación superior.

Por ello, con la ANUIES, seguiremos insistiendo en un mayor presupuesto para la educación superior y agradecemos el interés y solidaridad de las autoridades correspondientes para que así se logre.

Nuestra educación de posgrado puede y debe crecer mucho más manteniendo los niveles de alta calidad que la caracterizan.

Durante los primeros meses de 2020, convocaré a un encuentro de directores y coordinadores de posgrado para, en conjunto, analizar las fortalezas que deben prevalecer y encontrar los nichos de oportunidad para incrementarlo, potenciarlo y mantenerlo en la vanguardia de los tiempos y de las necesidades del país.

No puedo omitir expresarle, a todo el personal académico de la UNAM, mi más alto reconocimiento por su destacadísima labor en estos cuatro años.

La generosa entrega de su labor cotidiana, su libertad de expresión y su nivel y rigor académicos dan origen a la alta credibilidad que tiene la sociedad mexicana en nuestras verdades y saberes, y en el ejercicio responsable de la autonomía.

No han sido años de crecimiento económico para la nación y, como resultado de ello, el incremento al presupuesto que el país nos otorga, en pesos reales, ha sido marginal o cercano al cero.

No obstante, la labor en las aulas y en los laboratorios ha sido incansable y año con año superada, y la creación del conocimiento ha tenido un desarrollo sostenido.

La Universidad está muy orgullosa de sus académicos y de su disposición para cambiar a México.

Ustedes transforman historias personales y comunidades, crean conocimientos y sientan bases para el desarrollo;

Ustedes descubren talentos, cambian formas de vida, iluminan horizontes y gestan la esperanza de la nación.

De ahí la importancia de su seguridad laboral, de la certeza jurídica, de los programas de estímulos, de la movilidad nacional e internacional y del rejuvenecimiento de la planta académica.

Hemos sido reiterativos, porque no resulta en vano insistir en que la educación, la investigación y la difusión de la cultura requieren de un financiamiento suficiente, creciente y sostenido.

Porque, y ya lo hemos dicho:

• Un país con una pobre educación tendrá un pobre futuro;

• Una nación con insuficientes recursos para la investigación e innovación tendrá un desarrollo incierto y una soberanía amenazada;

• Y un México que no cultive la cultura, será un México intolerante, aislado del mundo y tendrá una identidad perdida.

A todo el personal administrativo, a todos sin excepción, la Universidad, por mi conducto, les reconoce que, sin ustedes, las funciones sustantivas no podrían llevarse a cabo y mucho menos con el éxito y el ánimo de superación que han mostrado.

En buena medida, a ustedes se debe el que podamos haber hecho más, con lo mismo.

Y lo hemos hecho con gran pulcritud, responsabilidad social, transparencia y rendición de cuentas. Y así deberemos seguir cumpliendo.

Gracias a todos los integrantes de nuestra comunidad la Universidad se ha posicionado más fuerte e incontenible. Sigamos con ese ímpetu propio de nuestro espíritu.

Ese espíritu de transformación que, desde hace más de cien años nos ha impulsado, hoy se requiere más que nunca porque:

• El conocimiento crece exponencialmente;

• La creación y la innovación son signos de los tiempos y nos avasalla la tecnología;

• Los métodos de enseñanza evolucionan a velocidad vertiginosa;

• Y se modifican formas seculares de organización, convivencia y comunicación. México y la Universidad de la Nación no pueden detenerse.

Con estos retos, el Plan de Desarrollo Institucional se conformará con las aportaciones de la comunidad, haciendo de él un proyecto incluyente y compartido al que la administración central dará justo cumplimiento.

Quiero agradecer la participación, en este proceso, de la doctora Angélica Cuéllar y del doctor Pedro Salazar, distinguidos universitarios y estimables amigos, con quienes comparto el amor y respeto por nuestra Universidad.

Universitarias y universitarios:

Asumo hoy la Rectoría con el compromiso y la convicción de defender los principios y esencia de nuestro ser.

Trabajaré en forma incansable porque la UNAM continúe siendo:

• Una universidad pública y laica;

• Con compromiso social;

• Responsable y transparente;

• Plural y diversa;

• Reflexiva, tolerante y segura;

• Que se exprese con libertad y honestidad intelectual;

• Y que sea, indeclinablemente, autónoma;

• Y orgullosamente mexicana.

A eso aspiro. A eso me comprometo.

“Por mi raza hablará el espíritu” 19 de noviembre de 2019

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