Mesas de diálogo virtuales en torno al ejercicio teatral

Respuesta a las vicisitudes de la pandemia; participan académicos de varios países

Foto: Cátedra Ingmar Bergman.

La Cátedra Ingmar Bergman en Cine y Teatro realiza mesas de diálogo virtuales en torno al teatro a partir de la pandemia, con la idea de responder provisionalmente a las consecuencias que trae consigo la Covid-19 en los ámbitos de la creación, la programación, la crítica y la docencia de esta expresión artística.

La más reciente, efectuada el 9 de septiembre, se intituló Por Confirmar: El Reto de la Educación Escénica a Distancia, en la que participaron los académicos Horacio Almada, Nicolás Lisoni, Helena Bastos y Francine Alepin, moderados por Mario Espinosa, director del Centro Universitario de Teatro.

Previamente a la charla, Mariana Gándara, coordinadora de la Cátedra, comentó que es oportuno reflexionar sobre qué sucede cuando “en lugar de los cuerpos vibrantes en las aulas se tiene que cambiar al brillo de las pantallas en casa”. Y planteó dos interrogantes como ejes del debate: ¿qué ha sucedido con los procesos pedagógicos en los meses de confinamiento? y ¿qué significa para educadores y educandos la práctica de un aprendizaje a distancia cuando de artes escénicas se trata?

Movilizar el imaginario

La canadiense Francine Alepin, profesora de actuación y movimiento de la Escuela Superior de Teatro de la Université du Québec à Montréal, comenzó refiriéndose a cómo les tomó por sorpresa el cierre de sus instalaciones debido a la pandemia y de qué manera sortearon el reto de pasar de las clases presenciales a las realizadas a distancia. “Tuvimos que aprender rápidamente a usar las plataformas, a lidiar con cierta desmotivación y movilizar el imaginario. Ha sido una experiencia no sólo de vértigo, también de evanescencia porque no hay cuerpos, nada más el mosaico de caras y la falta de contacto físico, lo que de alguna manera se compensa con la posibilidad de seguir comunicándonos y romper fronteras a través de la red”.

Horacio Almada, coordinador del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras, opinó que “ahora cada quien tiene su ventanita” y que la plataforma es una restricción obligada, pues nadie lo está haciendo por gusto. “Aun así, la presencia se da porque lo que hacemos está en un tiempo sincrónico, interactuamos en la medida que nos lo permite la tecnología”. Remató esta idea con un verso de San Juan de la Cruz del que reemplazó dos palabras: Mira que la dolencia de amor (del actor), que no se cura sino con la presencia y la figura.

Por su parte, Helena Bastos, profesora del Departamento de Artes Escénicas de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, señaló que la Covid-19 vino a exponer mucho más abiertamente nuestras diferencias sociales, y que este mundo de pantallas en el que actualmente estamos inmersos ya nos hacía convivir desde tiempo atrás, aunque no lo percibíamos con tanto énfasis. “Se nos ha impuesto otro tipo de conexión. Vivimos una ficción más grande de lo que hubiéramos podido imaginar… Experimentamos mucha tensión, pues se han generado varias crisis al mismo tiempo”.

Nicolás Lisoni, coordinador académico de la Diplomatura en Dramaturgia del Centro Cultural Paco Urondo, Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, expresó que esta vivencia nos atraviesa sin excepciones. “De golpe cambió todo y eso nos impuso trabajar mediados por las pantallas, lo que sigue es planificar de acuerdo con estas condiciones, repensar los contenidos, reflexionar sobre la mejor manera de aprovechar la educación a distancia en nuestro quehacer teatral. Tomemos en cuenta que ahora se está más en contacto con la gente de afuera que antes”.

A Lisoni estas nuevas circunstancias le dicen que cada casa es un mundo, que el cuerpo que nos da mucha información se ve fragmentado y los docentes son como fantasmas parlantes, lo cual resulta muy raro. “Nos ven y nosotros no vemos”.

Mario Espinosa mencionó que en la comunidad teatral se tuvo que reaccionar con urgencia y que en el camino se descubrió, además de la profunda e injusta brecha digital, que la currícula genera algún tipo de fragmentación. “Tenemos que corregir eso, además de disminuir las tensiones entre las necesidades de los profesores y la de los alumnos, crear un espíritu común, con mayor razón cuando las formas mixtas de aprendizaje han llegado para quedarse”.

Los conversatorios se organizan en colaboración con Teatro UNAM, el Centro Universitario de Teatro y la Secretaría Técnica de Planeación y Programación a través del Festival El Aleph expandido.

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