México requiere un proyecto formativo que erradique la violencia contra la mujer

También se necesita que ellas modifiquen la forma como ven a las otras, consideró la académica universitaria, Yazmín Margarita Cuevas

Se debe incorporar al aprendizaje a partir de la educación básica.

Nuestro país requiere el diseño e implementación de un proyecto formativo –no de capacitación ni adoctrinamiento– que erradique la violencia contra las mujeres, el cual debe incluir a hombres desde la infancia e incorporarlo a su aprendizaje escolar a partir de la educación básica.

Lo que se requiere es una alfabetización de género también a funcionarios e integrantes de la administración pública. “Para salvaguardar a las víctimas, tampoco contamos con una institución educativa robusta que haga una cultura de protección, y como ciudadanía no hemos demandado articuladamente que dichas instituciones estén fortalecidas”.

Así lo planteó, Yazmín Margarita Cuevas Cajiga, académica e investigadora del Colegio de Pedagogía (CP) de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, quien enfatizó: “la muerte de las mujeres ya es un problema de salud pública, y para combatirlo en toda consideración al respecto se requiere también realizar una gran campaña”.

Al intervenir en la mesa “Feminicidios y educación en México”, convocada por el CP y el Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia de la FFyL, la especialista en políticas educativas indicó que no debe excluirse al género masculino de la formación de equidad, sino robustecer esta enseñanza entre los seis y 12 años de edad, porque es en ese momento de la vida “cuando se fincan los principios y valores”.

En el Salón de Actos de esa Facultad, la doctora en Pedagogía expuso que también se necesita “que las mujeres modifiquen la forma como ven a las otras, porque en ocasiones somos nosotras quienes también reproducimos violencia”.

En suma, continuó la especialista, no hay soluciones inmediatas, “tenemos que trabajar más tiempo, porque los hombres ahora no saben qué papel realizar cuando venían de ser o desempeñarse como autoridades”.

La académica universitaria cuestionó las presuntas cifras de feminicidios que presentan las autoridades en todos los niveles de gobierno. “No sabemos si son las cantidades reales, lo único que logramos es que se naturalice el fenómeno, y vamos ‘acostumbrándonos’ a él. Hasta ahora la acción del Estado ha sido insuficiente y las legislaciones son prácticamente letras muertas”.

Escepticismo

En su oportunidad, Diana Esbrí Juárez, directora de Estadística de la Coordinación de Investigación de Delitos de Género y Atención a Víctimas de la Fiscalía General de Justicia de Ciudad de México, dijo que ante un feminicidio todas las instituciones, incluidas la familia y la pareja, fallan.

Reconoció en su desempeño diario que la gente se muestra escéptica ante las instancias de procuración de justicia. “Sin duda a los servidores públicos les falta capacitación, y ante el aumento de la incidencia en delitos contra las mujeres se reclasifican, porque como está indicado: toda muerte de alguna de ellas se tiene que investigar como feminicidio”.

Cecilia Guillén, defensora de derechos humanos, fundadora de la organización En Primera Persona A.C., expresó que quizá cuando pensamos en un feminicidio ubicamos a las víctimas sólo en ciertas personas o sectores, pero también “hay niñas y niños con discapacidad que son afectados”.

“La situación es aún más compleja cuando la víctima es la madre cuidadora de un hijo con capacidades diferentes. Nosotros trabajamos con niñas y niños ciegos, sordos y con discapacidad intelectual, ellos no saben lo que ocurre, ¿cómo se les comunica que su madre no regresará?, ¿cómo se les acompaña?”, concluyó la activista.

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