En los años 70 del siglo pasado
México se convirtió en la capital de la reflexión de AL
Hizo más que abrir sus puertas a hombres, mujeres y niños, quienes terminaron valorando positivamente sus años de destierro en esta nación, afirmó Pablo Yankelevich durante su participación en el XI Congreso Internacional e Interdisciplinario Alexander von Humboldt
En los años 70 del siglo pasado México se convirtió en la capital de la reflexión política y académica de América Latina y adquirió esa dimensión continental, gracias al intercambio entre los exiliados y sus anfitriones mexicanos, afirmó el doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y director del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México (Colmex), Pablo Yankelevich.
En el campo de la teoría social y política, los debates hicieron posible la emergencia de temas que marcaron la historia del pensamiento político y sociológico latinoamericano, y los estudios en torno a la naturaleza y funciones estatales ocuparon un espacio privilegiado en la agenda de investigación.
“Se ha llegado a considerar esa densa y abundante producción como resultado de lo que se llama el ‘momento mexicano de las ciencias sociales latinoamericanas’, en manifiesta alusión al encuentro entre exiliados latinoamericanos y académicos mexicanos”, sostuvo durante la conferencia magistral América Latina en el espejo mexicano. Destierros, proyectos, identidades y polémicas.
Durante el XI Congreso Internacional e Interdisciplinario Alexander von Humboldt y viajes desde y hacia México de todos los siglos, organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y el Colmex, el experto agregó que también se realizaron múltiples estudios para explicar las nuevas formas que asumía el militarismo y se abrieron reflexiones sobre las necesarias transiciones a la democracia y la emergencia de lo que hoy se conoce como sociedad civil.
En la Sala Alfonso Reyes del Colmex, el investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores recordó que en los años 70 las dictaduras instauradas en diversos países de la región encarcelaron, torturaron, asesinaron a millares de hombres y mujeres; desparecieron a parte de una generación y arrasaron con organizaciones políticas, académicas, gremiales y culturales. México, agregó, hizo más que abrir sus puertas a hombres, mujeres y niños, quienes terminaron valorando positivamente sus años de destierro en esta nación.
Yankelevich expuso que algunas claves para entender esta situación están en que no llegaron a este país inmigrantes sino perseguidos políticos, para quienes esta nación representó la única posibilidad de preservar la libertad, y en muchos casos, la vida misma.
Además, no llegaron para quedarse, sino que siempre pensaron en retornar, cuando las dictaduras en sus naciones finalizaran; y aunque los perfiles socioprofesionales de las comunidades exiliadas no presentaron diferencias con quienes fueron a otros países, en México sí tuvieron experiencias diferentes en cuanto a sus inserciones laborales, agregó el especialista.
El experto en historia de los exilios y los refugios políticos en América Latina señaló que también se ofreció una “contención cultural” a los recién llegados, lo que les permitió “conjurar el desarraigo”. Yankelevich hizo un “ejercicio de memoria” pues compartió los recuerdos de sudamericanos exiliados en México, recuperados a través de entrevistas, y en los que comparten que su viaje de destrucción y huida fue también de exploración, encuentros e incertidumbres, de recomposición de formas de ser, hacer y estar en el mundo.
Finalmente, el investigador del Colmex citó al autor Claudio Magris quien señala que: “Desde la gran narración homérica, los viajes de Marco Polo, los relatos de Alexander von Humboldt, hasta las crónicas contemporáneas de Kapuscinski, todo auténtico viaje es una odisea, una aventura cuya gran pregunta es si uno se pierde o se encuentra atravesando el mundo y la vida; si se aferra al sentido de la existencia o si descubre su insensatez”.