Su labor, más allá de la UNAM y México: Elisa Speckman
Miguel León-Portilla, leyenda como historiador y filólogo
En la Facultad de Derecho organizaron un ciclo de charlas en torno al especialista en la cultura náhuatl
Miguel León-Portilla es una leyenda; como historiador y filólogo dio voz a los vencidos y creó, mediante sus estudios sobre la poesía de las lenguas y de la historia indígena en general, una nueva forma de literatura, plantearon académicos universitarios que participaron en la ceremonia inaugural del ciclo de charlas denominado En el marco de la Cátedra Extraordinaria Miguel León-Portilla, organizado por la Facultad de Derecho (FD).
Durante el encuentro celebrado en el Auditorio Benito Juárez de la entidad universitaria, la directora del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), Elisa Speckman Guerra, resaltó que son inmensas las aportaciones de Miguel León-Portilla al conocimiento de la cultura náhuatl y a la filosofía del pasado mesoamericano.
Recordó que el filósofo e historiador mexicano ingresó al IIH en 1957 “para fundar, junto con Ángel María Garibay, el Seminario de Cultura Náhuatl. Dirigió ese Instituto y formó parte de él durante 63 años; no sólo hizo grandes aportaciones a la entidad académica, sino que se convirtió en una de las principales figuras de esta Universidad, lo que le valió en 1988 el nombramiento de investigador emérito”.
En presencia de Ascensión Hernández Triviño, esposa de Miguel León-Portilla, expuso que los 30 doctorados honoris causa que recibió uno de los más destacados estudiosos del pasado prehispánico a lo largo de su trayectoria dan cuenta de los vínculos que tendió con otras entidades académicas de la UNAM y con instituciones de educación superior nacionales y extranjeras, “es un reconocimiento hacia su labor que fue más allá de la UNAM y de México, y que se extendió por el mundo entero”.
En ese contexto, resaltó que este encuentro “es muestra de la posibilidad de vincular a la Facultad de Derecho con el Instituto de Investigaciones Históricas en recuerdo de nuestro querido doctor Miguel León-Portilla”.
Visión genial
Por su parte, Domingo Alberto Vital Díaz, académico del Instituto de Investigaciones Filológicas, recipiendario de la Cátedra Miguel León-Portilla de la Facultad de Derecho, dijo que las cuatro palabras que dan nombre a la obra de Miguel León- Portilla Visión de los vencidos, publicada en 1959, “son importantes porque hasta entonces se tendía mucho en la historiografía a aquella famosa frase: ‘la historia la escriben los vencedores’”.
El excoordinador de Humanidades apuntó que León-Portilla, “con una visión que calificaría de genial, dio un cambio de paradigma a partir de ese momento concediendo voz a aquellas personas y culturas que no habían tenido una victoria militar, pero que dejaron un importante legado”.
A partir del siglo XX, el especialista en la cultura náhuatl y la investigación de las letras prehispánicas es una de las figuras fundamentales en la comprensión de los llamados vencidos, “que en realidad son quienes nos han legado una parte importante, muestra de riqueza como país”.
Coincidió en señalar que León- Portilla es una leyenda, lo que ha sido ratificado por instituciones internacionales del más alto nivel, entre otras por el Congreso de Estados Unidos.
Trayectoria
La secretaria general de la FD, Sarah Mis Palma León, rememoró que Miguel León-Portilla nació el 22 de febrero de 1926, fue doctor en Filosofía con especialidad en Historia y Pensamientos Prehispánicos por la UNAM. Su tesis doctoral, La filosofía náhuatl, estudiada en sus fuentes, fue tan trascendente en esa época que se tradujo al ruso, inglés, alemán y francés, entre otros idiomas. Como historiador y filólogo dio voz a los vencidos, y por medio de sus estudios creó una nueva forma de literatura.
“Gracias a su interpretación del pensamiento mesoamericano fue posible acceder al del hombre antiguo y a la imagen que tenía del universo y del devenir. Con ello se superaron las interpretaciones convencionales sobre los antiguos mexicanos y se demostró que se había cuestionado su existencia, orígenes y el poder de las fuerzas naturales que los regían, ofreciendo esclarecedoras interpretaciones en relación con el acaecer temporal del universo y la supervivencia”, prosiguió.
Subrayó que otra de las diversas aportaciones del filósofo e historiador mexicano fue el estudio del potencial semántico de los códices, “ya que fue más allá de la simple traducción de los documentos, al preguntarse sobre la relación de estos libros con las diferentes dinámicas sociales”.
Donde se paraba, dejaba imborrables enseñanzas por medio de sus palabras, ya que siempre consideró que la historia no era un lujo sino una necesidad. Impartió cátedras y cursos en universidades de Estados Unidos, Canadá, América Latina, España, India, Japón e Israel; fue investigador nacional emérito del SNII y la UNAM.
Señaló que su producción académica abarca cerca de medio centenar de libros, 31 de ellos traducidos a idiomas distintos al español.