Monitoreo en tiempo real del Popo y el Volcán de Colima

En México no hay registro de pérdidas humanas; pero el impacto material de lahares es frecuente y costoso: destrucción de carreteras, viviendas, caminos y hasta torres de alta tensión

Foto: cortesía de Lucía Capra.
Foto: cortesía de Lucía Capra.

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De las muertes ligadas a la actividad volcánica en el mundo durante los últimos 500 años, 40 por ciento se asocia a lahares, flujos de sedimento y agua que descienden de las laderas de un volcán.

Aunque en México no hay registro de pérdidas humanas, los impactos materiales son frecuentes y costosos, pues destruyen carreteras, viviendas, caminos y hasta torres de alta tensión, indicó Lucía Capra Pedol, directora del Centro de Geociencias (CGeo), campus Juriquilla.

Para mitigar los estragos, la universitaria y su equipo desarrollaron un sistema de monitoreo en tiempo real, con el objetivo de generar alertas tempranas en los alrededores del Volcán de Colima y el Popocatépetl, dos de los de mayor riesgo por la importante actividad explosiva del primero y la formación de material suelto por derrumbes tras el sismo del 19 de septiembre, en el segundo.

En nuestro territorio hay cerca de 14 volcanes con actividad histórica; aquí, la actividad explosiva ha producido constantemente material suelto, que al combinarse con precipitaciones intensas originan lahares.

“Somos el único centro en México que registra imágenes en tiempo real de estos fenómenos, así como de las señales sísmicas que emiten durante el descenso, con las que caracterizamos el contenido sólido que acarrea el flujo para definir el posible riesgo asociado”, aseveró la académica.

Con esta información, protección civil podría alertar hasta con 20 minutos de anticipación a la población cercana al Volcán de Colima, para que se aleje de las zonas de posible riesgo, subrayó.

Señal larga y continua

Tras cinco años de estudio, Capra Pedol determinó los factores que controlan la generación de un lahar y las condiciones para establecer un sistema de monitoreo en los principales canales por donde descienden.

Entonces, distribuyeron en un radio de seis kilómetros del cráter de ambos volcanes (recientemente en el Popocatépetl) estaciones equipadas con sensores sísmicos, de infrasonido, geófonos y cámaras en las barrancas por donde desciende el flujo.

“Durante eventos intensos de lluvia, el escurrimiento de agua erosiona el material, originando flujos que pueden alcanzar entre tres y cuatro metros de espesor y velocidad de varios metros por segundo, y arrastrar bloques más grandes que un coche”.

La estación de monitoreo registra y envía a las diversas instituciones participantes del proyecto (CeGeo, Universidad de Colima, Centro Nacional de Prevención de Desastres y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología) las señales producidas por el descenso de un lahar, así como las imágenes, que son compartidas con las entidades de protección civil para la toma de decisiones durante un evento.

Un sensor sísmico registra un temblor como una señal corta que dura unos segundos; en cambio, la de un lahar es larga y continua; su amplitud se relaciona con la concentración del material sólido que transporta el flujo; de este modo, puede determinarse el riesgo y los daños por impacto, enfatizó.

La labor de difusión realizada por el equipo de Capra en poblaciones cercanas al volcán de Colima y al Popo fortaleció el sentido de prevención. “La gente ya sabe qué hacer: mantiene limpios los canales de escurrimiento, construye bordes de contención, conoce las áreas de las que deben alejarse y sabe que septiembre y octubre son los meses de mayor precipitación”.

El siguiente paso es que las estaciones de monitoreo analicen la señal de lahares in situ, y al momento de reconocer que el fenómeno rebasó el umbral mínimo de contenido sólido, enviar automáticamente una alerta directa a la población y a protección civil. “Cada una cuesta medio millón de pesos, pero si logramos mejorar nuestro sistema de alerta los costos se reducirían a menos de 10 mil pesos; además, el mantenimiento sería mínimo respecto del que realizamos hoy, pues tardamos semanas para colocar y calibrar el equipo”, finalizó.

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