Muestra reflexiva sobre la sociedad de consumo

Foto: Julia Meza.
Foto: Julia Meza.

Consume, acumula, posee”, son algunos de los imperativos con que el capitalismo ha logrado sobrepasar la economía y la política para moldear nuestra conducta, direccionar nuestras emociones y establecer la forma en que nos relacionamos y damos valor a los objetos y las personas.

Sobre este tema reflexiona la exposición colectiva Notas para una educación (económico-) sentimental, que se presenta en el Museo Universitario del Chopo, con los trabajos de siete jóvenes artistas mexicanos que articulan conceptual y formalmente críticas a diversos sistemas de producción y consumo comunes en la actualidad que evidencian la volatilidad de la economía y sus repercusiones en la vida afectiva de la gente.

A manera de una irónica bienvenida, la muestra da inicio con la pieza Zúunin/Trabajo (Traducción del zapoteco Teotitlán del Valle), de Andrea Medina (Oaxaca de Juárez, 1993). Es un tapete de lana negra y blanca que lleva escrita la palabra Zúunin en palo seco, sin rematar, el cual se encuentra comúnmente en los pisos de entidades corporativas.

De Omar Bocanegra (Ciudad de México, 1986) se muestran las esculturas cinéticas Elemento 4 y Elemento 6. La primera está conformada por un grupo de huacales que se activan cada 15 minutos cuyas tablillas se mueven de forma estrepitosa, y la segunda es un costal de arpillera verde suspendido que se balancea ondulante.

Dos cabinas de teléfono inservibles, celulares obsoletos que sólo son capaces de reproducir imágenes paisajistas del pintor romántico José María Velasco y una red confusa de cables, conforman la instalación hecha por Israel Urmeer (Ciudad de México, 1993) en la que se cavila sobre la manera en que las telecomunicaciones han utilizado imágenes idílicas reconocibles, con logotipos, para inculcar en los consumidores un ideario sentimental.

De la serie de esculturas legales, Educación fiscal, con la que Miguel Camacho (Ciudad de México, 1990) critica directamente las políticas y trámites burocráticos de la industria cultural –que tampoco se salva de los efectos del capitalismo–, se presenta una pieza que consiste en una vitrina para documentos vacía, la cual fue sometida por el artista –junto con las otras esculturas– a un negocio con empresas dedicadas a la industria del arte para la emisión de facturas por cero pesos.

Al fondo se pueden ver los trabajos de Carmen Huízar (Zacatecas, 1995) Aquí va a una fiesta un pastel Sanborns y Aquí va a una fiesta una colección de pintura. La primera es una serie de cuadros que emula los diseños de pasteles exhibidos en panaderías de barrio que pone en tela de juicio la conceptualización kitsch que llama la atención a élites del arte; la segunda alude, con la reproducción de cajas para trasportar pasteles utilizadas por Sanborns, a las torres de cajas amontonadas en las tiendas, producidas por Andy Warhol.

La instalación Estirpe, de Natalia Millán (Ciudad de México, 1986), evoca mediante tres piezas la práctica de envolver regalos –oficio al que se dedicaba la abuela de la artista– para criticar la esencia del obsequio como generador de vínculos afectivos.

Por último, hay tres obras de Cecilia Barreto (Ciudad de México, 1985): una textil, sin título; una pintura, también sin título; y la escultura Is never enough 12 en las que se representa, con los íconos de un toro en envestida y un oso en defensa, los valores hegemónicos del capital financiero de las bolsas de valores.

Notas para una educación (económico-) sentimental permanecerá abierta hasta el 18 de marzo, en la Galería Arnold Belkin del Museo Universitario del Chopo. Para más información, visitar: www.chopo.unam.mx.

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