Mujeres buscan independencia económica con oficios de “hombres”

Se abren, así, camino hacia la autonomía financiera y un cambio de paradigma: Marta Lamas, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género

Las mujeres trabajadoras de Ciudad de México revelan un nuevo tipo de lazo social al interior de la familia, basado en relaciones más reflexivas, estratégicas y contingentes, sin renegar del mandato de maternidad, de familia y de cuidados.

Esto lo aseguró Marta Lamas, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), de la UNAM, al fungir como presentadora del libro Mujer que sabe soldar: transformaciones subjetivas en mujeres trabajadoras con ocupaciones feminizadas y masculinizadas (2021), de Cristina Herrera, investigadora de El Colegio de México (Colmex).

Comentó Lamas que plomeras, soldadoras, carpinteras, albañilas son discriminadas por dedicarse a los oficios que son considerados de “hombres”. Sin embargo, estas mujeres se abren camino hacia la independencia económica y un cambio de paradigma con respecto a las profesiones masculinizadas y feminizadas. Sus historias se plasman en el libro.

A decir de la académica del CIEG, Mujer que sabe soldar es un estudio único y va acorde con los anhelos sobre la igualdad de género y los principios feministas.

El título del libro, editado por el Centro de Estudios Sociológicos del Colmex, es un guiño y homenaje al ensayo Mujer que sabe latín…, de Rosario Castellanos, quien recapitula las aportaciones de autoras como Santa Teresa, Virginia Woolf y Susan Sontag, por ejemplo.

Si bien Mujer que sabe soldar no se refiere a la historia de intelectuales y escritoras, como lo hace Rosario Castellanos, sí comparte las experiencias, sentimientos y concepciones de la vida cotidiana de 110 mujeres, madres de familia, de Ciudad de México que están buscando alcanzar la autonomía económica mediante oficios que son considerados masculinos, como plomería, carpintería, albañilería o soldadura –y todo lo hacen con las uñas largas– en un contexto de complejas relaciones patriarcales y capitalistas.

En este contexto, Marta Lamas se mostró sorprendida porque el libro exalta a Mujer que sabe latín…, de Rosario Castellanos, y no al ensayo “La abnegación: una virtud loca”, de la misma autora, quien critica el trato inequitativo de las mujeres frente a los hombres en México.

Las mujeres que participaron en los grupos de discusión no se asumen feministas, pero sí se sienten heroínas. Ellas son parte de un “feminismo espontáneo” que la academia y los activismos feministas tendrían que acompañar y comprender, acotó Marta Lamas, al recomendar el libro a un público conformado por estudiantes y comunidad académica de la UNAM y el Colmex.

Sobre su investigación, Cristina Herrera coincidió en que las mujeres del sector popular que participaron en talleres de herrería, plomería y carpintería del programa Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES) de Ciudad de México, no se dicen feministas porque asocian el movimiento a actitudes antihombres e individualistas que no las interpelan. En este sentido, es necesario que el feminismo sea capaz de articular más a los distintos grupos y demandas de los sectores populares.

Ana María Tepichin Valle, coordinadora del Centro de Estudios de Género del Colmex, expuso que el aumento en la participación laboral y la consiguiente reducción en la brecha entre hombres y mujeres no necesariamente se ha traducido en mejoras laborales para ellas.

“El libro revela que las mujeres mexicanas mayores de 15 años que trabajan: 37.7 % no cuenta con servicios de salud como prestación laboral, 41.9 % no tiene contrato de trabajo, 33.8 % no tiene alguna prestación laboral, sólo 55.2 % cuenta con vacaciones pagadas, 62.6 % recibe aguinaldo”, citó.

Amneris Chaparro, secretaria académica e investigadora del CIEG, expuso que el apellido Herrera le remite a Hefesto, el dios del fuego y de la metalurgia en la Grecia antigua. De tal suerte que la académica Cristina, como herrera que forja los metales, explica la realidad en clave sociológica y feminista.

A propósito de la introducción del libro de 352 páginas, cuatro capítulos y unas conclusiones, los ideales femeninos tradicionales de maternidad y cuidado de la pareja, les hijes y la familia “coexisten en tensión con la libertad personal” y la autonomía económica.

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