Mujeres científicas en México

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, presentamos a algunas mujeres muy importantes en el quehacer científico.

Desde el surgimiento de la ciencia, a las mujeres no se permitió participar en las actividades científicas. Las primeras tuvieron que luchar, primero, contra los prejuicios de la familia. Sus padres fueron sus principales opositores, y cuando algunas lograron superar este obstáculo se enfrentaron a la oposición de los científicos y de la sociedad en general.

Aún hoy, cuando uno pensaría que las mujeres ya pueden dedicarse a la ciencia sin problemas sociales o de género, siguen siendo pocas las científicas en las universidades.

En junio de 2018, durante el homenaje “Cartas a Alejandra” con el que el Instituto de Física (IF) recordó a Alejandra Jáidar Matalobos –la primera mujer en obtener el título de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM– se recordó que en ese instituto sólo 20% eran mujeres, entre investigadoras y técnicas académicas, y que en el Instituto de Ciencias Nucleares sólo había 30%. “Si eso pasa ahora, imaginemos lo que era en la época de Alejandra”, sostiene Manuel Torres Labansat, director del IF.

De acuerdo con el Centro de Investigaciones y Estudios de Género, en 2015 la población estudiantil de la UNAM estaba compuesta por 50.7% de mujeres y por 49.3% hombres, considerando que los porcentajes cambian por facultad y por carrera, por el posgrado y área del conocimiento.

La licenciatura en la que menos mujeres estaban inscritas fue la de Ingeniería mecánica y eléctrica pues por cada 100 estudiantes había 9 alumnas. En los posgrados, en físico matemáticas hubo 30 mujeres por cada cien hombres. En el caso de las carreras no científicas, la licenciatura en pedagogía tenía 480 mujeres por cada 100 hombres.

Sin embargo, la participación de la mujer en las carreras científicas no se relaciona con la capacidad, pues el promedio de las calificaciones en el bachillerato fue de 8.0 para las mujeres y 7.5 para los hombres.

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, presentamos a algunas mujeres muy importantes en el quehacer científico.

Matilde Montoya, primera médica mexicana

Después de muchos años de lo que parecía una carrera de obstáculos diseñada para evitar que alguna mujer entrara a un mundo exclusivo de los varones, el 24 de agosto de 1887, la joven Matilde Petra Montoya Lafragua se convirtió en la primera médica mexicana.

Matilde nació en la Ciudad de México el 14 de marzo de 1859. Al terminar su educación primaria a los 11 años quiso estudiar la secundaria, en aquellos años llamada escuela primaria superior, pero por su edad no fue admitida.

Estudió para partera en la Escuela Nacional de Medicina pero abandonó sus estudios por problemas económicos. Solicitó su inscripción en la Escuela Nacional de Medicina, en la que fue aceptada en 1882, a los 24 años.

Después de muchos problemas, y sólo gracias a un decreto que el presidente Porfirio Díaz emitió para que le realizaran su examen profesional, el 24 de agosto 1887 se recibió de médica partera.

Matilde Petra Montoya Lafragua murió el 26 de enero de 1938 después de más de medio siglo de abrir las puertas de la medicina a otras mujeres.

Helia Bravo Hollis y las cactáceas

A Helia Bravo Hollis, la maestra Bravo, se le estaba preparando un homenaje por su cumpleaños número cien, que sería el domingo 30 de septiembre de 2001. No se pudo celebrar porque la académica universitaria falleció el miércoles 26.

En ese homenaje se le iba a agradecer su prolongada trayectoria dentro de la UNAM Nacional como investigadora, pero sobre todo como docente. De ahí la manera en que sus alumnos de varias generaciones la llamaban: maestra Bravo.

A los 17 años se registró en la Escuela Nacional Preparatoria. Entre sus profesores estaban Erasmo Castellanos Quinto, Sotero Prieto, Vicente Lombardo Toledano e Isaac Ochoterena, quien más tendría una influencia decisiva en su formación científica.

Mientras estudiaba la prepa se convirtió en una experta en protozoarios y presentaba sus trabajos en la sociedad Antonio Alzate, que publicaba la Revista Mexicana de Biología.

En 1927 se convirtió en la primera bióloga titulada en nuestro país, y en 1929, año de la Autonomía Universitaria, el profesor Ochoterena le pidió formar el herbario y el estudio de las cactáceas mexicanas.

El Jardín del Desierto dentro del Jardín Botánico de la UNAM lleva su nombre. En el año 2000 se creó una Reserva de la Biosfera en Metztitlán, Hidalgo, en gran parte gracias a su trabajo en esa zona.

Hoy seis especies y una subespecie de cactus llevan su nombre.

Paris Pismish Acem y la moderna astronomía en México

Nacida en Estambul, capital de Turquía, en 1911, Paris Pishmish fue una de las primeras mujeres turcas en asistir a la Universidad de Estambul, donde obtuvo su doctorado en matemáticas, en 1937.

Gracias a una beca, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial viajó a la Universidad de Harvard, donde se incorporó al Observatorio de la Universidad. Ahí estuvo desde 1939 a 1942, año en que conoció a Félix Recillas, joven mexicano estudiante de astronomía, con quien se casó.

Se vinieron a México y de inmediato empezó a trabajar en el recientemente inaugurado Observatorio Astrofísico de Tonantzintla, en Puebla, en el que permaneció hasta 1946.

En 1948 se incorporó al Observatorito Astronómico Nacional de Tacubaya, que formaba parte de la Universidad Nacional. Ahí en Tacubaya, con ella inició la enseñanza de la moderna astronomía en la UNAM y en México.

Durante los más de 50 años que estuvo en la UNAM, la doctora Pishmish –quien falleció el 1 de agosto de 1999– hizo investigación, introdujo nuevas técnicas en el estudio del universo, creó revistas de astronomía, y como docente formó muchas generaciones de astrónomos y astrónomas. En el momento de su partida, de los 80 astrónomos en el Instituto de Astronomía, al menos 25 eran mujeres.

María Agustina Batalla Zepeda, “la maestra Mariagus”

María Agustina Batalla Zepeda, la maestra Mariagus, como era conocida por sus alumnos, fue un personaje entrañable en la Facultad de Ciencias. Nació el 28 de agosto de 1913 en la ciudad Iguala, Guerrero, y falleció el 15 de febrero de 2000 en la Ciudad de México.

Antes de llegar a la UNAM fue profesora de primaria y secundaria gracias a que había estudiado la carrera de maestra en la Escuela Nacional de Maestros.

Mientras trabajaba como profesora de primaria y secundaria estudiaba para obtener el grado de Maestra en Ciencias en la Facultad de Ciencias. Eso ocurrió en 1940, y en 1946 se doctoró en Ciencias Biológicas.

En la Facultad de Ciencias inició su labor docente en 1939 como profesora titular de botánica, y a partir de 1942 enseñó biología en la Escuela Nacional de Maestros.

Durante los trabajos de campo en el cerro del Ajusco, el bosque de Chapultepec o el cerro del Tepozteco, en Morelos, recogió algunas especies botánicas con los que inicio el Herbario de la Facultad de Ciencias.

Acompañada por alumnos y colegas que fueron sus alumnos, el 16 de noviembre de 1999, durante la ceremonia por los 60 años de la Facultad de Ciencias, se le otorgó un diploma como exalumna pero sobre todo por su contribución al desarrollo de la ciencia en México.

María Elena Caso y las estrellas de mar

El estudio sistemático de los equinodermos en México empezó con María Elena Caso Muñoz, la primera especialista en estas especies acuáticas en nuestro país.

Nació en la Ciudad de México el 18 de diciembre de 1915, y gracias a que su padre, Antonio Caso Andrade, fue director de la Escuela Nacional Preparatoria en 1909 y uno de los fundadores del Ateneo de la Juventud, su niñez transcurrió en un estimulante ambiente intelectual.

La joven María Elena estudió biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM, en la que también obtuvo el grado de Maestra en Ciencias Biológicas. En 1961 se doctoró con el trabajo Los equinodermos de México, en el que reunió toda la información que había en esos momentos sobre estos animales –cuyo exclusivo esqueleto interno está formado por osículos calcáreo– de nuestro país, principalmente de asteroideos, ofiuroideos, equinoideos y holoturoideos.

En 1939 fue cofundadora junto con el doctor Enrique Rioja Lobianco del Laboratorio de Hidrobiología en el Instituto de Biología, a partir del cual en 1967 se creó el Departamento de Ciencias del Mar y Limnología, convertido en Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) en 1981.

María Elena Caso Muñoz falleció el 6 de noviembre de 1991.

María Teresa Gutiérrez Vázquez, un nuevo enfoque en la geografía

El 4 de septiembre de 2017 falleció una de las investigadoras más notables del Instituto de Geografía, de la UNAM: María Teresa Gutiérrez Vázquez, una geógrafa especializada en la geografía urbana y geografía de la población.

Fue la primera geógrafa que demostró que utilizando los mapas como herramienta se podía observar el desarrollo y distribución de la población en México, y hace 50 años señaló que la Ciudad de México estaba creciendo en forma desordenada y previó muchos problemas que ahora tratamos de resolver.

Muy joven, en 1944, fue ayudante de Pedro Carrasco Garrorena en la clase de meteorología y más tarde dio clases de geografía humana, geografía de México, lexicología geográfica, laboratorio de meteorología, geografía económica y geografía demográfica.

Ella cambió el enfoque de los estudios demográficos hacia un enfoque de geografía poblacional, en el que se incluyen factores humanos y físicos lo cual permiten comprender de una manera más amplia la evolución de la población.

La doctora Gutiérrez Vázquez Investigadora Emérita del Instituto de Geografía de la UNAM, del cual fue dos veces su directora. Nació en la Ciudad de México en 1927.

Alejandra Jáidar Matalobos, la primera mujer graduada en física

Quienes conocieron a Alejandra Jáidar recuerdan que una de sus características fue ser convincente. Con decisión y simpatía lograba todo lo que se proponía. Y así fue desde jovencita cuando tuvo que convencer a su papá de que la dejara estudiar física.

Años después consiguió que algunas empresas privadas financiaran la infraestructura del Instituto de Física. Gracias a sus gestiones, Ingenieros Civiles Asociados participó en la construcción del edificio que contiene el acelerador Van de Graaff de 5.5 megaelectrón-volts, donado al Instituto de Física por la Universidad de Rice.

Alejandra Jáidar Matalobos nació el 22 de marzo de 1938 en el puerto de Veracruz pero vino a la Ciudad de México a estudiar la secundaria y la preparatoria, en la Universidad Femenina de México.

Ingresó a la Facultad de Ciencias de la UNAM, y fue la primera mujer en graduarse en física. Sin embargo, al recibir su título descubrió algo que le incomodó. Ella era física, no físico, así que solicitó que se corrigiera el error. No sabemos si lo logró, pero hoy cuando una joven termina su licenciatura en física en los títulos se pone cuidado al hacer la distinción de género.

Todos conocían sus quejas de que no había textos de difusión científica en español, y estaba convencida de que las universidades tenían la responsabilidad de promover la publicación de este tipo de libros.

Gracias a su tesón apareció la colección La ciencia desde México, hoy llamada La ciencia para todos, del Fondo de Cultura Económica, donde invitaba a investigadores universitarios a escribir libros de ciencia para un público no especializado.
Alejandra Jáidar Matalobos falleció el 23 de septiembre de 1988.

Berta González Frankenberger, una partida prematura

En septiembre de 2013 falleció Berta González Frankenberger, una joven investigadora del Instituto de Neurobiología. Egresó de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, en la que estudio biología.

Gracias a su proyecto de investigación sobre el desarrollo del habla y procesamiento de la voz de niños neonatos y prematuros, en instituciones médico universitarias de Canadá y Francia, obtuvo una de las 15 Becas Internacionales que cada año otorga la UNESCO y la Fundación Ciencia de L’Oreal para apoyar los trabajos de investigación científica de mujeres en el mundo.

Con su partida, quedaron truncos muchos proyectos de esta joven investigadora.

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