Mujeres, con menor acceso a los dispositivos

Además, se complica por la falta de escolaridad con la que cuentan en las etapas más tempranas de su vida: Marissa Vivaldo, del SUIEV

En situaciones de emergencia, como la pandemia, debe ser un derecho.
Las mujeres tienen mayores dificultades para tener acceso, usar y apropiarse de la tecnología, señala Marissa Vivaldo, integrante del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV).

Un ejemplo muy relevante, agrega en entrevista con Gaceta UNAM, es que ellas, debido al trabajo dedicado a los cuidados, disponen de menos tiempo para dedicarse a explorar dispositivos.

El SUIEV realizó una investigación con la Universidad de Stirling en Escocia y el Instituto de Calcuta de India. Se encuentra en proceso de edición y se publicará en un libro. En el estudio, acota, “realizamos entrevistas, tanto en nuestro país como en Escocia e India. En México, que es la parte que nos corresponde a nosotros, hicimos entrevistas en diferentes estados de la República. Trabajamos con hombres y mujeres, en espacios rurales y urbanos, con diferentes ingresos económicos y escolaridad”.

Las políticas públicas son muy importantes, precisa la especialista, ya que tienen que poner un énfasis en la instrucción de las mujeres en la tecnología. “Esta se complica por la falta de escolaridad que tienen en las etapas más tempranas de su vida; pero también en muchos casos las oportunidades de educación, a lo largo de la vida, se ven limitadas por, justamente, el trabajo de cuidados que tienen que desempeñar. Durante la pandemia lo anterior se dio de manera muchísimo más enérgica porque aumentó, de forma desproporcionada, en el caso de las mujeres, el trabajo de cuidados”.

Durante las entrevistas, cuenta Vivaldo, les decían: “A mí me gustaría aprender a utilizar el celular, ¿pero y la comida?, ¿y la lavada de la ropa?, ¿y los niños?, ¿y los enfermos?”.

Otro hallazgo importante tiene que ver con el territorio, añade. “Las personas que habitan en zonas urbanas cuentan con acceso, obviamente, a una infraestructura tecnológica mucho más amplia. Y en las rurales no solamente es enfrentarse a la necesidad de recursos económicos para comprar un dispositivo, sino además tener toda la infraestructura tecnológica para contar con señal e internet”.

Interés manifiesto

Nos enfrentamos a discursos mediáticos que dicen que las personas mayores no están interesadas en la tecnología, asegura; “pero en el estudio encontramos que sí, y además que las utilizaron como medio para mantener la conexión social: para comunicarse con sus familiares y como una herramienta que les permite acceder a nuevos conocimientos, tener más entretenimiento y vinculación con otras personas de cualquier edad”.

Existen otros usos, expone, por ejemplo: “Un señor de un área rural, campesino, decía que a él le gustaba mucho el teléfono celular y, sobre todo, YouTube, porque podía aprender muchas cosas, como investigar qué enfermedades tienen las vacas, y así podía darse cuenta qué les estaba pasando”.

Hay quienes lograron incorporarse a otro tipo de situaciones; es el caso de las ventas, indica. “Entrevistamos a una persona que se dedicaba a la magia que se había quedado sin trabajo en la pandemia; entonces, junto con otros compañeros más empezaron a dar espectáculo por Facebook. Se vieron en la necesidad de aprender a usarlo porque de lo contrario se iban a quedar sin trabajo”.

La gente genera sus propias estrategias de aprendizaje, dice. “Hubo alguien que cuando se le apagaba el teléfono ya no sabía si estaba descompuesto. Pero en la comunidad había un señor, de una tienda de abarrotes, encargado de resolver las dudas. Y les decía: ‘es que se bajó la batería o de aquí se prende’. Y al final todos van tomando nota y aprenden, y se convierten en una red de apoyo para los otros”.

Lo que se desprende de la investigación, concluye, es que se deben desarrollar políticas públicas para que las personas mayores se incorporen a la tecnología, como pueden ser los espacios educativos. “Pero también, el estudio visibiliza que, en situaciones de emergencia, como la pandemia, el acceso a las tecnologías debe ser un derecho. En algunos países de Centroamérica y Sudamérica los gobiernos gestionaron el acceso gratuito a internet durante la emergencia sanitaria, para todas las poblaciones, incluidas las mayores”.

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