Desaparecidos, una crisis de derechos humanos

Necesario, hacer un diagnóstico más preciso

El objetivo: saber qué está detrás de este fenómeno y encontrar con mayor rapidez a las personas: Karina Ansolabehere, especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas

Hay que evitar que el problema siga creciendo como una bola de nieve.

Con más de 105 mil personas desaparecidas, México enfrenta hoy una grave crisis de derechos humanos, por lo que es urgente realizar un diagnóstico más preciso para saber qué está detrás de este fenómeno, encontrar con mayor rapidez a las personas y evitar que el problema siga creciendo como una bola de nieve.

Karina Ansolabehere, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) e investigadora del Observatorio sobre Desaparición e Impunidad, aseguró que, ante la magnitud de la crisis, lo más importante es generar políticas públicas que permitan garantizar el derecho a la verdad, la justicia y la reparación para las familias, así como el derecho de las personas desaparecidas a ser buscadas.

Para entender la dimensión del problema de las desapariciones en nuestro país, la universitaria precisó que lo primero es reconocer que se trata de la expresión de múltiples fenómenos relacionados con la violencia: “la estrategia de la desaparición se utiliza por múltiples perpetradores; hoy en día la gente desaparece principalmente a manos de agentes del Estado, en lo que se conoce como desapariciones forzadas y en la que intervienen policías municipales, estatales o federales; pero también por parte de los miembros de grupos del crimen organizado o los que manejan las redes de trata; sin dejar de reconocer que, detrás de la desaparición de un gran número de mujeres están sus parejas sentimentales o personas cercanas a la familia”.

Subrayó que en las investigaciones se han podido identificar múltiples generadores de la violencia, con todo un repertorio de estrategias que interactúan entre sí para dar origen a lo que se conoce como la violencia estatal, la criminal y la de género, de tal forma que para avanzar hacia una solución, hay que pensar en actuaciones de mayor cobertura que permitan romper con el régimen de impunidad.

La especialista dijo que un buen diagnóstico no puede limitarse únicamente a un tema de estadísticas o de números, y el actual Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas cuenta con información pública muy limitada únicamente sobre quién y dónde desaparecen las personas, pero para poder tener investigaciones más ágiles y precisas, es indispensable incorporar a ese registro datos que son fundamentales para el estudio y la investigación, como la edad de las víctimas, pertenencia de grupo social, oficio o profesión, colonia o municipio, contextos de violencia y posibles perpetradores.

Por otra parte, sobre el Centro Nacional de Identificación Humana, la investigadora señaló que puede convertirse en una herramienta muy valiosa para avanzar en las líneas de trabajo, tanto para los mecanismos de búsqueda, como para las investigaciones penales, además de que puede aportar datos claves para los familiares y para los mecanismos de identificación de cuerpos y restos humanos que permanecen en los servicios médicos forenses, así como en las fosas comunes o clandestinas.

Papel de las universidades

Karina Ansolabehere destacó que el papel de la academia y de las universidades es fundamental, pues si bien hay un acompañamiento con las organizaciones, los colectivos y las familias, al no estar en la primera línea de acción hay condiciones para un mejor análisis y comprensión de las dinámicas de las desapariciones y poder aportar a los conocimientos que ya tienen las familias y la sociedad civil.

“Las universidades tenemos una función clave que es la de trabajar con nuestros estudiantes, darles herramientas para documentar, para comprender estos fenómenos e involucrarlos en ellos; para que puedan ser actores que contribuyan a la documentación y comprensión, aportar a los movimientos sociales y a las instituciones oficiales.”

Comentó que varias instituciones educativas se encuentran trabajando en la elaboración de un repositorio con documentación sobre las desapariciones México, mismo que está pensado a largo plazo a fin de recopilar toda la información posible, tanto de la academia como de colectivos, familiares o documentos oficiales de tal forma que todos esos no se dispersen o se pierdan y puedan servir para un registro histórico y las investigaciones judiciales.

Por ejemplo, abundó, en el Instituto de Investigaciones Jurídicas se han realizado con éxito dos cursos de documentación, análisis y sistematización de información sobre desapariciones, los cuales han tenido una gran aceptación, y la idea es que cada vez más personas se involucren y se comprometan, justamente para que el trabajo de documentación, de preservación y de reflexión se haga de manera sistemática.

Necesitamos generar un amplio compromiso desde las universidades para poder contribuir en la generación de conocimiento y de las herramientas de investigación, además de propiciar el diálogo con la sociedad civil, con las familias, con las autoridades, concluyó.

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