Desarrollo científico de vanguardia

Neurobiología, 25 años de trabajo académico brillante

Periodo rico en historias de esfuerzo, logros e innovación; el Instituto reinventa y entrelaza la investigación

181001-Com3-etiquetaPara Alfredo Varela Echavarría, director del Instituto de Neurobiología, el entender cómo se forma el cerebro, se comunican las neuronas y cómo afecta la capacidad de movimiento, de recordar o sentir, son grandes aventuras de la humanidad que el Instituto ha narrado desde hace 25 años.

Durante la ceremonia de aniversario, Varela Echavarría recordó que “todo empezó hace 25 años, en 1993, cuando un grupo de colegas del Instituto de Investigaciones Biomédicas, liderados por Flavio Mena Jara, conjuntaron esfuerzos para fundar el Centro de Neurobiología que posteriormente se convertiría en el Instituto, con el propósito de fortalecer y darle continuidad a la investigación neurocientífica que se desarrollaba en nuestro país”.

Por medio de un video, el rector Enrique Graue Wiechers felicitó a la entidad por el esfuerzo y dedicación al estudio neurobiológico durante un cuarto de siglo. “Son años ricos de historias, de esfuerzos y de estudios, de docencia y éxito; también son años de innovación, no sólo por haber descentralizado la investigación sino también por reinventar y entrelazar la investigación científica con el compromiso social y la rehabilitación temprana de los daños neurológicos”.

En el Teatro Flavio Mena, el exrector de la UNAM y titular de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, José Sarukhán Kermez, manifestó su orgullo por lo que se ha logrado en Neurobiología, por el apoyo que ha dado a universitarios más jóvenes para que se fortalezcan en esta especialidad. “El sueño de Flavio y de muchos otros está aquí; el Instituto es una realidad”.

 Q José Sarukhán, Leonardo Lomelí, Alfredo Varela y Carlos Arámburo. Foto: Erik Hubbard.
José Sarukhán, Leonardo Lomelí, Alfredo Varela y Carlos Arámburo. Foto: Erik Hubbard.

Evolución

Formalmente esta entidad fue creada por el Consejo Universitario en el piso tres de la Torre de Rectoría entre un agitada tarde del 24 y la madrugada del 25 de septiembre de 1993. Ésta –recordó Carlos Arámburo de la Hoz, miembro fundador del Instituto– se reconoce como su fecha de nacimiento.

Después de un periplo por la geografía mexicana, se eligió a Juriquilla como la sede foránea para ubicar al centro, así se contribuiría a la descentralización de la investigación científica en la UNAM.

Con una donación de más de cien hectáreas de terreno –por parte del gobierno de Querétaro– se fundó el nuevo campus universitario, cuya primera piedra se colocó el 10 de mayo de 1994. Ocho años después, en abril de 2002, se transformó en Instituto, dirigido por Carlos Arámburo.

El universitario reconoció “a quienes iniciaron el viaje incierto a Ítaca –25 académicos y un puñado de estudiantes– a bordo de una de barcaza con más incertidumbre que realidades para perseguir un sueño y a quienes se han sumado a esta interminable travesía para convertirse en una nave más fuerte que busca nuevos trayectos y puertos a donde atracar”.

Por su parte, Leonado Lomelí, secretario general de la UNAM, aseguró “que los 25 años del Instituto y de su vida académica no son un número sino un momento propicio para hacer un balance de lo que se ha hecho. Neurobiología reafirma su carácter nacional al ser un ejemplo exitoso de descentralización de la investigación y propiciar una relación de colaboración con las universidades de los estados”.

El presidium coincidió en que Neurobiología representa un modelo para promover ciencia, tecnología, educación superior y cultura en apoyo al desarrollo regional, con infraestructura de clase mundial y el capital humano para realizar investigación de vanguardia; no obstante, el reto es superar está realidad.

Probablemente en otros 25 años, pronosticó Varela Echavarría, las neurociencias contarán con un conocimiento más profundo e integral sobre las conexiones entre las diversas regiones del cerebro; la imagen cerebral tendrá mayor resolución; se integrará en mayor medida el conocimiento del desarrollo estructural y funciones del sistema nervioso endócrino con la regulación genómica y epigenómica, con miras en mejorar la salud y con fines terapéuticos.

Y concluyó: “En tiempos críticos como los que hoy vivimos, el trabajo honesto y creativo da sustancia a la Universidad, lo que nos permitirá transitar a los siguientes años”.

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