Impartió una conferencia en la UNAM

No existe justicia sin igualdad: Rigoberta Menchú Tum

Tiene una función educativa, si enseñamos que es para castigar y vengarse, nos equivocamos, porque debe servir para recuperar el equilibrio en la sociedad: Raúl Contreras Bustamante

La activista y Premio Nobel de la Paz se incorporará como profesora de Derecho. Foto: Víctor Hugo Sánchez.

Es imposible que haya justicia si no existe el principio de igualdad, en condiciones y en derecho; no obstante, fenómenos como el racismo, la discriminación y la desigualdad persisten en contra de los pueblos indígenas y otros grupos, afirmó Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz 1992.

Al dictar la conferencia Justicia Indígena, en el Auditorio Ius Semper Loquitur de la Facultad de Derecho (FD) de la UNAM, añadió que como integrante de los pueblos originarios ella tiene una herramienta que ha usado profundamente: la conciencia propia de cuáles son sus derechos.

De forma adicional, aconsejó a los jóvenes estudiantes tener mucha autoestima “porque el mundo no es color de rosa y está lleno de otros males, las ‘siete vergüenzas’ lo llaman los mayas, como la envidia y el odio”; así como buscar la armonía y la verdad legítima. De esa manera tendrán una vida útil y plena, “eso es lo que buscamos, ser felices”.

La activista y defensora de la paz refirió que la justicia indígena busca, en primer lugar, la armonía y el equilibrio, no el castigo. Y para llegar a ello deben incurrir todos los grados de autoridad de una comunidad, y no sólo un juez. Además, se aplica el sentido común universal de que el delito se debe juzgar en el lugar donde se cometió y no en otro.

Los pueblos indígenas tienen un sistema ancestral para la resolución de todo tipo de conflictos, y en realidad, el derecho indígena no es un tema nuevo, aclaró.

Éste incluye un sistema basado en la cosmovisión de los pueblos; hay reglas que fundamentan el derecho individual y colectivo como un todo, en conjunto, pero con caracterización propia. Por ejemplo, el daño hecho a alguien también pudo impactar a otros, por lo que los demás se hacen presentes para encontrar una solución.

“Lo que más me impresiona del derecho indígena es que repara el daño al individuo y al colectivo, y al mismo tiempo es conciliador, preventivo, consultivo y educativo. El resultado es un precedente del cual aprenden las personas”, señaló.

Los pueblos indígenas no sólo usan un código de costumbres para la resolución de sus conflictos; además, tienen un sistema que busca la armonía, reiteró.

En el derecho indígena también interviene un elemento fundamental: el uso del sentido común. Las autoridades toman de inmediato cartas en el asunto e impulsan el acuerdo y la reparación del daño. Se promueve la verdad y el perdón.

Para la justicia indígena, ancestral e histórica, que ha pasado por procesos de colonización, invasiones, influencias y violencias, también hay retos, entre ellos, superar los estigmas y versiones que señalan, por ejemplo, que el derecho entre las comunidades consiste en azotar a una persona, es decir, el sensacionalismo. “Se debe repudiar la visualización de la violencia como derecho”, sentenció.

Esa justicia tiene impacto en lo personal, en la familia, los grupos, la comunidad y, en específico, en la memoria colectiva. El derecho indígena es dinámico, propositivo y evolutivo. Nos invita a la celebración de la vida y al equilibrio para una vida plena, concluyó Rigoberta Menchú.

El director de la FD, Raúl Contreras Bustamante, resaltó la nueva faceta de Rigoberta Menchú como profesora de la entidad a su cargo, ya que su Consejo Técnico, en su sesión más reciente, “autorizó que se incorpore de manera oficial y ya formalizaremos este trámite”.

Consideró necesario repensar cómo poner un freno a la violencia; no acostumbrarnos, ni resignarnos a vivir con ella. La impartición de la justicia tiene una función educativa; si enseñamos que es para castigar y vengarse, nos estamos equivocando, porque la justicia debe servir para recuperar la armonía y el equilibrio en la sociedad, finalizó Contreras.

Al presentar a la ponente, Norka López Zamarripa, coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Rigoberta Menchú Tum, la calificó como una mujer comprometida con sus ideales y luchadora incansable por los derechos humanos, y afirmó que hoy la justicia indígena es una materia pendiente en la agenda nacional, y la lucha en pro del reconocimiento de los pueblos originarios es constante.

La ganadora del Nobel, “a lo largo de su vida ha demostrado la importancia de alzar la voz por las causas justas”, destacó la académica universitaria.

En la conferencia estuvieron el secretario general de la Facultad de Derecho, Ricardo Rojas Arévalo, y el recipiendario de la mencionada Cátedra, Manuel Granados Covarrubias.

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