Nuestras antígonas están furiosas y cansadas de morir

Participó Moira Fradinger, profesora asociada de Literatura Comparada de la Universidad de Yale

La figura de Antígona de Sófocles se multiplica en la América nuestra. Las antígonas están en las calles: son madres, hermanas y colectivas presentes en los activismos feministas, en los movimientos sociales; toman la palabra en el espacio público y están furiosas; se desarrollan desde diversos enfoques y en las formas artísticas. Nuestras antígonas desafían los autoritarismos, las oligarquías; exigen su derecho al luto y a la justicia. Ejercen una lucha antisistémica para que se acabe el patriarcado y, por si fuera poco, están cansadas de morir.

Así lo expresó Moira Fradinger, profesora asociada de Literatura Comparada de la Universidad de Yale, quien ofreció la conferencia magistral “Nuestras antígonas: de madre patria a asamblea revuelta” en el Auditorio Mario de la Cueva, y en el marco de la Tercera Conferencia Anual de The Latin America Interdisciplinary Gender Studies Network (LAIGN), organizada por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México en colaboración con el Consejo de Estudios Latinoamericanos e Ibéricos (CLAIS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Yale, y la UNAM-Boston.

En la conferencia, Moira Fradinger ofreció avances sobre las tesis que propone en el libro Antígonas. Writing from Latin America, editado por Oxford University Press, próximo a publicarse. A partir del análisis de algunas obras como Antígona Vélez (1951), de Leopoldo Marechal; Antigòn an Kreyòl (1953), de Felix Morisseau-Leroy; Antígona furiosa (1986), en homenaje a las Madres de la Plaza de Mayo, de Griselda Gambaro; Podrías llamarte Antígona (2006) de Gabriela Ynclán; Usted está aquí (2009), de Bárbara Colio y otros textos dramáticos (no tenemos espacio para nombrar el extenso corpus), la autora rastrea las formas en que el mito y la tragedia griega Antígona de Sófocles se ha canibalizado, rumiado y representado en América Latina y el Caribe desde el siglo XIX hasta nuestros días.

¿Cuál es la trama de Antígona? Recordemos que en la tragedia de Sófocles, el personaje de Antígona confronta el mandato de Creonte, quien decide –de manera unilateral– que Polinices, hermano de Antígona, no debe ser sepultado, luego de morir en batalla en Tebas. Sin embargo, Antígona no acata la orden, intenta enterrar a su hermano y –por esa acción contraria a la ley– recibe el máximo castigo: morir en una cueva, pero ella se adelanta al destino marcado y se suicida.

Moira Fradinger afirmó que la imaginación americana sobre Antígona comenzó en el año 1824 en Buenos Aires con la versión vernácula del mito griego Argia. Una tragedia en cinco actos, de Juan Cruz Varela.

La trama da cuenta del secuestro del hijo de Argia, esposa de Polinices –el insepulto– y de cómo ella clama al poder para que aparezca. ¿Nos suena conocida esta anécdota? Argia es un “escalofriante augurio del terrorismo de Estado que permeará nuestra vida política real hasta hoy. La tragedia de Argia es un molde para las futuras antígonas”, expuso la académica.

Las antígonas latinoamericanas se multiplican conforme las violencias azotan y avanzan en las naciones del continente: “las antígonas del siglo XXI están cansadas de morir. Son las mujeres de a pie, las heroínas de todos los días, que se congregan en multitudes no sólo para enterrar al insepulto, sino a las insepultas, para pedir otro universal imposible: que se acabe el patriarcado, que en primer lugar las hizo madres de la nación”.

Mujeres en prisión

En respuesta a la conferencia magistral, Marisa Belausteguigoitia, directora del CIEG, recordó que en 2017 Mujeres en espiral: sistema de justicia, perspectiva de género y pedagogías en resistencia, proyecto de investigación/acción participativa, realizó el cortometraje Cihuatlán: antígonas de Santa Martha con las presas del Centro Femenil de Reinserción Social a partir de la relectura y apropiación de Antígona de Sófocles. Este filme hizo aparecer en la Universidad, mediante siluetas y la técnica audiovisual croma (pantalla verde), los saberes de las mujeres de Santa Martha que claman por ser visibles y por el acceso a la justicia.

Las mujeres que protagonizaron el corto podrían ser consideradas antiantígonas porque en lugar de salvar a sus familiares buscan salvarse de ellos, ya que cayeron presas por pagar delitos que cometieron hombres cercanos a su núcleo familiar. Ellas hablan en náhuatl, están enfermas y cansadas, son pagadoras, detalló Marisa Belausteguigoitia.

Para resaltar las maniobras de estas antiantígonas en prisión y cerrar la conferencia, Gisel Tovar, jefa del Departamento de Prácticas Artísticas y Autoedición del CIEG, expresó que las mujeres antiantígonas, de Santa Martha Acatitla quieren ser Polinices para ser vistas: “necesitan interrumpir el sistema familiar y de cuidados para mirar hacia sí mismas, hacia la preservación de su vida, hacia la búsqueda y garantía de sus derechos”.

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