“Nunca había tenido problemas de erección”

El médico dice que es probable que la disfunción desaparezca cuando me recupere por completo, señala Armando

Ilustración: Andrés Otero.
Armando contrajo la Covid-19 a finales de enero de 2021 y su enfermedad se extendió cerca de tres meses hasta que dio negativo los últimos días de abril. En algún momento pensó que iba a morir porque su oxigenación llegó a estar en 70 por ciento y el daño pulmonar era severo. Requirió oxígeno de un tanque por más de dos meses, y no pudo ir a un hospital porque no había lugar. Cursó toda su enfermedad en casa hasta que se recuperó.

El comerciante de 51 años comenta que la secuela más grave que tenía era el cansancio y la falta de aire, lo que hacía que no pudiera realizar sus actividades “me cansaba muy rápido, no podía subir más de tres escalones seguidos porque necesitaba descansar para seguir”.

La recuperación fue lenta; no obstante regresó a sus actividades de forma paulatina bajo monitoreo de su médico familiar, además de un cardiólogo y un neumólogo.

“Retomé mi vida sexual poco a poco, con supervisión médica. Mi cardiólogo me sugirió tener un oxímetro a la mano y checar mi frecuencia cardiaca, respiratoria y oxigenación por si me cansaba demasiado. Algunas veces tuve que parar porque no podía respirar, y alcanzaba más de cien pulsaciones por minuto”, menciona Armando.

“Nunca había tenido problemas de erección y estaba contento porque después de la Covid tampoco los estaba padeciendo –apunta–. El médico sugirió que tomara algún auxiliar si acaso tenía dificultad; sin embargo, eso no pasaba. Posteriormente, me dio un infarto cerebral, el cual fue catalogado como una secuela del SARS-CoV-2. Fue un evento poco grave, de acuerdo con el neurólogo que me atendió de emergencia en un hospital público de Ciudad de México. Allí comenzé con problemas.”

Después del evento cerebral, la prioridad para Armando fue recuperar todas sus funciones. Se le olvidaban las cosas, se quedaba en blanco en ocasiones y cuando leía en momentos simplemente no podía seguir porque no entendía ya las letras.

“Intenté recuperar de nuevo mi vida sexual, pero entonces ya empecé con la disfunción eréctil. El médico me dijo que no se le hacía raro que no pudiera mantener una erección porque estaba muy afectado de los pulmones, además del daño cardiovascular y, ahora, por el infarto cerebral. Nunca me había pasado. Ahora tengo que tomar Tadalafil de manera regular. Esta fue la mejor opción según mi doctor”, lamenta Armando.

“Lo que más me pesa es no saber si algún día podré tener una erección sin tomar medicamento; he recuperado otras funciones: cada vez me canso menos, ya olvido pocas cosas, los estados de confusión se han ido reduciendo, pero la disfunción sigue. El médico dice que es casi un milagro que esté vivo y que quizá la disfunción desaparezca cuando me recupere por completo”,

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