Jornada de reflexión organizada por el IISUE
Para especialistas, la evaluación no se puede entender sin el proceso de enseñanza-aprendizaje
Hay que ayudar a los maestros a tener una mirada más sistémica, amplia: Frida Díaz Barriga
La evaluación en la educación es uno de los temas más polémicos hoy en día. Para las políticas públicas es importante, para los rankings internacionales y los consumidores de la educación, vista con la lógica del mercado, también lo es. Sin embargo, hay muchas críticas de los efectos no deseados de estas políticas en los alumnos y en los docentes, en las escuelas, sensaciones varias y malestar. Entonces, ¿qué hacemos?, ¿qué alternativas hay?
En la jornada Horizontes para una evaluación socialmente más justa, organizada por el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) en colaboración con la Universidad de Chile y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), moderada por Gabriela de la Cruz, directora del IISUE, estas interrogantes fueron los ejes a partir de los cuales cuatro especialistas en el tema reflexionaron sobre el deber ser de la evaluación, en la mesa redonda Evaluación educativa: una perspectiva internacional.
Para Felipe José Hevia, profesor investigador del CIESAS, la respuesta está en pensar otro “paradigma político que nos permita integrar la evaluación dentro de un paradigma más amplio, no como un mecanismo de control, sino como un mecanismo para seguir aprendiendo”. ¿Con qué objetivo? Una alternativa “que mejore no sólo la calidad de la evaluación, sino que permita una evaluación orientada hacia los fines que la sociedad deposita en la educación: una sociedad más justa”, sostuvo.
En este mismo sentido se expresó María Teresa Flórez Petour, profesora de la Universidad de Chile. “¿Cómo evaluamos de otra manera? ¿Evaluar o no evaluar? ¿Cuál es en realidad el dilema? No es tanto evaluar o no evaluar, sino en qué marco de políticas se inserta la evaluación. Lo que se critica es la meritocracia. Lo que se está buscando es el bienestar colectivo e individual. Y esto es posible, como lo han demostrado experiencias de evaluación alternativas que se han llevado a cabo en varios países, como Chile y Argentina”.
En su participación, Frida Díaz Barriga, profesora del posgrado en Psicología de la UNAM, habló sobre el proyecto en el que participa: “Evaluación para el aprendizaje. Experiencias de trabajo con profesores mexicanos”, de la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM con diferentes instituciones educativas de la nación. Esta experiencia intenta comprender, en otros aspectos, la cultura de la evaluación, “ver qué hay que retomar y cambiar, porque es importante el instrumento, pero se le tiene que dar un sentido”, de “reproducción de contenido, a exámenes como posibilidad para comprender y aplicar el saber”.
Consideró como un error “desacreditar la evaluación sumativa, tiene que pensarse cuál es su sentido, cuál es su momento y para qué nos sirve. Hay que ayudar a los maestros a tener una mirada más sistémica, más amplia. La evaluación no se puede ver sin la enseñanza-aprendizaje. Tiene que ser ese matrimonio perfecto, entre el proceso enseñanza-aprendizaje con la evaluación”.
En el evento también participó Francisco Miranda López, titular de la Unidad de Evaluación Diagnóstica en la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), quien compartió su experiencia al frente de esta entidad, con una propuesta que han intentado poner en práctica en todo el país en materia de evaluación de aprendizajes. Esta iniciativa representa giros y rupturas conceptuales y metodológicas que tienen repercusiones importantes en el Sistema Educativo Nacional (SEN). “Se le quita fuerza a la evaluación, ya no es un fin, sino un medio que debe estar relacionado con los procesos de mejora continua”, consideró.
Si bien lo propuesto por MEJOREDU representa un rompimiento con las anteriores políticas educativas, la puesta en marcha de este planteamiento no ha estado exenta de retos y tensiones, resistencias varias y realidades apabullantes. Para Miranda, además de las cuestiones políticas, “estamos dejando de lado los exámenes, pero todo instrumento sigue teniendo una visión standard; debemos resolver la sobrecarga administrativa que generan estos procesos de evaluación en las tareas del día a día de los docentes; consolidar la articulación entre lo diagnóstico y lo formativo; desarrollar estrategias de evaluación dirigidas a poblaciones en mayores condiciones de vulnerabilidad; y avanzar en estrategias de evaluación-información y retroalimentación a nivel del SEN a partir de mecanismos regionalizados”.
A la mesa se sumó la presentación del libro Evaluación educativa y justicia social, publicado este año por el CIESAS, con los comentarios de Frida Díaz Barriga Arceo, Mario Rueda Beltrán (investigador del IISUE), Moramay Guerra García, del Centro de Estudios sobre la Enseñanza y el Aprendizaje del Derecho, y José Martínez Guerrero, de la Facultad de Psicología.