Pare de sufrir: ser feliz no es obligatorio

Actualmente parece que ser feliz es el único objetivo de la vida , sin embargo estructuralmente el ser humano no es feliz, y quizá lo que nos hace humanos es la carencia existencial hace que nos mantengamos constantemente insatisfechos, asegura Ricardo Trujillo, de la Facultad de Psicología de la UNAM

Mucha gente está convencida que vivimos en una época en la que la felicidad no sólo es el único objetivo de su vida, sino una obligación, como si ser feliz fuera una forma de trabajo. Otros tienen la impresión de estar sumergidos en la religión de la felicidad, en la que el dogma es mirar hacia adelante sin voltear atrás y no tener tiempo para la tristeza.

Desde hace algunos años hemos escuchado en algunas estaciones de radio que nos unamos a los optimistas, que una sonrisa es la llave que abre cualquier puerta, que los pensamientos positivos evitan que nos enfermemos y que cuando ya estamos enfermos el alivio llegue más rápido.

Sin embargo, a pesar de lo que consideren los gurús de la felicidad ésta no sería un asunto personal, sino de nuestros gobiernos. En 2012, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad “como reconocimiento a la importancia de la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo” y porque “la felicidad y el bienestar son objetivos universales”.

Cada año, partir de 2013 la ONU publica su Informe Mundial de la Felicidad, un análisis sobre la felicidad de cada país, en colaboración con Gallup, Inc., una de las instituciones que hace encuestas sobre la felicidad en el mundo.

En el informe de 2018 de la ONU, entre 156 países México apareció en el lugar 24, después de Francia, Malta y la República Checa, pero antes de Chile, Taiwán y Panamá. Según este informe, el país más feliz fue Finlandia, seguido de Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza y Holanda, todos del norte de Europa.

Por su parte, el Informe Global de las Emociones 2019, de Gallup, entre los países que se encuentran más satisfechos con su situación están algunos latinoamericanos, como Paraguay. Estos resultados se obtuvieron de entre 151 mil entrevistas con adultos de 140 países en 2018.

Entre los países con experiencias positivas, México aparece en el lugar cuatro, sólo detrás de Guatemala y Panamá. En el primer lugar de esta lista está Paraguay como el país más feliz del mundo.

Según Gallup, sus encuestas miden lo que llama “los intangibles de la vida”, como los sentimientos y emociones, que los indicadores económicos, como el producto interno bruto (PIB), no miden.

“En este caso, lo que hace Gallup no es una investigación psicológica, sino una encuesta, y como encuesta no es representativa del sentir de las culturas”, dice Ricardo Trujillo, de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Por su parte, desde 2009 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la cual pertenecen las naciones más ricas, recomienda a los países miembros que sus institutos estadísticos midan los índices de bienestar de sus sociedades con el fin de evaluar el rendimiento, guiar la toma de decisiones y ayudar en las políticas sociales, como el financiamiento público, distribución de los recursos, confianza de los mercados, desempleo, entre otras características.

Aunque los economistas de todo el mundo consideran que el PIB es el principal indicador del desarrollo de un país, es decir, el valor monetario de sus productos y servicios durante un año, en la constitución del reino de Bhutan, promulgada en 2008, se dejó de considerar al PIB como el principal indicador de su desarrollo y fue sustituido por la felicidad nacional bruta (FNB) o gross national happiness (GNH).

En 1972, poco después de acceder al trono, Jigme Singye Wangchuck, padre del actual rey, afirmó que para su reino “la felicidad nacional bruta es más importante que el producto interno bruto”.

Este reino diminuto se única en el noreste de la India y al este de Nepal, al sur de China.

¿Qué es la felicidad?

¿Algo permanente en nuestras vidas o una experiencia espontánea? Daniel Kahneman, ganador del premio nobel de economía en 2002, encontró en sus investigaciones que buena parte de la gente no busca la felicidad. Aunque pensamos que queremos ser felices, dice, muchos trabajamos en la dirección contraria.

Para este psicólogo y economista, satisfacción y felicidad son cosas distintas. Segú él, la felicidad es una experiencia que surge de manera espontánea y es efímera, en tanto que la satisfacción es un sentimiento a largo plazo, que se construye a medida que pasa el tiempo a partir de los logros alcanzados para construir el tipo de vida que uno admira.

Explica que trabajar hacia una de las dos metas podría debilitar nuestra capacidad para experimentar la otra. Al medir la felicidad cotidiana –las experiencias que hacen que la gente se sienta bien–, Kahneman encontró que pasar tiempo con los amigos es algo muy efectivo. Pero quienes se enfocan en sus metas a largo plazo, que son muy satisfactorias para ellos, no le dan importancia a la socialización ya que están ocupados en sus grandes proyectos.

En relación con el dinero, Kahneman dice que tiene una influencia muy importante en la vida satisfactoria y que influye en la felicidad cuando no se tiene. La pobreza crea sufrimiento, pero en cierto nivel de ingreso que satisface nuestras necesidades básicas, la riqueza no incrementa la felicidad.

Si una persona no pasa hambre, si tiene ropa que lo cubra, un lugar donde vivir y las otras necesidades básicas cubiertas, entonces, esa persona podría ser tan feliz como la persona más rica del mundo. Además, a diferencia de la satisfacción, que es retrospectiva, la felicidad ocurre en tiempo real.

Happify

En los años 70 del siglo pasado surgieron los conferencistas de la excelencia y la autoayuda que en sus discursos hablaban de la superación personal y de sembrar la cultura de la excelencia, pero ahora Happify y otras aplicaciones semejantes son los nuevos motivadores de la autoayuda.
Happify es una plataforma en línea con la que encontraremos la felicidad utilizando la ciencia, la nueva palabra fetiche de los charlatanes. Con esta aplicación, “basada en la ciencia que mejora la salud emocional”, los usuarios pueden conocer su estado emocional en tiempo real y mejorarlo con motivación y gestión del estrés y de los pensamientos positivos.

“Descubre tu puntuación de felicidad y mejórala en dos meses”, es la frase que recibe a los usuarios de Happify al conectarse. Estas aplicaciones son la nueva etapa de la psicología positiva, que surgió a finales del siglo pasado y que fue promovida por el psicólogo estadounidense Martin Seligman, quien la define como “el estudio científico de lo que hace que la vida merezca la pena”.

Algunas investigaciones señalan que la llamada psicología positiva, detrás de la cual están empresas muy poderosas, ha introducido la felicidad en las agendas académicas, económicas y políticas de muchos países.

Happycracia

En marzo de 2019 apareció la edición española de un libro publicado en Francia, Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas. En esta obra sus autores, Edgar Cabanas, psicólogo, y Eva Illouz, socióloga, reflexionan sobre la búsqueda de la felicidad y una de las preguntas que se hacen es si la felicidad es el objetivo del ser humano porque la felicidad no es universal, tiene raíces culturales y también políticas.

La idea que se tenía de la felicidad en la antigüedad no tiene nada que ver con nuestra concepción de la felicidad, que es una idea muy simplista, dicen los investigadores, quienes no consideran que la búsqueda de la felicidad sea el objetivo principal del ser humano. Según Cabanas e Illouz, la felicidad se ha convertido en una obsesión, un regalo envenenado al servicio del sistema económico.

Sin embargo, para otros, como el conferencista Jorge Bucay, el ser humano tiene la obligación y no el derecho de ser feliz, y agrega que el desafío más importante de la vida es aprender a vivir cada momento.

Michel Foucault, en su libro Vigilar y castigar lo expone de manera muy clara. Antes en la Edad Media se controlaba a una población mediante el castigo, ahora se le controla mediante el placer.

“Te voy a dar la posibilidad de que tengas lo que desees pero para tener estos bienes, esta vida agradable, tienes que portarte bien, dice Ricardo Trujillo. “Para controlar a la sociedad ya no funciona amenazar con el infierno si nos portamos mal, ahora se le ofrece el paraíso capitalista”.

En El malestar de la cultura, Freud dice que nacemos en un mundo con deseos, necesidades y satisfacciones, y una forma de sentir satisfacción es satisfacer la pulsión; tengo hambre, entonces como, y mi pulsión se satisface, explica Trujillo.

“Pensar que la pura satisfacción de las pulsiones representa la felicidad es ilusorio, dice Freud, porque en el momento en que satisfacemos nuestras pulsiones nos empezamos a angustiar porque ya no tenemos un límite y nos desbordamos, no estamos diseñados para siempre estar satisfechos.

El peor de los terrores que podría tener una persona es no tener deseo, y una persona profundamente melancólica no tiene ganas de nada; y ése es el peor de los terrores porque a los seres humanos no puede faltarnos el deseo.

Estructuralmente el ser humano no es feliz, necesita vivir con alguna carencia, gracias a la cual se le permite desear cosas. Pero no es una falta de objetos, es una carencia existencial. Podemos tener todas las cosas del mundo, pero siempre vamos a necesitar algo.

“Y qué bueno que sea así porque gracias a eso podemos desear. Parece que lo que nos hace humanos no es la felicidad, sino justamente lo opuesto, la carencia existencial hace que nos mantengamos constantemente insatisfechos, siempre deseantes”, finalizó el académico puma.

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