
En un singular festejo del Día de Muertos, el Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) unió el tradicional ritual mexicano con divulgación de la ciencia.
El Auditorio Alfonso Escobar Izquierdo, cotidianamente habilitado para conferencias, seminarios y congresos de ciencia, fue adornado con papel picado de colores para recibir a las participantes (integrantes de esa comunidad) de la Pasarela de Catrinas.
Hubo concurso de disfraces: rostros de calaveras, cempasúchil y vistosos trajes alusivos a estas fechas. Pero en vez de flores en la cabeza, las catrinas inmortalizadas por José Guadalupe Posada, portaron estructuras de ADN y de fagos que eliminan bacterias marinas, así como un atuendo hecho de hojas de elote que evoca una investigación sobre los cromosomas del maíz.
El festejo del Día de Muertos incluyó una rifa donde algunos asistentes recibieron libros y playeras, así como dos charlas de divulgación que se intercalaron antes de premiar a los ganadores.
Tradición y conocimiento
Sin perder el estilo de una catrina, Teresa Elizabeth Martínez Oropeza, estudiante de maestría, fue la ganadora, vestida de maíz de pies a cabeza. Su atuendo rindió homenaje a la científica estadunidense Barbara McClintock, especializada en citogenética, primera mujer en obtener en solitario el Premio Nobel de Medicina en 1983, cuyo campo de interés fue el maíz.
Estudió los cambios que ocurren en los cromosomas de esta gramínea y descubrió el proceso de tranposición, que ocurre cuando algunos genes pueden cambiar de posición dentro de los cromosomas, por lo que los llamó “genes bailarines”. Por ello, el vestuario ganador de Biomédicas resaltó al maíz y su diversidad genética, así como la importancia de las mujeres en la ciencia.
También resultó premiada la pareja formada por Jimena Reyes Nicolau, estudiante de doctorado, y Benjamín Vega Baray, investigador posdoctoral, quienes representaron a Fagotrina y Bacteriotrín, para mostrar que los fagos (un tipo de virus que infecta a las bacterias y se replica dentro de ellas) eliminan hasta el 40 % de las bacterias marinas cada día. En los océanos, ellos son la Parca microscópica, pues dan fin, pero también renuevan.
Ambos personajes –él, de calavera de etiqueta y sombrero de copa; ella, de falda naranja salpicada de cempasúchil y estructuras de fagos y hebras de ADN– rindieron tributo a esos mensajeros virales que recuerdan que toda la vida, incluso la más diminuta, baila con la muerte.
Aunque no ganó, también desfiló Claudia Vallejo de Lira, con su personaje Catrina Sci-Hub, Guardiana del Conocimiento Abierto, que vestida de negro y con un manojo de llaves en la mano representó la pasión por el saber. En su espalda, papel picado rojo, pidió remover todas las barreras en el camino de la ciencia, como representación del deseo de la comunidad científica por un mundo donde el conocimiento sea universal y libre.
Murciélagos, sostén de vida
Vinculados con la oscuridad por su actividad nocturna y popularizados como “chupasangre” en la obra literaria Drácula, de Bram Stocker, los murciélagos están asociados con lo oscuro, “pero en realidad sostienen la vida en los ecosistemas: dispersan semillas, polinizan flores y mantienen el equilibrio natural”, planteó Tania Porras Gómez, investigadora del IIBO.
Durante la charla “El lado luminoso del murciélago”, comentó que existen mil 480 especies de estos mamíferos voladores, y México es un país megadiverso con alrededor de 140 especies, que representan el 10 % de los que hay en el planeta.
Para la mitología mesoamericana fueron símbolo de transformación, reconocimiento y vínculo con el inframundo, mientras que Camazotz, dios murciélago en maya, fue un protector del equilibrio entre la vida y la muerte, narró la especialista.
Estos quirópteros también tienen aportes a la biomedicina y en el laboratorio se estudia su sistema inmune excepcional, sus mecanismos de control de la inflamación, además de que ayudan a la investigación genética y molecular y a tener modelos reproductivos, añadió.
Los murciélagos son reservorios zoonóticos de coronavirus (como SARS y MERS), de ébola y rabia. “Son vectores, pero no padecen esas enfermedades”, señaló.
También tienen moléculas con potencial farmacéutico, y se estudia su microbiota y su sistema inmune, indicó.
Prepararnos para el fin
Hindira Rivera García, orientadora comunitaria y trabajadora administrativa del IIBO, ofreció la charla “Vive y deja morir”, para resaltar el trabajo de la tanatología y la importancia de ver a la muerte como una parte natural tras el ciclo de vida.
Explicó que la tanatología estudia los diferentes aspectos del proceso de morir, incluyendo los físicos, emocionales y espirituales. Esto puede incluir el manejo del dolor, la aceptación de la muerte y la búsqueda de significado en el proceso.
De acuerdo con la pionera de esa disciplina, la psiquiatra y escritora suizo-estadunidense Elisabeth Kübler-Ross, existen cinco etapas del duelo tras una pérdida, que son la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. “Es importante vivirlas y llorar”, recomendó.
Aconsejó a los presentes preparar una valija con documentos personales como acta de nacimiento, identificaciones y tarjetas, testamento, póliza de seguro de vida, planes funerarios y facturas de carro para que alguna persona de confianza se pueda encargar del papeleo tras nuestra partida.