Homenaje póstumo a Elisa Vargaslugo

Pasión por la historia del arte mexicano

Le interesaban especialmente aquellas manifestaciones surgidas en el periodo del siglo XVI a los albores del XIX

Foto: cortesía Instituto de Investigaciones Estéticas.

Académicos, estudiantes y amigos del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) rindieron un homenaje póstumo a Elisa Vargaslugo Rangel, fallecida el 30 de agosto de 2020, y quien fue reconocida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2005.

La investigadora emérita, docente y universitaria se dedicó al estudio de historia del arte mexicano, especialmente de aquellas manifestaciones surgidas en el periodo del siglo XVI a los albores del siglo XIX, conocido como época novohispana o arte colonial.

Alicia Azuela de la Cueva, investigadora del IIE, destacó que Elisa fue una maestra de vida para ella porque le enseñó el amor por la vida. Dijo que sus anécdotas eran reflejos de su sentido del humor, conocimientos y aficiones.

“Su amor y compromiso por el trabajo fue parte esencial de sí misma, de su vida, teniendo una disciplina inquebrantable, ya que se esforzó hasta el último día. Su trabajo tenía un gran rigor, una gran seriedad y una gran solidez en el manejo de las fuentes y el análisis; en los temas que se ocupaba gozaba profundamente, era esencialmente curiosa”, aseguró.

Peter Krieger, también investigador del Instituto, mencionó que los valores son parte de una construcción colectiva en la memoria que no sólo es un valor racional, sino además un mosaico en diferentes facetas coordinadas bajo categorías y palabras clave. La memoria se construye con imágenes, objeto de estudio de quienes se dedican a la historia del arte.

“Gracias a Elisa tenemos una excelente colección fotográfica en el Instituto, que es un medio para preservar la memoria de la cultura mexicana, imágenes que revelan información valiosa para el análisis del arte.”

Historias de pincel

Elsa Arroyo Lemus, académica del IIE, afirmó que los resultados de tantos años de labor de Elisa se concentraron en un libro que actualmente está en imprenta (Historias de pincel. Metodología interdisciplinaria para el estudio de la técnica pictórica, materiales y conservación de la pintura de la Nueva España) y reúne ensayos y un catálogo histórico-artístico y técnico de retablos virreinales del siglo XVI ubicados en Puebla, Oaxaca y Ciudad de México.

“Entre sus memorias, la doctora Vargaslugo puso énfasis en la importancia de los viajes de estudio y registros sistemáticos de las obras de arte, pues ella decía que para enseñar y escribir sobre el arte colonial era necesario verlo, sentirlo y estar ahí”, indicó.

Para Jaime Soler Frost, académico de esa entidad, esta obra póstuma de Elisa Vargaslugo fue complicada y anhelada, porque participaron varias personas de distintas disciplinas para llevar los estudios de la pintura novohispana a otro nivel. Fue un proyecto hecho entre 2013 y 2015, y está por salir en el Instituto.

“Presentó ciertas dificultades para su diseño y formación, ya que conjunta no sólo fotografías de los retablos y de las pinturas, sino también rayos X, tablas, documentos antiguos y transcripciones.”

Consuelo Maquívar, investigadora emérita del Instituto Nacional de Antropología e Historia, sostuvo que Elisa dedicó su vida a la investigación y a la docencia durante más de medio siglo, supo sembrar las semillas que sus profesores le dieron en sus alumnos, pues inculcó en todos los que estuvieron cerca de ella el amor por el patrimonio de México.

“Gracias a los viajes que hizo por diversos sitios del país y del mundo obtuvo cientos de diversos testimonios fotográficos con los que se fundó el archivo fotográfico del IIE, que hasta la fecha da servicio a todos los interesados en ilustrar sus conferencias y textos con estos materiales. Escuchar sus anécdotas de viajes era una delicia, porque sabía trasladar a sus oyentes a cada uno de los sitios y momentos que con gran placer y lujo de detalles describía”, comentó.

Y Carmen Soto Serrano, académica de la Universidad Complutense de Madrid, recordó a Elisa como una de las investigadoras más distinguidas y con quien mantuvo una gran amistad de carácter personal y profesional. Dijo que siempre la consideró una mujer muy inteligente y con una gran capacidad de liderazgo, una intelectual que amaba profundamente su actividad, a la vez que mostraba grandes dosis de curiosidad por el conocimiento de otras disciplinas.

“Lo que sé hoy de México se lo debo a ella, porque me acercó a su gente, a sus modos de vida y a una sociedad a la que sólo puede aproximarse en compañía de una persona conocedora”, manifestó.

También podría gustarte