Apasionada e inspiradora es como se puede describir a Ana María Cetto, quien desde 1966 imparte clases en la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM, marcando a múltiples generaciones con sus saberes en física, sobre todo en mecánica cuántica. Refleja en sus enseñanzas su activismo por la paz y el impulso de las mujeres en la ciencia.
“Ser maestra significa tener la oportunidad de transmitir lo que sé. Es una actividad que implica cierto desprendimiento y generosidad. El acceso libre, gratuito y universal al conocimiento debe ser un derecho de todos y eso se practica en la enseñanza”, declaró la también investigadora en el Instituto de Física.
Sus contribuciones científicas, sociales y educativas la han hecho merecedora de diversos reconocimientos. Además, marcó un hito en los 70 cuando se convirtió en la primera doctora en Física en México.
Dos roles
Las experiencias y motivaciones de Ana María Cetto para dedicarse a la docencia comienzan desde la secundaria y después en la instrucción de forma particular a jóvenes que no entendían matemáticas. Fue entonces cuando se percató de la satisfacción que le causaba el que otras personas interiorizaran y aprendieran lo que les comunicaba.
Cuando estaba concluyendo la licenciatura en la FC, la invitaron a ser ayudante de profesor. “Mis vivencias previas me sirvieron para disminuir los nervios de estar frente a un grupo, que me sintiera más confiada y le tomara el gusto a la enseñanza”.
Para ella, es importante que todo conocimiento significativo sea compartido. Reconoce que a veces es un reto, en especial cuando la distancia generacional es marcada y debe entender el contexto de sus estudiantes. Esto representa un esfuerzo por establecer el diálogo.
Hoy es una de las 43 mil 178 académicas y académicos de la UNAM –según información de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA)– que día con día forman más y mejores profesionales.
“Para ser buenos profesores se requiere estar actualizados e ir más allá de lo simple, pues los jóvenes tienen esa posibilidad de avanzar más y no podemos quedarnos rezagados. Por eso me parecen indisolubles la docencia y la investigación, tratar de contribuir al avance de la ciencia, empujar las fronteras y romper esquemas. En la mecánica cuántica una tiene que seguir estudiando si no quiere quedarse atrás”.
Del total de personas académicas que registra la DGAPA, 46.39 % son mujeres y 53.61 % hombres. Entre las y los profesores de asignatura y carrera se contabilizan 31 mil 599. Hay dos mil 706 investigadores y cuatro mil 115 ayudantes del profesorado. El personal técnico académico se conforma de cuatro mil 616 y los 142 restantes incluyen las figuras de jubilado, investigador y profesor eméritos; profesor visitante, jubilado docente e investigador extraordinario.

El impacto social
A sus estudiantes, Ana María Cetto les transmite más que la física: refleja su compromiso con el activismo por la paz, que deviene de su paso por la FC, en una época en que había una inquietud por el impacto social de la ciencia y lo relacionado a sus aplicaciones.
“Tenemos la responsabilidad de considerar las aplicaciones que puede tener el conocimiento que adquirimos y creamos. Veo eso como parte integral de mi actividad como científica”.
Su labor docente se caracteriza también por promover la participación de las mujeres en la ciencia. comenzando con el hecho de que en 1971 se convirtió en la primera doctora en Física en el país.
Participó en la fundación de la Organización del Tercer Mundo para la Mujer en la Ciencia, hoy Organización de Mujeres en la Ciencia para el Mundo en Desarrollo. Sus contribuciones no quedaron en el ámbito internacional: en el nacional, junto a colegas de la FC, creó el boletín Supercuerdas.
Sus acciones la han colocado como guía para las alumnas que aspiran a ser científicas, relevante en un contexto mundial en el que sólo 35 % del estudiantado de carreras relacionadas a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son mujeres, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
“Aún hay ocasiones en que las chicas entran con temor o son más calladas. También eso está cambiando, y hay que estimularlas, que no tengan miedo y adquieran la confianza en sí mismas que a veces no han recibido en la escuela o en casa”.
Con el entusiasmo y carisma que pone en su labor como profesora, declaró que todavía no desea jubilarse, pues aún quiere seguir enseñando y entendiendo la mecánica cuántica.