Michoacán, Veracruz, Morelos y Ciudad de México, primeros lugares

Premio a seis montajes en el Festival de Teatro

Reconocimiento Luisa Josefina Hernández a Laura Almela y José Luis Ibáñez


Una gran fiesta con animadas celebraciones y música latina se efectuó en la Sala Miguel Covarrubias, en la clausura de la edición número 27 del Festival Internacional de Teatro Universitario (FITU), en el que por primera vez se premió a seis montajes.

24 obras finalistas

En esta ocasión compitieron 24 obras finalistas dentro de tres categorías: bachillerato, licenciatura y escuelas profesionales de teatro. Hubo cuatro subcategorías: montaje de estudiantes dirigidos por estudiantes, montaje de estudiantes dirigidos o asesorados por maestros, montaje de egresados y teatro para niñas, niños y jóvenes audiencias.

Mujeres de arena, representando al Colegio de Bachilleres Incorporado Zitácuaro, de Michoacán, ganó en nivel bachillerato. La obra de Humberto Robles montada por el Grupo Gallinas Teatro, fue adaptada y dirigida por Diego Argenis Méndez.

Mujeres de arena, categoría A. Fotos: Frida Coriche, Barry Domínguez y Mary Maqueda.

La versión de El apando, de José Revueltas, que trajo al concurso la Universidad Veracruzana región Poza Rica Tuxpan, adaptada y dirigida por Alberto Cruz, recibió el galardón dentro del nivel licenciatura. Estuvo a cargo de los grupos Oro negro y Los negros del 32.

El apando, categoría B.

La subcategoría que recompensa a los montajes estudiantiles dirigidos por estudiantes reconoció a Ésta no es una obra de Ionesco, adaptación libre a cargo de Andrea López de Aragón del cuento El rinoceronte, de Eugène Ionesco. La puesta en escena del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) estuvo dirigida por Andrea López de Aragón, Osmar Jaciel Urbina y Salomón Mondragón con el grupo Sonámbulos teatro.

Ésta no es una obra de Ionesco, categoría C1.

En la subcategoría de montajes estudiantiles dirigidos o asesorados por maestros la ganadora fue Ella miró a un pájaro blanco cruzar el cielo y pensó que podía ser una gaviota, de Juan Carlos Franco, que con la dirección de Sixto Felipe Castro representó a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.

Ella miró a un pájaro blanco cruzar el cielo…, categoría C2.

Sobre cómo no ser un deseo estúpido, obra de Andrea Gómez, Diana de la Peña, Janeth Piña, Simón Franco y Rodolfo Almazán, del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la FFyL, recibió la distinción a montajes realizados por egresados. Estuvo a cargo del grupo La Compañiasauria y con la dirección de Simón Franco.

Sobre cómo no ser un deseo estúpido, categoría C3.

Finalmente, Transbordador ZEL, de Tony Corrales, que representaba a la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBA y al Centro Universitario de Teatro de la UNAM, obtuvo el reconocimiento en la nueva subcategoría en la que se premia al teatro para niños, niñas y jóvenes audiencias.

Transbordador Zel, categoría C4.

Los jurados estuvieron compuestos por personas de reconocido prestigio en el medio teatral. Las puestas de escena ganadoras además de recibir un apoyo económico y una placa de reconocimiento, se presentarán en el Ciclo Especial de Obras Ganadoras del FITU, que se realizará entre marzo y mayo en el Teatro Santa Catarina.

Por otro lado, el Consejo Asesor del festival otorgó el reconocimiento Luisa Josefina Hernández a la actividad académica a dos profesores que han dedicado su vida al teatro: la actriz Laura Almela y el director José Luis Ibáñez.

El festival se desarrolló a lo largo de 10 días, en los que además de presentarse los 24 montajes que compitieron y nueve obras en exhibición, se efectuaron conferencias magistrales, mesas redondas, lecturas dramatizadas, una exposición y talleres a los que asistieron especialistas, compañías e instituciones de México, Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos y Francia.

Juan Meliá, titular de Teatro UNAM, consideró que el quehacer teatral de los jóvenes es poderoso y es claro que están buscando un lenguaje particular, además de sentirse comprometidos con exponer la realidad social mexicana, idea que compartió Jaqueline Ramírez, coordinadora del FITU, quien dijo que el teatro puede ser el reflejo de la vida social, pero también una forma de autoconocimiento, proceso que hace mejores a los seres humanos. “Es un arte colectivo. Entender qué es la colectividad nos ayuda a reconectar y a no perder de vista que somos gregarios por naturaleza”.

Foto: Barry Domínguez.

La dramaturga canadiense Suzanne Lebeau dejó de escribir teatro inocentemente cuando hizo a un lado la visión que se originaba desde su perspectiva de adulto, para abrir un nuevo horizonte y comprender el mundo con los ojos de un niño.

“Aprendí que debía sentarme en el piso con ellos y ver la realidad con los ojos a la altura de sus ojos. Que debía escucharles, hablar en sus palabras, con sus frases; comprender sus certezas, sus sueños y sus miedos. Después de que hice la obra Una luna entre dos casas nunca más escribí inocentemente”, expresó la reconocida autora de piezas para público infantil durante la conferencia Escribir Teatro para Jóvenes, una Conquista de la Libertad, que dictó como parte del 27 Festival Internacional de Teatro Universitario.

Los asistentes que se dieron cita en el Auditorio del Museo Universitario Arte Contemporáneo escucharon a Lebeau decir cómo el teatro es una expresión artística diferente e irrepetible. Hizo énfasis en la responsabilidad que debe tener un autor de teatro para público joven, pues se deben mostrar las cosas tal y como son. A ella le parece injusto que a los pequeños se les presente un mundo de ficción que siempre tiene finales felices, cuando eso es muy distinto a lo que realmente sucede. “Pido la responsabilidad social para hablar de la vida tal y como es. Pido el derecho a mi lenguaje sin complacencias, sin compromisos para hablar del mundo imperfecto en el cual vivimos todos, adultos y niños”, concluyó.

La escritora también presentó su libro que lleva el mismo título que la conferencia.

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