El servicio social no se detuvo en la pandemia

Premio Gustavo Baz Prada a 285 alumnos

En 85 años del programa la UNAM ha aportado más de un millón 150 mil estudiantes: Germán Díaz de León, titular de la DGOAE

Foto: Francisco Parra.

La Universidad Nacional Autónoma de México realizó la entrega del Premio al Servicio Social Dr. Gustavo Baz Prada a 285 estudiantes de 72 carreras que se distinguieron en la prestación y desempeño de esta actividad, durante los periodos 2019-2020 y 2020- 2021, en medio de la emergencia sanitaria.

En un mensaje transmitido a los universitarios durante la ceremonia virtual, el rector Enrique Graue Wiechers dijo a los prestadores de servicio social que con sus acciones han ayudado a transformar la realidad de muchas personas.

“Han demostrado que lejos de olvidar nuestras responsabilidades y sin importar las dificultades de las circunstancias, la Universidad de la Nación está en contacto permanente con las necesidades sociales de nuestro país.”

Celebró que la mayor parte sean mujeres, aunque todos son muestra de tenacidad, entrega y compromiso social porque realizaron su servicio social en circunstancias adversas. “Destaco ese espíritu solidario gracias al cual puede retribuirse a nuestro pueblo lo que de él han recibido como universitarios”.

Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de esta casa de estudios, manifestó que la Universidad siempre ha encontrado la manera de servir a México.

Por supuesto le sirve a través de la formación que reciben de sus aulas los miles y miles de profesionales que a lo largo de los últimos 111 años hemos formado. También le servimos por medio de la investigación básica y aplicada.

“Pero el servicio social es el testimonio más tangible de esta relación que hay entre la UNAM y la sociedad mexicana. Por eso celebramos que haya surgido de nuestras aulas por iniciativa de ese gran mexicano y rector, Gustavo Baz Prada. Es el mejor ejemplo de que siempre hemos estado al servicio de México.”

La Universidad nunca se detuvo

Como anfitrión de la ceremonia que se realiza por 55 años ininterrumpidos, Germán Álvarez Díaz de León, director general de Orientación y Atención Educativa (DGOAE), informó que, con orgullo y satisfacción, “podemos señalar que los de la UNAM rebasan un millón 150 mil estudiantes que desde hace 85 años han contribuido a la atención de los sectores sociales más vulnerables y al desarrollo de nuestro país”.

Por eso, recalcó, “ratificamos el compromiso que tenemos con la sociedad”.

El servicio social “facilita el desarrollo, fomenta el compromiso de los futuros profesionales, propicia cambios trascendentes en su proyecto de vida. La UNAM nunca se detuvo ni en su servicio social. Ellas y ellos han colaborado con la grandeza de nuestra nación”.

Nos reinventamos con apoyo de las nuevas tecnologías, se innovó gracias a las plataformas variadas de tecnología y aprendizaje”

Claudia Navarrete García, directora de Servicio Social de la DGOAE, expuso que, en el periodo referido ante la emergencia sanitaria, se tuvo que salir de los esquemas tradicionales de participación.

“Nos reinventamos con apoyo de las nuevas tecnologías, se innovó gracias a las plataformas variadas de tecnología y aprendizaje. Contamos con cinco mil programas de servicio social a disposición de los 28 mil alumnos que anualmente demandan la realización de su servicio.”

“Aportamos algo a su vida”

En nombre de los estudiantes reconocidos, Alejandro García Noguez, alumno de Ingeniería Mecánica de la FES Aragón, expresó que el servicio social es una práctica que permite consolidar la formación profesional, y favorecer el desarrollo de valores.

“Aunque muchos dejaron de asistir presencialmente para hacerlo de manera virtual, el ejercicio nos permite aplicar y consolidar conocimientos y habilidades académicas, además de fomentar la puntualidad, la tolerancia y la investigación.”

Ana Jeissy Blanquel García, de la FES Iztacala, quien intervino en las Brigadas Integrales de Salud, en atención comunitaria y diagnóstico de ojo seco, indicó que de manera global y multidisciplinaria se evaluó a más de cinco mil personas.

Hubo ocasiones, relató, en que los pacientes llegaban descalzos, donde recorrían kilómetros caminando para ser atendidos, donde el lenguaje se presentaba como una barrera, donde el cansancio de los brigadistas era mayor pero no por ello se detuvieron, buscaron la manera de afrontar cada situación.

“Al final del día a día, un ‘gracias’, una fruta, un abrazo, una sonrisa, o un ‘¡ahora sí veo!’ recompensaban esas largas horas trabajando, porque sabías que estabas aportando algo en su vida, o incluso llegar al punto de cambiársela.”

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