Prevalece la ignorancia del cuerpo femenino

Diálogo en El Aleph de Helen O'Connell y Caroline de Costa, precursoras del estudio de la anatomía pélvica de la mujer

Caroline de Costa y Helen O’Connell. Foto: Festival El Aleph.

Cuando Helen O’Connell inició sus estudios de medicina, en la década de 1980, se percató que en todos los libros de referencia había una ausencia: el clítoris. Hasta entonces no había literatura científica alguna que se ocupara del órgano femenino, por lo que decidió resarcir la falta, al grado de convertirse en la primera uróloga de Australia, pionera en el estudio de la anatomía pélvica femenina.

Lo anterior fue contado por O’Connell durante la charla virtual Clitoridectomía Crítica y el Auge de la Clitorización, que sostuvo con Caroline de Costa, profesora de obstetricia y ginecología en el Instituto Cairns de la Universidad James Cook, en Australia, en El Aleph.

“Sabemos que el festival se enfoca en unir la ciencia y las humanidades. Y este parece ser el lugar adecuado para nuestra plática de hoy. Sin duda, es un enigma médico el abandono total de una parte muy importante de la anatomía femenina como es el clítoris, pero ese abandono es resultado de motivos sociales”, dijo De Costa.

Ambas especialistas coinciden que la ausencia de mujeres en la academia y en las investigaciones sobre medicina en general, pero especialmente en campos como la urología y obstetricia, ha conducido a un desconocimiento del cuerpo femenino, que sólo en los años más recientes se ha enmendado.

“Hay una ausencia intelectual que podemos llamar clitoridectomía crítica. En la parte de la anatomía y en la ginecología había un vacío, es información que ha estado ausente de nuestro bagaje intelectual”, reprochó O’Connell, cuyo trabajo no sólo consistió en evidenciar la falta, sino en describir, por primera vez y con método científico, dicho órgano femenino.

“Se está dando un movimiento creciente de algo que se llama cliteracia o el conocimiento del clítoris, como una forma de abordar o llenar el vacío de los déficits intelectuales y psicológicos que han afectado el entender la sexualidad femenina, el conocimiento de la obstetricia y ginecología, y sus bases quirúrgicas que se deben saber para servir a las mujeres”, reconoció.

Academia y activismo

El camino de Caroline de Costa, relató, ha sido similar, pues durante sus estudios de obstetricia y ginecología en Irlanda predominaban hombres, tanto en la docencia como en la literatura científica, algo que ha intentado revertir desde la academia y también desde el activismo.

“Empecé mi especialidad en Irlanda. Fui la primera mujer en hacer eso. Eran los años 70”, narró De Costa, quien ahora ocupa la jefatura del Departamento de Urología y Cirugía en la Universidad de Melbourne. “Me involucré en el movimiento de liberación femenina de Irlanda muy temprano, cuando me di cuenta de la situación precaria que sufrían las mujeres en el país. No había métodos anticonceptivos, tampoco aborto ni divorcios. Cuando era estudiante vi a mujeres que vivían en la pobreza porque se embarazaban cada año, lo que resultaba en familias de 10, 12 o 14 niños”.

En 1971, De Costa tomó, junto con un grupo de amigas, un tren para ir de Belfast a Dublín con el objetivo de llevar condones a Irlanda, que en esa época prohibía su venta. Así, dijo la cirujana, comenzaba el movimiento de liberación femenina en aquel país europeo, que devino en una conquista de derechos sexuales y reproductivos en su país.

Tanto O’Connell como De Costa se han ocupado de difundir los avances científicos entre las mujeres, sobre sus cuerpos y sobre la toma de decisiones sobre su atención médica.

“Cliterizarse es la fuerza emergente entre las niñas y mujeres para que conozcan este órgano, este lugar de placer. El orgasmo ocurre en el cerebro. La estimulación del clítoris es la puerta del orgasmo y sus beneficios. El clítoris ha sido físicamente mutilado durante miles de años, pero también ha sido difamado, ignorado e incluso omitido en el estudio de la anatomía. Es necesario devolverle su lugar merecido en la identidad femenina, en la vida y en el amor”, sentenció Helen O’ Connell.

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