¿Producir con tecnologías limpias o mantenerse como antaño?
Especialistas de México, Estados Unidos e Israel compartieron opiniones sobre las ventajas que ofrecen para el medio ambiente y al sector agrícola las que funcionan con energías renovables
Los agricultores que siguen una larga tradición en el uso de sus cultivos suelen ser reticentes a incorporar nuevas tecnologías en sus procesos; en ese sentido, es labor de los generadores de conocimiento ayudarlos a comprender los beneficios que obtendrán en su actividad al introducir sistemas actuales, como agrovoltaicos, coincidieron expertos reunidos por la Coordinación de Relaciones y Asuntos Internacionales (CRAI), de la UNAM.
Durante los trabajos del encuentro The Coalition for Biosphere Resilience. Global Environmental Research Working Conference: Connecting Environmental Research to Climate Solutions, realizado en la UNAM, y ante William Lee Alardín, titular de la CRAI, la directora ejecutiva del proyecto Arava International Center for Agricultural Training (AICAT), Hanni Arnon, destacó:
Uno de los grandes objetivos que han impulsado mediante esa iniciativa es el empoderamiento de jóvenes que buscan mejores opciones de cultivo, a fin de obtener mayores resultados.
En la sesión dedicada a explorar cómo las innovaciones en agrovoltaicos y colaboración estratégica están modelando un futuro más resiliente para las comunidades de agricultores, la investigadora israelí recordó que las personas de países en desarrollo no hacen tantas preguntas porque mantienen sus procesos de cultivo tradicional.
Lo que queremos mostrarles es que se puede lograr más, solo necesitan hacer la pregunta correcta y buscar una solución, enfatizó en la actividad académica organizada por la CRAI de la UNAM.
La también empresaria destacó que a través del AICAT se reciben anualmente mil estudiantes, y se cuenta con más de 24 mil graduados a lo largo del programa, los cuales tienen múltiples nacionalidades, por ejemplo de Indonesia, Fiyi, Vietnam, Liberia, Tailandia, etcétera.
Los jóvenes que acceden al programa aprenden sobre agricultura, negocios y seguridad alimentaria, para que cada uno, al final, elabore un plan de negocios para aplicarlo en su lugar de origen durante un año. En ese tiempo deben reportar los resultados obtenidos; el propósito es que se vuelvan “los nuevos líderes”.
Producir con innovaciones
Mark Smith, CEO y fundador de Carbon Country LLC, compartió que su empresa impulsa el uso de los agrovoltaicos, que consiste en la instalación de paneles elevados para captar energía solar, mientras la agricultura o el pastoreo del ganado se desarrollan de manera tradicional. La nueva tecnología permite reducir la huella de carbono, aunque en Estados Unidos aún las comunidades no suelen tener interés en ello.
Hemos creado un modelo que puede transformar a nuestras comunidades de agricultores, ayudar de manera significativa a reducir las emisiones no solo para la Unión Americana. Para nosotros sería muy bueno recibir a graduados de la UNAM en nuestras instalaciones, y viceversa; es una idea estimulante, afirmó ante expertos de México, del vecino país del norte, Israel, Sudáfrica y Marruecos reunidos de manera presencial y a distancia en la Unidad de Seminarios “Dr. Ignacio Chávez”, de la Universidad Nacional.
De acuerdo con el director de Investigación, Soluciones de Resiliencia Alimentaria, Energética e Hídrica, Biosphere 2, Greg Barron-Gafford, parte de los esfuerzos por el impulso de tecnologías agrovoltáicas regresan al ambiente como ahorro del agua o beneficios para la producción de alimentos.
El especialista de la Universidad de Arizona precisó que en su trabajo ha encontrado que la mejor forma de acercarse a los productores es la educación, donde lo más importante es ayudarlos a comprender que es posible hacer las cosas diferentes, aunque temen que algo extraño pasará con sus cultivos, o se reducirá su acceso al vital líquido.
¿Generar alianzas?
Desde Israel, Elli Groner, líder del Center for Arid Socio-Ecology en el Insitituto Arava, añadió que para ellos los agrovoltaicos son algo nuevo que llegó de forma comercial en los últimos tres años.
No tenemos suficiente tierra o grandes espacios para campos solares, enfatizó, pero lo que tenemos disponible es capaz de generar una conexión extra y la única forma de avanzar es que los agricultores mejoren mediante el uso de esa innovación, al cual numerosos trabajadores del campo están apostando.
En su intervención, la profesora e investigadora del Tecnológico de Monterrey y del proyecto Biosphere2, Teresa de León Zamora, resaltó que ha ubicado más de 18 fondos de capital –en Estados Unidos y Latinoamérica– dedicados a impulsar la producción de alimentos y agrovoltaicos.
Parte del trabajo que realiza la investigadora del GridX Investment Fund es indagar cuál es el mejor modelo de negocio en los ejidos para llevar esa tecnología al campo, ¿sería mejor comprar los terrenos? ¿generar alianzas con los productores, con las universidades o la Comisión Federal de Electricidad? Eso es algo que las empresas encargadas de vender estas tecnologías deben responder, precisó.
De León Zamora agregó: por parte de las instituciones de educación superior y los centros de investigación se requiere la formación de profesionales, contar con los mejores talentos.