PRONUNCIAMIENTO ¡POR EL DERECHO A DESCANSAR!

“Las figuras de cuerdas son como historias, proponen y
ponen en práctica patrones para quienes participen habiten,
de alguna manera, una tierra herida y vulnerable”
Donna Haraway

Hace 61 años, las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, originarias de la República Dominicana, fueron asesinadas por órdenes del dictador Leónidas Trujillo, quien estaba inconforme con su compromiso y activismo social. Por órdenes del presidente, las hermanas Mirabal fueron ahorcadas, golpeadas y arrojadas dentro de un automóvil a un barranco para simular que su muerte había sido accidental. Leónidas Trujillo pensó que con la muerte de las Mirabal, las protestas contra su dictadura terminarían; sin embargo, la popularidad de las tres hermanas, las múltiples desapariciones, muertes y casos de tortura, producto de su gobierno, produjeron una serie de tragedias –como las que desencadenó Antígona, quien muere por los excesos del gobernante– que marcarían la potencia del grito, la desobediencia, la resistencia, el vuelo y la preservación de la memoria histórica de “las mariposas”, como también se les conocía.

La cuerda con la que fueron asfixiadas las hermanas Mirabal, previo a ser torturadas, nos recuerda varios actos de exceso y violencia extrema que ha marcado la vida de muchas mujeres en el mundo: Antígona de Sófocles, quien, sabemos, termina ahorcada en una cueva después de que Creonte la condenara a morir encerrada, o la cuerda con la que murieron ahorcadas las 12 criadas (cómplices de Penélope) a manos de Odiseo. Históricamente, tanto en la vida real como en la ficción, la cuerda ha sido uno de los objetos más utilizados para silenciar, sofocar y quitar la vida a las mujeres que alzan la voz, que deciden marcharse, que desobedecen, que se muestran libres y sin ataduras, como las hermanas Mirabal. Pero ese no ha sido su único uso. Las cargas extenuantes de trabajo; la vigilancia cultural desmedida para deshacerlas en el cuidado a los otros; fomentar su agotamiento extremo o los trabajos mal pagados de las mujeres, han sido, además de la cuerda, otras formas culturales de asfixiarlas. Son las mujeres jóvenes quienes –con mayor enjundia– salen a gritar y protestar contra las estrategias que las asfixian real y simbólicamente.

Hoy más que nunca, necesitamos consolidar un activismo feminista, intergeneracional, tanto en los espacios públicos como académicos, que articule estrategias jurídicas, pedagógicas, artísticas y políticas, con el fin de liberar a las mujeres de los excesos, abusos y violencia extrema, y de aquellos actos que las sofocan, las llevan al silencio, la muerte o el agotamiento.

El feminismo ha sido muy hábil, no sólo en protestar, gritar y articular acciones políticas, sino en apropiarse de los símbolos y objetos que las han reducido y sofocado, al revertir sus poderes asfixiantes y convertirlos en objetos que generen esperanza, amplitud de significados y posibilidad de transformación. Así la función y presencia de las brujas, los utensilios de cocina, y el mismísimo hogar como espacio violento, han sido resignificados por artistas feministas como Martha Rosler y Barbara Kruger, por mencionar algunas.

Los múltiples usos críticos, lúdicos y pedagógicos que podemos darle a la figura de la cuerda, pensados desde una mirada feminista, posibilitarán identificar tensiones y relevos entre la academia y el activismo intergeneracional. El trenzar y conectar las relaciones y saberes de la academia y el activismo feminista. El anudar ideas, lenguajes críticos y saberes entre nosotras. El acto de deshebrarnos para conocer nuestras diversidades. Las maniobras que nos permiten rehacer maneras de vivir, acompañarnos y entender el activismo y la academia. Pero sobre todo el juego, la risa, los actos de saltar y jugar para no olvidar que, en palabras de Cristina Rivera Garza: “en la Escuela de la Rabia también hay recreo”. Hoy queremos recordar que tenemos derecho al recreo, al descanso y al juego, a la alegría, a la ternura (no sólo hacia los otros, sino hacia nosotras mismas), a la risa, la diversión y el encuentro; a entrelazarnos como niñas y mujeres diversas, con otros que no necesariamente piensen como nosotras.

Por ello, en este día, queremos reafirmar el compromiso del CIEG-UNAM con el trabajo académico intenso, en todas sus manifestaciones, por el acceso a la justicia de las mujeres, pero también por el derecho al recreo, a la risa y a la creatividad, que son su efecto. El reposo, el derecho al descanso y a la alegría de las mujeres es también una forma de luchar por aliviar los excesos, injusticias y abusos que las asfixian y sofocan.

Las huelgas que han marcado, las protestas de las jóvenes en estos últimos años y el uso creativo que han dado a aquello que las reduce, sumerge y destruye, han sido formas eficientes de lucha por la libertad y la posibilidad del juego y alegría. Juego más que fuego: nos pronunciamos por la incandescencia de la creatividad y la enjundia que produce la toma de la palabra entrelazada, trenzada y anudada con todos los grupos que han sido sofocados. La UNAM se compromete con múltiples formas de lucha que alivian a las mujeres de aquello que las asfixia, pero hoy –fundamentalmente– con su descanso, su creatividad y la expansión que da el juego, que conlleva el respirar a todo pulmón y con absoluta libertad.

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