Proyecto universitario dirigido a comunidades indígenas
Proponen combatir caries y bacterias con propóleo
Equipo multidisciplinario trabaja en un preparado con propiedades antimicrobianas que se absorba de forma adecuada y con eficacia terapéutica
Un equipo multidisciplinario de científicos universitarios trabaja en el desarrollo de una formulación apropiada de propóleo, a fin de obtener un medicamento herbolario que permita apoyar, en especial, a la población de las comunidades indígenas que dependen principalmente de la medicina tradicional para la atención primaria de la salud.
El propóleo es uno de los productos más ricos de las abejas. A través de la historia ha tenido múltiples usos, para el tratamiento de enfermedades respiratorias o digestivas, o como agente antibacteriano y cicatrizante. No obstante, sus propiedades varían de acuerdo con su lugar de origen, por lo que los expertos trabajan en la determinación de sus componentes.
La meta es proponer un preparado con propiedades antimicrobianas que se absorba adecuadamente y con eficacia terapéutica, que cumpla con los requerimientos de control de calidad y que esté acorde con la normativa establecida para su distribución al público en forma de enjuague bucal, para el combate de bacterias, entre otras, causantes de la caries.
La Organización Mundial de la Salud destacó la importancia de revalorar la medicina tradicional, a la cual, en este caso, se le da valor agregado a través de la investigación científica, señalaron los participantes en el proyecto interinstitucional.
Adriana Correa Benítez, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, explicó que los propóleos son resinas que las abejas obtienen de las plantas, las cuales adicionan con secreciones salivales y mezclan con cera y barro, arcilla o tierra. Ese material, con el cual sellan agujeros o grietas en su colonia, es un agente termorregulador y también les sirve como antibiótico y protección contra los invasores; si alguno entra, es “momificado” con una cobertura de resina.
Sus propiedades varían porque ni Apis mellifera (abeja europea) ni las especies nativas visitan las mismas plantas. Las características de cada uno dependerán de su origen geográfico y del tipo de abeja, expuso el egresado de la Facultad de Química (FQ), José Fausto Rivero Cruz, quien continúa laborando en este proyecto.
El propóleo, precisó el también director general de Investigación y Desarrollo de Finca la Isla, en Papantla, Veracruz, es una mezcla compleja con aproximadamente 500 componentes, entre ellos, los llamados flavonoides (compuestos fenólicos de origen vegetal con diversas propiedades farmacológicas), los más comunes y abundantes, además de los terpenoides, ácidos fenólicos y ésteres, señaló.
Asimismo, en el geopropóleo el equipo de investigación encontró terpenoides, productos de gran relevancia debido a su actividad cicatrizante, antiinflamatoria y anti bacteriana, mencionó el experto.
El grupo de trabajo, abundó Blanca Rivero Cruz, del Departamento de Farmacia de la FQ, desarrolló y validó metodologías analíticas para cuantificar a los flavonoides marcadores de los propóleos provenientes del altiplano en México.
Gracias a ellas establecieron que hay dos flavonoides marcadores característicos de esta región, y “los hemos diferenciado entre muestras de propóleos de los estados de Puebla, Zacatecas, Chiapas, Tlaxcala y Guanajuato. Tales procedimientos analíticos son de vital importancia para garantizar la calidad y, por ende, la eficacia de ese producto de la colmena”.
Cuando se obtiene la muestra, relató, se identifican los componentes principales; luego se hace un estudio denominado fitoquímico y se aíslan dichos componentes en forma pura. En el laboratorio se les da el tratamiento adecuado y con el uso de disolventes (etanol y agua) se hace el preparado, detalló la académica de la FQ.
Una vez que se tiene el perfil de los propóleos, es decir, componentes y posible actividad farmacológica, entonces “se desafían contra bacterias, hongos y otros agentes causantes de enfermedades, y se determina si son realmente efectivos en diferentes usos, no sólo para humanos, sino también para animales”, ahondó Adriana Correa.
Se toman en cuenta los usos que se les dan en la medicina tradicional: curar heridas, problemas de cavidad oral o infecciones, por ejemplo. “Sabemos por la experiencia con animales y seres humanos qué bacterias ocasionan gingivitis, caries, infecciones de la piel, y así se prueban”.
Un caso es la leishmaniasis, una afección olvidada que causa importantes heridas en la piel. En el sureste del país usan propóleos y geopropóleos para tratarla. “Encontramos que, en efecto, los componentes de esas resinas inhiben el crecimiento del diminuto parásito que causa el mal, incluso mejor que el fármaco que se utiliza para el tratamiento. Es decir, con el uso de ese producto natural es posible que los pacientes eviten llegar a la etapa sistémica de la enfermedad”. Estos estudios son realizados por el grupo liderado por Ingeborg Becker, de la Facultad de Medicina.
Los científicos también hicieron un estudio para determinar la actividad antioxidante en más de 40 muestras de propóleo. Luego de comprobarla, se estableció que en la diabetes el estrés oxidante juega un papel esencial. “Nos enfocamos en la nefropatía (enfermedad del riñón) y encontramos que, si el propóleo se consume en etapas tempranas del padecimiento, se retarda el proceso, y eso es muy importante para evitar insuficiencia renal crónica, diálisis o trasplante de riñón”, apuntó José Fausto Rivero.
Correa Benítez dijo que los apicultores que cooperan con esta investigación reciben un valor agregado para su producto porque saben, con base científica, si su propóleo sirve mejor para vías respiratorias, cicatrizar, curar herpes en la boca, etcétera, y se pueden eficientar los tiempos de tratamiento. “Eso es lo fundamental, impulsar la medicina alternativa, ya que en muchas comunidades es la única disponible. Es funcional, pero comprobándola”.
Hasta hoy, aclararon, los consumidores sólo tienen acceso a productos genéricos (jarabes, espray, etcétera) en diferentes concentraciones y que pueden funcionar o no para distintos usos, porque no están validados en la mayoría de los casos.
El equipo analizó cerca de 100 muestras provenientes de varias entidades de la República, productores y temporadas, de modo que los resultados sean estadísticamente válidos. Incluso, se han comparado resultados con muestras de propóleo chino.
“Vamos poco a poco, pero con pasos firmes para proponer un producto que cumpla con los criterios para su suministro a la población”. Además, la información que ha sido recabada puede servir para establecer especificaciones y actualizar la norma oficial mexicana respectiva, para que sea más representativa para el análisis de este importante recurso natural que también fortalece al sistema inmune, concluyó Blanca Rivero.