Rafael Cauduro, hombre de nuestro tiempo

Foto: Colegio de San Ildefonso.

El artista, quien falleció el 3 de diciembre pasado, celebró 50 años de trayectoria con “Un Cauduro es un Caduro, (es un Cauduro)” en San Ildefonso, su última exposición.

Mercedes Sierra Kehoe

Gran artista y muralista contemporáneo, preocupado por comprender los cambios sociales y los distintos lenguajes, adherido a las técnicas clásicas para reconocer el vasto océano de manifestaciones artísticas.

Rafael Cauduro nació en 1950 en Ciudad de México. Proveniente de una familia extensa de seis descendientes, siendo Cauduro el último hijo. Tuvo la oportunidad de crecer en completa libertad. En palabras de él mismo sus padres no le mostraron demasiada atención en comparación con sus primeros hermanos, lo cual lo llevó a ser un hombre solitario y sensible, quien halló en el arte su refugio personal y, aún más que eso, su futura gran pasión.

Entre 1968 y 1972 estudió arquitectura y diseño industrial en la Universidad Iberoamericana. Durante esta etapa adquirió un vasto conocimiento sobre el uso de los materiales. Su interés por la experimentación y sus posibles aplicaciones visuales hicieron posible la implementación de nuevos procesos narrativos en su obra.

Desde 1974 Cauduro inició su labor como artista plástico, dedicándose a ello durante el resto de su vida. En 1976 logra su primera exposición en Casa del Lago, en el Bosque de Chapultepec, seguido de participaciones colectivas en distintos espacios artísticos como el Museo Carrillo Gil, el Museo de Arte Moderno y la Galería Misrachi. Su presencia como artista comienza a distinguirse a mediados de los años 60, en un medio donde se conjugan diversos temas. En 1981 la Galería Misrachi lo acoge al representarlo y promueve su trabajo durante varios años. Hacia 1984 el palacio de Bellas Artes presentó su obra por primera ocasión. Así a sus 34 años había dejado claro tanto para la crítica profesional como para los espectadores que él ya era un artista inusual, que trascendía las fronteras del quehacer plástico con una propuesta relevante y personal.

Rafael Cauduro está muy distante de representar un ejercicio hiperrealista. A menudo ha sido aclamado con aquel término, el cual rechazó tajantemente y ha denominado como una ilusión visual. Sin embargo, es innegable que el figurativismo está presente, alejándose de los cánones modernos, al construir y deconstruir la realidad.

Su obra es única y de algún modo logra crear su propio universo estético. Hablamos de un artista reconocido por su perfeccionismo y técnicas novedosas. Un ser profundamente curioso por la experimentación y obsesionado por el paso del tiempo. Para muchos una persona con gran capacidad de asombro y enorme precisión en los detalles.

Desde el comienzo sus creaciones se encontraron inmersas en el pensamiento crítico. Su discurso plástico basado en la sensibilidad y audacia es capaz de percibir su entorno. Esto último denota la fuerza, reflexiones e ideales de su creador, que a su vez se manifiestan en tres dimensiones principales: crítica, erotismo y deterioro.

Resulta difícil descifrarlo sólo a través de su obra. Sus vivencias no determinaron enteramente la creación de alguna de sus piezas artísticas en particular. La disciplina y la seriedad con que tomó su quehacer como creador fueron cualidades que lo llevaron a ser uno de los exponentes más importantes del arte contemporáneo en nuestro país. Su producción nos concede la gracia de sentir fe en lo absurdo, de experimentar en carne viva la pasión, el dolor, la soledad, el silencio, y aquello que es incomprensible.

Por medio de sus obras se ha visto envuelto entre dos determinantes. Por un lado, un hombre de ilusiones que logra engañar la mirada mediante la manipulación de técnicas, materiales y colores. Lo que culmina en la creación de una pieza artística que es impactante tanto en lo visual como en lo conceptual. Por otro lado, alguien avasallante de la realidad misma, capaz de construir espejos que reflejan con bastante fidelidad una sociedad bajo una construcción visual centrada en sus vicios, perversiones e injusticias, de las que todos somos conscientes, pero que pocos se atreven a hablar.

Gracias a su peculiar forma de ver y sobre todo de representar el mundo, logró plasmar en su plástica aspectos de nuestra realidad bajo un cuestionamiento de los sentidos.

A lo largo de su trayectoria y gracias a su experimentación técnica pudo trabajar con materiales poco comunes como láminas de acero, fibra de vidrio, polímeros termoplásticos, resinas epóxicas, lacas, aglutinantes textiles y distintos tipos de papel, entre otros. Además de esta interesante experimentación, también se le reconoce por la virtuosa conjugación de técnicas y herramientas.

La contemplación de su obra orilla al espectador a desarrollar cuestionamientos bajo diversas interrogantes como lugares, componentes y objetos, aludiendo así a una no realidad en el límite de la observación. Creador insólito acompañado de su inseparable pareja y jefa de taller, Carla Hernández, proporcionaron a la plástica mexicana nuevas posibilidades en la creación.

Rafael Cauduro fue un hombre del que se podría presumir que perdió la noción del tiempo, y eso mismo es lo que su trabajo demuestra. Se conduce por caminos enigmáticos, con aparente pasividad, y nos introduce a su mundo en donde de alguna forma el tiempo está suspendido. Su imaginación vagó incesantemente, viajó sobre ideas, cambios, orígenes, expresiones, y busca sorprender al espectador, pero fundamentalmente a sí mismo.

Cauduro manifestó una propensión a yuxtaponer y amalgamar elementos históricos con simbolismos no sólo contemporáneos relacionados con el consumo, la cultura de masas y la suntuosidad; todos ellos revestidos de la sordidez de lo efímero y lo caduco”.

Hombre de este tiempo, con una extensa obra de caballete y una obra mural fundamental para comprender la realidad de este país a través de su mirada. Descanse en paz.

También podría gustarte