Reabre la Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño

Con espacios más amplios, mejores equipos de cómputo, además de nuevos ejemplares en su fondo reservado, la Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño, del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL), reabrió sus puertas al público luego de poco más de dos años de permanecer cerrada.

En una ceremonia sencilla, encabezada por Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general, se pudieron recorrer las nuevas instalaciones y admirar algunos de sus fondos que cuentan con ejemplares desde el siglo XVI hasta el siglo XX, especializados en literatura y filología.

“Felicito a la comunidad del IIFL por la reapertura del espacio que quedó muy bien en todos los sentidos; además, por la llegada de nuevos materiales”, comentó Lomelí Vanegas.

Mario Humberto Ruz Sosa, director del Instituto, destacó que la remodelación implicó un crecimiento de más de 300 metros y 760 metros remodelados en la biblioteca.

“Esto nos permite reacomodar mejor los materiales, además del nuevo Fondo Antiguo que se adquirió con el apoyo de la Rectoría y de la Secretaría General. Ahora faltan, nada más, 85 mil libros por traer. Es un día de fiesta para el Instituto”, añadió el también investigador.

A su vez, José Luis Martínez González, coordinador de la Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño, explicó que el proceso de remodelación significó mejorar el espacio para los 27 fondos especiales, de los cuales muchos permanecían en cajas o en diversos espacios del recinto.

Actualmente, la biblioteca cuenta con un acervo de 179 unidades documentales, entre libros, diapositivas, mapas, discos (CD y acetato) y más.

Foto: Fernando Velázquez.

“Nos quedamos con el Fondo Antiguo, los acetatos y diapositivas y todo lo que tiene que ver con literatura y filología clásica. De hecho en el Fondo Antiguo la mayoría de las obras son en latín, tanto libros europeos como novohispanos”, detalló el especialista.

La mayor colección que se incorporó a la biblioteca es el Archivo Zesati-Rougier, con 85 mil unidades, que se suma al Fondo Lope-Blanch, que se adquirió hace año y medio, con 8 mil unidades, y el Fondo Paola Vianello, especializado en filología clásica.

Además, se cuenta con una pequeña parte de la biblioteca de Jaime Torres Bodet, que ofrece libros franceses, además de colecciones de Julio Jiménez Rueda (con 10 mil unidades documentales), donde muchos de los ejemplares son primeras ediciones de literatura mexicana. “Por el tipo de material, esto nos da un valor único en la UNAM”, enfatizó Martínez González.

La Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño tiene una extensa colección de libros sobre estudios clásicos, lingüística hispánica, estudios mayas, poética, lenguas indígenas, ecdótica y hermenéutica, que incluye a los más distinguidos autores del mundo.

En su fondo reservado hay facsímiles de los principales códices indígenas en distintas ediciones, como el Borgia, el Laud, el Mendocino, el Tro-Cortesianus, el Borbónico, el Dresde y el Xólotl, entre otros. En esta colección se incluyen también obras raras y valiosas por su contenido, como La Carta de Indias del Ministerio de Fomento Español, publicada en Madrid en 1877, o las obras completas del obispo de Puebla Juan de Palafox y Mendoza, que se publicaron en Madrid en 1762.

Para la reapertura de la Biblioteca Rubén Bonifaz Nuño se presentaron algunas de las joyas históricas con las que cuenta, como El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, de la Real Academia Española, edición de 1780; Villancicos que se cantaron en la Santa Yglesia Metropolitana de México en los Maytines de la aparición de nuestra Señora de Guadalupe, de 1697; o La Torá, un rollo en hebreo escrito sobre pergamino, perteneciente al Fondo Zesati-Rougier.

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