Premia 3M a 25 Mujeres en la Ciencia
Reconocimiento a Liliana Romero, de la Facultad de Química
En una edición especial dedicada a la sustentabilidad ambiental, fueron galardonadas científicas de México, Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Canadá
Liliana Romero Reséndiz, académica de la Facultad de Química, fue galardonada en la cuarta edición de 25 Mujeres en la Ciencia, edición especial en sustentabilidad ambiental. Este reconocimiento es otorgado por la Minnesota Mining and Manufacturing Company 3M (compañía de minería y fabricación de Minnesota) a todas aquellas mujeres que impulsan y desarrollan proyectos científicos.
Los fenómenos meteorológicos extremos, la falta de agua y la mala calidad del aire son preocupaciones crecientes, por lo que esta edición de Mujeres en la Ciencia se enfocó en distinguir proyectos que contribuyen a contrarrestar dichas problemáticas. En esta ocasión la compañía multinacional estadunidense reconoció a científicas de México, Argentina, Brasil, Chile, Colombia y, por vez primera, Canadá.
El proyecto ganador de Romero Reséndiz se comenzó a concretar desde 2021, después de la pandemia, con los objetivos de brindar bioseguridad en diferentes espacios, así como disminuir el impacto de la fabricación y uso de metales en el calentamiento global debido a sus altas emisiones contaminantes.
El área de estudio de la académica está enfocada en la ciencia metalúrgica, que abarca desde la extracción de metales hasta la fabricación de nuevos materiales, así como a la aplicación de metales en distintas industrias y espacios, tales como aeronaves, barcos y automóviles, entre otros. Sin embargo, es una de las más contaminantes debido a las altas energías que se utilizan para producir o deformar un metal.
“Por dichas razones fue que comencé a investigar al respecto e hice mi primer prototipo, usando acero convencional (el que tenemos a nuestro alrededor y se puede ver en todas partes) para volverlo más sustentable y antimicrobiano, de manera que al tocar ese material no exista el riesgo por contagio de enfermedades como influenza o coronavirus.”
Este prototipo tiene seis veces mejor resistencia y durabilidad que el acero convencional. De acuerdo con la especialista, la patente considera el método de fabricación, así como una gama de composiciones químicas y de parámetros de procesamiento que se toman en cuenta para tener mejores propiedades de materiales como el acero.
Para Romero Reséndiz recibir el galardón la colmó de felicidad, pero además “me brinda la oportunidad de hacer llegar este proyecto a toda la sociedad, principalmente porque puede llegar a niñas y adolescentes, y ellas, al ver esta noticia, sabrán que también pueden lograrlo”.
Además de Liliana Romero, fueron galardonadas otras siete mexicanas: Danay Carillo Nieves y Marilena Antunes Ricardo del Tecnológico de Monterrey; Angélica del Carmen Ruiz, del Instituto Politécnico Nacional; Berenice Balderas Segura, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí; Andrea Bonilla, de la Universidad de las Américas Puebla; Karime Guillén Libién, de la Universidad Autónoma del Estado de México, e Ibeth Cortés Ángeles de la Universidad Tecnológica de la Sierra Sur de Oaxaca.
Flexibilidad
Para lograr la elaboración de dicho material, la investigadora refiere que “se combinaron distintas zonas, ya que cada una tiene diferentes propiedades, unas son más flexibles que otras, y pese a que es resistente, dicha flexibilidad es importante porque es la que ayuda a que se le puedan dar formas diversas”.
Los materiales compuestos por zonas diferentes para mejorar las propiedades finales se llaman heteroestructurados, línea de investigación de Romero Reséndiz: “Soy la primera persona que trabaja este tipo de investigaciones en México”, refiere.
Entonces, explica, modificó el material para que le diera las propiedades que ella quería, por lo que este primer prototipo tiene seis veces mejor resistencia y durabilidad que el acero convencional, y al durar más tiempo requerirá menor mantenimiento y menor costo de reemplazo, lo que significa poca generación de residuos.
“Cuando un metal es más resistente se puede usar menos cantidad de él; por ejemplo, si un barco necesita una lámina de 100 kilogramos, con este prototipo se podrá usar una lámina más delgada que seguirá teniendo la misma resistencia, y, el barco, al estar compuesto de este material será más ligero en su totalidad, por lo que usará menos combustible.”
Además, para que este material fuera antimicrobiano, se le añadieron partículas metálicas de cobre en todo su volumen para que continuamente esté activo y proteja a las personas de contraer virus o bacterias, aunque se desgaste o se maltrate.
Con ello, podremos usar el transporte público y sostenernos de tubos que no nos contagiarán enfermedades, que serán más ecológicos y a la vez menos costosos, concluye Romero Reséndiz.