Reducir el metano, clave para la vida

Una razón para empezar por él, su capacidad para calentar la atmósfera es sumamente grande: 25 veces más que el CO2

Ya no hay tiempo. Ahora y como primer paso, si no empezamos por reducir las emisiones de metano, el calentamiento global será irreversible, con escenarios “pesimistas”.

¿Por qué empezar por el metano? Porque su vida media en la atmósfera es de 12 años, mientras que la del dióxido de carbono (primer gas de efecto invernadero) es de 100 años. Y porque su capacidad para calentar la atmósfera es sumamente grande: 25 veces más que el CO2.

Óscar Peralta, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, da más pormenores sobre el metano que, siendo el segundo gas de efecto invernadero, contribuye relativamente más al calentamiento global.

El metano (CH4) está vinculado con la vida, participa en el metabolismo de organismos anaeróbicos y en procesos de fermentación natural. También se encuentra en el lecho marino, como hidrato de carbono, y en los suelos congelados, o permafrost, de los polos.

Pero no es ese el que preocupa, sino el que emite la industria petrolera: el metano es parte del gas natural que acompaña a la explotación y extracción de yacimientos de petróleo donde se libera y fuga mucho metano a la atmósfera.

Otros grandes emisores son la agricultura (los arrozales, por ejemplo) y la ganadería (por la digestión de alimento por vacas), las que “en los últimos 50 años han aumentado de manera drástica porque ha habido un incremento en la población a alimentar”.

También los humedales generan mucho metano (por la actividad anaeróbica que ocurre ahí), así como los rellenos sanitarios (por la descomposición de la materia orgánica).

Por países, dice el investigador, son los ganaderos y con gran actividad industrial como Estados Unidos, Brasil, China e India los grandes emisores de CH4. México no es de los primeros, pero no se queda atrás, ocupa el sexto lugar.

Se sabe qué sectores y naciones son grandes emisores de ese compuesto, pero no cuánto emiten a la atmósfera. No se conoce con precisión cuántas cabezas de ganado vacuno hay en el mundo. Tampoco cuánto metano se fuga de tuberías o cuánto emiten los países africanos y latinoamericanos. Ni hay un censo preciso de rellenos sanitarios.

De un relleno sanitario federal o municipal “más o menos controlado” se puede estimar cuánto metano se genera por metro cuadrado o por tonelada de desechos al día; pero no se puede cuantificar la emisión de los rellenos clandestinos a cielo abierto, que generan mucho metano por la fermentación o degradación natural de material biológico expuesto al medio ambiente.

Sin conocer a ciencia cierta el flujo exacto de cada sector emisor “es sumamente complicado controlar sus emisiones”, apunta el científico.

Meta ambiciosa, pero necesaria

En la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), un objetivo de los países firmantes fue sumar esfuerzos para reducir 30 por ciento las emisiones de este gas para 2030.

En el pasado México se puso una meta muy ambiciosa: reducir 50 por ciento sus emisiones de CH4 para dicho año. “Tratar de disminuir a la mitad algo de lo que no se conoce bien cuánto se está emitiendo es muy ambicioso”.

No obstante, México y las demás naciones tienen que comenzar ya a bajar sus emisiones. Porque entre más tarde comencemos, asegura Peralta, más caro nos saldrá “ya que habrá más premura para reducir las emisiones”.

Hay tecnología para reducir las emisiones en la industria petrolera. A México le va a costar “adquirirla y entenderla” para controlar la fuga de gas natural y la quema de combustiones.

También se pueden mejorar las prácticas agrícolas y controlar los rellenos sanitarios; no obstante, serán acciones que requerirán mucho trabajo y seguimiento a lo largo de los años.

Si se logra reducir las emisiones de metano 30 por ciento es probable que en 20 años tengamos un clima mucho más benigno, y no haya la preocupación por un aumento de 1.5 grados de la temperatura global en los próximos años, el cual será irreversible.

Pero hay que hacer las cosas bien y rápido para reducir sus emisiones, así como determinar qué otras reacciones ocurren con el metano en la atmósfera. Además de participar en la formación de ozono (su aumento también calienta más la atmósfera), el metano tiene una fuerte interacción con el cloro y el vapor del agua atmosféricos.

Si tuviéramos una atmósfera con el doble de metano del que ahora hay “probablemente habría un aumento de un grado centígrado en la temperatura atmosférica”.

Con más calentamiento global, vamos a tener temperaturas medias y máximas más altas que inmovilizan las masas de aire , lo que a su vez causará más días secos y con más calor en las ciudades. “Son escenarios pesimistas, pero que se pueden dar si no se hace nada ahora”.

El gobierno de México (y de los grandes países emisores) debe tener la voluntad política para afrontar este problema. No se puede quedar cruzado de brazos, porque el metano (así como los otros gases de efecto invernadero) se emite todos los días aquí y en el mundo. “Ya no hay tiempo para esperar a nuevas tecnologías, hay que usar las que se tienen y empezar a trabajar ya”.

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