Reflexión sobre el espacio que ocupamos en el universo

Pieza de sitio de gran escala, de Jerónimo Hagerman, en el Museo del Chopo

Foto: Barry Domínguez.

V  uelo a la jaula abierta es una pieza de sitio que busca activar el reducido jardín ubicado en la parte posterior del Museo Universitario del Chopo. Su autor, Jerónimo Hagerman, la presenta como una reflexión acerca del espacio que ocupamos en el universo.

Entender y explorar las diferentes maneras de relacionarse con el resto de la naturaleza, personal y emocionalmente, es la propuesta del artista, y para ello apunta a que se vayan creando situaciones donde el espectador se coloque en un lugar o de cierta forma para establecer un tipo de relación donde pierde el protagonismo y se siente más frágil y pequeño con respecto al universo.

El proyecto tiene la intención de fomentar la observación y convivencia con la naturaleza. Se trata de una escultura habitable y de gran escala, cinco metros de altura y un poco más de tres metros de diámetro, y en su interior unas bancas donde caben entre nueve y 10 personas. Deriva de un trabajo que hizo en 2016 en el Museo Experimental el ECO de la UNAM al que llamó Y si pudiera volar… ¿qué tan alto llegaría?  y donde trabajó con reflejos del sol y plantas, así como de otro que realizó en 2018 denominado Aeródromo, para el cual recurrió a “los trazos básicos de los juegos infantiles de los parques públicos de la década de los 70 del siglo pasado, en que las formas, el color y las dinámicas de juego parecían fomentar una relación orgánica entre los individuos, geometría y naturaleza en el espacio público”.

La estructura de esta pieza del diseñador gráfico, artista visual y fotógrafo que reside entre Ciudad de México y Barcelona incluye varios bebederos circulares para pájaros y comederos con semillas. Su idea es generar un ambiente de tranquilidad, descanso, quietud y reflexión. Jerónimo menciona que 80 por ciento de la pieza es justo lo que sucede dentro de ella. “No es una jaula cerrada donde todo está limitado y definido, lo que permite al visitante una interpretación libre y personal”.

Este pequeño pabellón funciona a manera de los gazebos del siglo XIX, utilizados como puntos de descanso, refugio y observación del paisaje en parques y jardines. El espectador se sienta y posiblemente piense que en algún momento llegará más de un pájaro a beber o a comer. “Tan sólo ese hecho hará que su conciencia del lugar sea distinta. Su manera de reflexionar no será igual a si hiciera el recorrido por una exposición en un tiempo muy corto. Cambia su actitud hacia una pieza de arte”, precisó Hagerman.

El proyecto lo comenzó hace tres años junto con Itzel Vargas, la curadora. Ambos decidieron que se montara en el exterior, de tal modo que se afectará al museo de una manera distinta a como se acostumbra hacerlo con las exposiciones que ahí se presentan regularmente. Al trabajo se sumó la colaboración de un despacho cuyos integrantes son egresados del Centro de Investigaciones en Diseño Industrial (CIDI) de la UNAM, así como un grupo de biólogos también de esta Universidad que se dedica a cuidar los jardines que rodean a las facultades. Gracias a este equipo interdisciplinario es que Jerónimo se encuentra entusiasmado de que se haya abierto la jaula y atento a ver qué acontece en ella.

Y en tanto pase lo que tenga que pasar al interior de la pieza y el experimento de Jerónimo Hagerman siga su curso para reconocer cómo se logra la relación del ser humano con el resto de la naturaleza, él ya tiene en puerta nuevas aventuras que emprender, una en el Centro Cultural Tabacalera, en San Sebastián, otra aquí mismo en la ciudad con el Centro Cultural de España, y pronto una residencia artística en Japón.

De Vuelo a la jaula abierta escribió la poeta Carla Faesler: Me siento en las líneas del espacio. Soy la curva y el punto, sus ombligos, su piel. Los segmentos me trazan, me completan. El círculo, perfecto como un ojo, una burbuja, se vuelve pensamiento… lo que reafirma efectivamente, como lo menciona el propio artista: “Mi trabajo no es nada más poner las plantas, atraer a los pájaros o reflejar los rayos del sol, sino además exponer cómo esto nos afecta y cómo habitamos los espacios”.

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