Reflexionan sobre la presencia del islam en México y Colombia

Un factor que favorece su avance en Latinoamérica es la erosión en la hegemonía de la Iglesia católica

La difusión del islam y el desarrollo de nuevas comunidades o conversiones colectivas a esta religión en países como México y Colombia se debe a la erosión en la hegemonía de la Iglesia católica y la consecuente regulación del ámbito religioso en algunas entidades de ambos países, indicó Baptiste Brodard, profesor de Estudios Islámicos de la Universidad Aix-Marsella, en Francia.

Por ejemplo, en Chiapas, México, y en Buenaventura, Colombia, la Iglesia católica es menos fuerte que en otras regiones. “Es importante entender el contexto que permite que haya nuevas organizaciones religiosas, al mismo tiempo que surge un fenómeno de religiosidades alternativas que implica una mentalidad más abierta, gracias a la cual la gente opta por otra doctrina, algo que no es posible en países árabes o africanos y algunos europeos”, abundó el especialista.

Al participar en la mesa redonda “Procesos comparados de conversión al islam en América Latina”, organizada por el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), Baptiste Brodard indicó que en ambos países existen mezquitas de organizaciones musulmanas que comparten influencias externas, es decir, inmigrantes procedentes de África, Asia y Europa, pero también de aquellos que buscan apropiarse del islam a la luz del contexto local, manteniendo su propia identidad cultural.

Destacó la importancia de estudiar la afluencia de esta religión en ambos países latinos, porque es un tema significativo para aprender sobre el islam trasnacional y globalizado en un contexto autóctono, donde la presencia musulmana es reciente, menos desarrollada y permite verlo de diferente manera.

En la Sala Heliodoro Valle, de la Torre II de Humanidades, indicó que en México y Colombia la mayoría de las personas que acuden a orar a las mezquitas son locales o autóctonos. Chiapas y Buenaventura se distinguen por un alto porcentaje de conversos indígenas.

Refirió que por intentos de afirmación algunas comunidades musulmanas locales rechazan identificarse con una corriente específica, otras han conocido el islam a través de un movimiento concreto, pero han decidido hacerlo suyo adaptando aspectos del discurso y la práctica a sus contextos sociales y culturales. “Es algo que se observa en algunos grupos tzotziles de Chiapas, y también en Colombia, donde los musulmanes afrocolombianos aprendieron islam con grupos de fuera, pero decidieron no ser dependientes de ellos”.

También surgen desconversiones: es decir, personas que deciden salir de esa religión porque no les gusta lo que ven y no necesitan que alguien de fuera les indique qué pensar y cómo actuar; además de objeciones al islam foráneo, algo que ocurre mucho en México y Colombia.

Ruth Jatziri García Linares, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), indicó que hace dos décadas en México el tema del islam no era visible, como tampoco las conversiones a esta religión. En 2001, el ataque a las Torres Gemelas en Estados Unidos la visibilizó a nivel global.

“Hoy tenemos un piso firme para entender los procesos de conversión no sólo en el país, sino también en otras naciones latinas que investigadores exploran para comprender de manera integral dicho fenómeno y hacer un comparativo de esa decisión entre hombres y mujeres”, indicó.

De acuerdo con su investigación basada en publicaciones relacionadas con el tema, en América Latina hay diversas comunidades musulmanas, en particular en Brasil, Argentina, Venezuela, Costa Rica, así como en América Central y América del Norte, incluido México.

En el caso de México no existe un censo que ayude a “palpar” el número de musulmanes que hay en el territorio nacional, y si son conversos o musulmanes que emigraron al país y decidieron quedarse.

Según García Linares, practicar el islam implica alteraciones en el comportamiento y las costumbres sociales de las personas, puesto que es necesario incorporar a sus vidas creencias religiosas, lo que conlleva a su propia interpretación en cada comunidad, y cada grupo religioso vive una realidad diferente. “Las mujeres están tratando de entender y asimilar de la mejor forma qué es lo que quieren practicar en sus vidas cotidianas”.

Obviamente en ellas hay cambios en su vestimenta –por la incorporación o no del velo– y en la alimentación, adecuaciones en el lenguaje cotidiano, organización del tiempo y el espacio totalmente diferentes, y una integración de ciclos festivos, lo que hace que estén en constante construcción con su núcleo familiar y social, y también que haya resistencias familiares y sociales a aceptar esta práctica religiosa.

Puntualizó que las comunidades islámicas en América Latina son diversas y están cruzadas por la migración y las negociaciones debido a los tipos de islam que se practican.

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