Rencor tatuado, filme sobre la solidaridad y la posibilidad del amor

La película tiene como protagonista a una mujer que tras ser violentada decide salir a las calles a tomar venganza contra el género masculino

A lo largo de su carrera el cineasta mexicano Julián Hernández ha sido acusado, como muchos otros artistas de la cámara, de hacer la misma película una y otra vez, de repetirse temáticamente, a pesar de su éxito en México y en el extranjero. Sus primeros largometrajes lo llevaron a obtener dos veces el prestigioso Teddy Award del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale), primero en el 2003 con Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor y, posteriormente, en 2009, gracias a Rabioso sol, rabioso cielo.

Ese doble triunfo, único entre los realizadores mexicanos, llevó a Hernández a buscar nuevas veredas de expresión cinematográfica, así germinó Rencor tatuado (2018), su largometraje más reciente que llegará a las pantallas de cine del país el próximo 14 de febrero:

“Mi propósito era cambiar, darle un giro a todo lo que venía haciendo, desde la forma cinematográfica hasta los temas. Pensé que lo mejor era eso, había visto una película de Apichatpong Weerasethakul llamada Las aventuras de Iron Pussy, y me dije ‘claro, tengo que hacer una película de acción y aventuras’. Me gusta mucho el cine mexicano de acción a la Valentín Trujillo y Gilberto de Anda. Pensé en hacer algo de género, cambiar mi forma cinematográfica y llamar por primera vez a un guionista, sin dejar lo LGTBI que venía haciendo. Quería algo distinto.“

Esa búsqueda inició un proceso de 10 años, desde la idea de la película hasta su llegada a festivales –tuvo proyecciones especiales durante el 2019 en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y en el Femme Revolution Film Fest–. Sobre el proceso y ese “cambio” en su estilo cinematográfico, el director de Yo soy la felicidad de este mundo (2014) comenta:

“Llamé a una colaboradora, que nos había estado ayudando desde los 90, que se llama Malú Huacuja del Toro, que es novelista y escritora. Le comenté lo que quería, un personaje transexual que le hiciera justicia a las mujeres que habían sufrido abuso, y así llegamos a Rencor tatuado. Ella tenía una idea que había escrito en el 95, con un personaje parecido a lo que buscaba. El personaje protagónico era una mujer, que permaneció hasta la versión que filmé: Aida Cisneros, la vengadora. La película se tardó 10 años más en llegar.”

Fotos: cortesía Corazón Films.

Nueva manera de ver y contar

“Todos decían ‘ahí va Julián a hacer la misma película’, aunque creo que mucha gente ni siquiera se acercó a la forma de esas películas, a cómo estaban hechas. Jorge Ayala Blanco, mi maestro del CUEC, dijo que parecía que todo lo que hacía lo hacía deliberadamente para destruir lo que había construido con la película anterior. Y dije: ‘claro, yo quiero hacer eso’. Encontrar una manera distinta de contar cada película. Para cada una me planteo lo mismo: cómo encontrar una nueva manera de ver y contar, aunque en eso se me vaya todo. Roberto Fiesco (su productor y socio en la productora Mil Nubes Cine) siempre me dice ‘para qué te complicas’. Esa vocación de seguir investigando, de seguir aprendiendo, para mí, es permanente.”

Rencor tatuado fue calificada por Armond White, un influyente crítico norteamericano que colabora de manera cotidiana para el National Review, como un “un thriller erótico que plantea un reto a los espectadores millennials con un subtexto moral y político”, y agrega que “Hernández sueña su cuento moral contra la inmoralidad juvenil de la mayoría de los medios de comunicación contemporánea”. White, además, colocó a la cinta como una de las mejores producciones del año pasado.

El subtexto político y sexual resaltado por White anidaba en el proyecto desde su concepción, es una de las razones por las que, a diferencia de sus primeros trabajos, aquí los diálogos tienen mayor peso en las acciones de los personajes. “Malú me decía que le quedaba muy claro que había llegado a un nivel en el que podía construir los planos, darles una unidad y desarrollo, un poco como siempre he hecho las películas: con planos autónomos haces unidades de tiempo. Para ella era un buen constructor de atmósferas, lograba manejar bien a los actores dentro de la coreografía, pero que cuando hablaban mis personajes no lo hacían bien”, comenta Hernández.

A esto agrega: “Para Rencor tatuado, quería un guión en el que la acción también estuviera contenida en el texto, no sólo en lo que yo construyo con los elementos audiovisuales. Que los personajes no digan ‘Hola, ¿cómo estás?’, como sucedía en mis películas anteriores. Fue así como Malú construyó el guión, pensando en que el diálogo era sumamente importante. Resultó verdaderamente complicado, porque los primeros días fueron desafiantes, para mí y los actores, porque estaba acostumbrado a hacer las películas de otra forma. Me costó tiempo, hubo momentos con Diana, la protagonista, en que ella no entendía muy bien qué estaba haciendo yo con la cámara. De alguna manera, he creído siempre, que la cámara es una extensión de las emociones del personaje. Ése fue el mayor reto de Rencor…”

Para el realizador de Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía, es importante resaltar que a pesar de su cruento tema (una mujer decide convertirse en asesina después de sufrir abuso sexual), Rencor tatuado es, en realidad, “una película sobre la solidaridad y la posibilidad del amor.”

“Recuerdo que le decía a Malú ‘necesito un final como los míos’, de amor total y rotundo. Llegamos a la conclusión de que no era el motivo de esta película. Lo importante aquí era conseguir que el personaje de Martha (César Romero Medrano), que es de cierta manera el cúmulo de todas las mujeres de la película, al ser un personaje trans pudiera construir su identidad. De lo que trata la película es lograr que Martha sea quien más evolucione, que sea ella la que logre esa transformación. Irse sin quedarse con un hombre, construir su vida sola”, concluye.

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