Ángeles (y demonios) en América

Retrato escénico de una sociedad enferma

Nueva York 80: miedo, corrupción, doble moral, abuso de poder, adicciones, soledad, odio, racismo…

Foto: Verónica Rosales.
Foto: Verónica Rosales.

Miedo, corrupción, doble moral, abuso de poder, adicciones, soledad, odio, racismo, homofobia. ¿Dónde? Nueva York. ¿Cuándo? Mediados de los años 80, durante la era Reagan y el reconocimiento del sida como una epidemia en Estados Unidos.

La puesta en escena Ángeles en América. Pimera parte: El milenio se aproxima, de Tony Kushner, dirigida por Martín Acosta, que se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, retrata a una sociedad estadunidense enferma que parece haber llegado a una especie de juicio final ante el inminente arribo del tercer milenio. Un milenio que, aún sin veredicto, se resiste a dejar aquellos días con Donald Trump como su principal heredero.

La historia

Joe Pitt, mormón republicano, es un joven abogado con una carrera prometedora. Es leal y busca ser congruente con sus valores y su moral, pero enfrenta una batalla interna que no le da paz: es gay y ya no sabe cómo seguir reprimiendo sus emociones. Su esposa, Harper, adicta al Valium, lo sospecha. Él la llama “amiguita” y nunca tienen sexo.

Por otro lado están Prior Walter y Lou, una pareja gay con una dura prueba de amor. Prior le confiesa a Lou que tiene VIH. Conforme avanza la enfermedad, Lou se va alejando hasta dejarlo solo y a su suerte en el hospital; la culpa y la cobardía por su egoísmo lo atormentan constantemente. Durante este proceso, Lou conoce a Joe.

En medio de la crisis de estas dos parejas se encuentra Roy Cohn, el jefe de Joe que le promete un puesto en el Departamento de Justicia en Washington. Él es un influyente y experimentado abogado que se jacta de su poder. Por corrupto, fraudulento, impune, anticomunista, homofóbico y gay de clóset, algunos le dicen El diablo. Pero hasta El diablo en el mundo terrenal tiene sus días contados. A Cohn le diagnostican sida y empieza a vivir los estragos por ese padecimiento.

Pero Cohn es un personaje duro que ni la enfermedad lo dobla. Y aunque en sus últimos días lo molesta el fantasma de Ethel Rosenberg, líder comunista llevada a la silla eléctrica por su dura presión y cabildeo, Cohn no se arrepiente. Al contrario, se muestra orgulloso de haberla perseguido. Para él no hay dilemas éticos ni moral, sólo hay sangre en una vida donde no cabe ser lindos para lograr las ambiciones personales y ejecutar el poder a su antojo, como se lo hace ver a Joe, a quien busca apadrinar y guiar en este supuesto camino del éxito.

Cohn es el mal personificado en la obra. ¿Da miedo? Sí. Pero da más miedo aún saber que existió, que fue alguien real y que fue el mentor y amigo del hoy Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Golpear, golpear y sólo golpear, dicen que fue el mayor consejo del exfiscal neoyorquino, abogado de mafiosos también, al actual inquilino de la Casa Blanca.

Los años 80

Ángeles en América… que se presenta hasta el 30 de junio, fue ambientada en los años 80 del siglo pasado, pero el retrato de Estados Unidos aún es vigente. El VIH no acorrala igual al país, pero sí la soledad y una crisis de opiáceos que mata a decenas de personas todos los días. Hay avances contra la homofobia, pero los conflictos raciales y la discriminación se han agudizado. Los republicanos gobiernan, pero hasta ellos se han visto sorprendidos por los hechos y dichos de su presidente, un orgulloso ahijado de Roy Cohn.

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