Revuelo y alarma ante nueva variante del VIH

Pacientes desarrollan la enfermedad no en diez sino en tres años, por la concentración excepcionalmente alta del VIH: aumenta de cinco millones hasta un billón de copias del virus por mililitro de sangre

Por su alta capacidad y elevada transmisibilidad, la nueva variante del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante de la pandemia del SIDA, ha causado “revuelo y alarma” en el mundo.

El doctor Roberto Vázquez Campuzano, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM y miembro del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE), nos explica con una analogía por qué la nueva variante del VIH es de más rápida transmisión y más dañina.

Imaginemos, dice, que el cuerpo infectado con el VIH-1 (subtipo B) es un tren que tarda diez años en llegar a su destino (padecer SIDA si no ha recibido tratamiento antirretroviral).

La carga viral sería la velocidad a la que viaja ese tren; la cuenta o cantidad de linfocitos CD4 (asociados a la respuesta inmune) equivale a la distancia que hay entre el momento de la infección hasta el desarrollo del SIDA.

Con la nueva variante (VB), la replicación es tan acelerada, que equivaldría a triplicar la velocidad del tren, además, la destrucción de linfocitos CD4 es del doble, lo que podría considerarse como reducir la distancia a la mitad. Por tal motivo, las personas infectadas con esta nueva variante desarrollan la enfermedad en menor tiempo.

Triplica la velocidad de trasmisión

Vázquez Campuzano nos la baraja más despacio:

Si alguien se infecta hoy, y si en diez años no ha recibido tratamiento y no sabe que está viviendo con el VIH, va a tener en circulación unos 100 mil virus diferentes.

Todos van a ser el mismo VIH-1, pero con ligeras mutaciones o cambios que impiden que el sistema inmune se dé abasto para reconocerlos, lo que genera el SIDA en diez años.

El nuevo virus es una variante del subtipo B del VIH, presente en la mayoría de los países del continente americano y de Europa. Tiene una mutación en el gen pol, que codifica para las enzimas que utiliza el virus en su replicación, por lo que se replica más rápido y hace que haya una disminución acelerada de los linfocitos TCD4.

“Destruye a los linfocitos TCD4 el doble de rápido que las cepas normales y hace que una persona infectada desarrolle el síndrome más rápidamente”.

Entonces, entre más carga viral haya, más rápido llegamos al SIDA (en vez de diez años, en tres) y entre menor sea la cuenta de TCD4 “menor será la distancia que tiene que recorrer nuestro organismo para desarrollar el SIDA”.

Por eso, las personas desarrollan el síndrome de inmunodeficiencia adquirida dos o tres veces más rápido, es decir, se triplica la velocidad de transmisión.

La carga viral es más elevada en este tipo de pacientes porque es más alta la capacidad de replicación de la nueva variante. ¿Qué tan elevada es? Entre 3.5 y 5.5 veces más alta. O sea, puede aumentar de cinco millones hasta un billón de copias de virus por mililitro de sangre. Esta concentración de virus excepcionalmente alta hace que la infección se desarrolle más rápido.

10 millones sin tratamiento

—Si el tratamiento antirretroviral funciona contra esta variante, ¿por qué preocupa y es motivo de alerta?

Un escenario catastrófico, apunta Vázquez Campuzano, sería que la nueva variante, además de tener una alta virulencia y transmisibilidad, fuera resistente al tratamiento convencional. Afortunadamente, sólo cumple con los dos primeros requisitos.

“Hay una pequeña resistencia a un tipo de medicamentos antirretrovirales, sin embargo, todavía no es algo que genere una alta preocupación”.

Otro motivo de alerta es que, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA), alrededor de diez millones de personas en el mundo viven con VIH; al no tener acceso a los tratamientos antirretrovirales, estas personas podrían ser infectadas por la nueva variante y desarrollar SIDA en un lapso muy corto, y fallecer.

También hay la posibilidad de que el virus, gracias a sus mecanismos de replicación rutinarios mute y pueda generar resistencia a los medicamentos retrovirales. Por eso es importante vigilar a la nueva variante del VIH y estar alerta.

Metas de ONUSIDA

Las metas de ONUSIDA, agrega el profesor de la UNAM, son terminar la transmisión del virus para el año 2030 y erradicar la pandemia del SIDA para 2050.

Si identificamos a todas las personas que viven con VIH, podrían recibir el tratamiento antirretroviral y así tendrían cargas virales indetectables, que al ya no ser transmisibles, se cortaría la propagación del virus en el año 2030.

También, subraya, hay que seguir trabajando en el combate contra el estigma y la discriminación que sufren los pacientes con VIH.

La pandemia de la Covid-19 causada por el SARS-CoV2 ha llevado al cierre de centros de atención a personas con VIH, al retraso en las consultas y al desabasto de medicamentos.

Todo esto combinado ha retrasado el cumplimiento de las metas de ONUSIDA (para el 2021 era identificar a 90% con VIH y para el 2025 identificar al 95%). Sin embargo, puntualiza Vázquez Campuzano, se puede reponer este tiempo si las cosas empiezan a funcionar nuevamente de manera adecuada.