Rosa María Álvarez, Premio Nacional de Derechos Humanos

Promotora y defensora de la igualdad de género que abre caminos al futuro

Foto: Erik Hubbard.

Por su destacada labor en la promoción y defensa efectiva de los derechos humanos, la jurista Rosa María Álvarez González, académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), recibirá el Premio Nacional de Derechos Humanos 2020 que otorga la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

“Me siento orgullosísima, mis hijos también, no esperaba el premio, por supuesto. Siempre he pensado que todos debemos actuar conforme nos dictan las normas y las instituciones en las que colaboramos, y que nos debe impulsar la satisfacción de cumplir cabalmente con nuestras obligaciones”, destacó la galardonada.

Pero si hay una distinción a la labor que realizamos, es gratificante “porque no es sólo para mí, sino también para mis exalumnos, a quienes he intentado abrir este camino del conocimiento de los derechos humanos, de la igualdad de las mujeres, y que me siguen y me apoyan; creo que debo compartirla con ellos y mis alumnos”, prosiguió la coordinadora del Núcleo Multidisciplinario sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

La especialista en derecho de familia, violencia contra las mujeres, y género y derechos humanos reflexionó que la violencia familiar y contra las mujeres, niñas y niños, es un asunto cultural que se ha vivido desde tiempos inmemoriales. “La idea de que las mujeres somos inferiores a los varones ha subsistido a través del tiempo, por ello es muy difícil contender contra estos pensamientos, mismos que han sido combatidos justo por las propias mujeres”.

Todos los adelantos y beneficios jurídicos logrados al paso de los años han sido gracias a los movimientos feministas en el mundo, de aquellas que se han impuesto para hacerlo, y México no es la excepción, dijo.

Recordó que a partir de 1996 en México comenzaron a generarse una serie de normas jurídicas, las pioneras fueron las del entonces Distrito Federal; más tarde se expidió la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, preceptos que se replicaron en casi todos los estados del país. “De manera que, en cuanto a regulación jurídica creo que estamos completos; sin embargo, no se cumple como debe ser”.

En términos jurídicos, lo alcanzado hasta ahora para erradicar la violencia contra las mujeres, niñas y niños es un gran paso, pero ha sido arrancado casi a punta de manifestaciones y de reclamos porque las autoridades todavía no están muy dispuestas a ejecutar las normas jurídicas, comentó.

Que las autoridades cumplan

Rosa María Álvarez puntualizó que el derecho por sí solo no resolverá los problemas de esta nación con relación a la violencia que viven las mujeres, pero tampoco otras dificultades que la aquejan. Ante ello, “como sociedad debemos exigir a las autoridades que cumplan cabalmente con sus obligaciones”.

Los métodos para pedir que satisfagan esas demandas pueden variar y la sociedad no estar muy convencida de los que utilizan hoy las jóvenes para que éstas se concreten, “pero si las autoridades no escuchan, si no están dispuestas a llevar a cabo íntegramente las obligaciones que les impone la normatividad, es indispensable buscar otros cauces”.

Consideró que poco a poco tendrán que adecuarse las leyes a esta nueva realidad en la que mujeres y hombres tenemos los mismos derechos, esa aspiración a la igualdad positiva debe implementarse si queremos ser un país democrático. “Que cada uno de los que intervengan en la aplicación de esas normas actúen debidamente con sus compromisos y no encuentren callejones de escape para no ejercerlas”.

En ese sentido, señaló que los agentes estatales son los que fallan en algunas ocasiones y como sociedad debemos presionarlos para que realicen sus obligaciones, aunque dichas autoridades tienen una gran responsabilidad para hacer efectivas estas regulaciones jurídicas plasmadas en documentos nacionales e internacionales.

Lamentablemente, la estructura patriarcal que ha imperado desde tiempos históricos sigue ahí agazapada y en el momento menos pensado salta para no permitir a las mujeres llegar a esa igualdad tan anhelada desde la Revolución Francesa.

Como sociedad tenemos la responsabilidad de hacer algo dentro de nuestras posibilidades. “En mi caso lo que puedo hacer y he venido haciendo siempre es la academia, tratar de modificar desde esa perspectiva lo que es necesario, porque creo que la única posibilidad que tenemos de mejorar la situación de los mexicanos, no sólo de las mujeres, es mediante la educación; ésta es el punto básico, el elemento fundamental para cualquier sociedad”, finalizó.

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