Santiago: Santo, guerrero y “mataindios”

Culto, imágenes y tradiciones del personaje cristiano en el Coloquio Fray Bernardino de Sahagún del CCUT

Relieve de Santiago atribuido a Miguel Mauricio. Foto: CCUT.

En el Coloquio Fray Bernardino de Sahagún, organizado por el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), la historiadora del arte Constanza Ontiveros y la arqueóloga Lucía Sánchez hablaron de la relación de Santiago apóstol con la antigua ciudad de Tlatelolco, último bastión de los mexicas en 1521.

Ontiveros, en la conferencia Las Imágenes de Santiago: un Recorrido por Tlatelolco, analizó brevemente el culto, las imágenes y las tradiciones del personaje. Se centró en el relieve sobre él de inicios del siglo XVII que conserva el templo de Tlatelolco, hecho de madera dorada y policromada por manos indígenas y en la que intervino principalmente el escultor Miguel Mauricio. “A nivel de manufactura y de técnica el relieve es de gran maestría, dados sus estofados y dimensiones”.

Este relieve formó parte durante la época colonial de un rico retablo, discurso iconográfico mucho más amplio que se instaló en la iglesia. Una litografía del siglo XIX es la única fuente visual donde se aprecia la apariencia original del retablo.

El Santiago relacionado con el de Tlatelolco es el Santiago guerrero, el cual se originó a partir de las invasiones de los moros a España. El relieve fue rebautizado en los años 50 del siglo XX como Santiago mataindios por el investigador Francisco de la Maza.

La especialista comentó que “fue a partir del siglo XIII cuando Santiago se representó montado sobre un caballo como un guerrero de la fe católica que, de manera milagrosa, intervenía a favor de los españoles en sus luchas contra los moros”.

Santiago llega a América, “y en la entonces Nueva España se retomó su figura guerrera y protectora trasladando y adaptando la mentalidad medieval española a este nuevo contexto. De esta manera, durante los primeros años de la Conquista se nombraron ciudades, conventos e iglesias en su honor en toda América y en la Nueva España, como Santiago Tlatelolco, de Colima, de Querétaro o de Monclova. De forma paralela, se cuenta con 15 narraciones de sus intervenciones milagrosas a favor de los españoles, tomando como referencia las que tuvo en la llamada Reconquista de España”, apuntó.

Indicó que en la Nueva España proliferó su representación como guerrero en pinturas, esculturas y relieves, aunque también se le representó como apóstol y peregrino. “En Nueva España se incluyeron frecuentemente moros a sus pies –en la mayoría de los casos ha desaparecido este elemento– y sólo hay tres casos registrados con representaciones indígenas relacionadas con su iconografía: el caso de Tlatelolco, una pintura de Oaxaca del siglo XVIII y una escultura ubicada en Santa María Chiconautla, Ecatepec, del siglo XVII”.

En cuanto al estilo del relieve en cuestión, Ontiveros dijo que mantiene similitudes con grabados y modelos europeos. “Resulta interesante que la disposición y características de los personajes que se encuentran a sus pies remiten a representaciones prehispánicas, que es posible apreciar en códices precolombinos”.

Finalmente, añadió que el Santiago de Tlatelolco fue en su tiempo “una imagen que buscó expresar la evangelización y el papel de este apóstol como protector de la fe, incluyendo también ciertas representaciones de tipo indígena en las que se le dio un nuevo significado a esta imagen”.

Señorío de indígenas

Por su parte, en la conferencia Santiago Tlatelolco: a 500 Años del 13 de Agosto de 1521, Lucía Sánchez mencionó que es importante conocer las características que distinguen en un nivel histórico a Tlatelolco de Tenochtitlan. Hizo referencia a las diferentes denominaciones en náhuatl que tuvo la primera de ellas desde sus orígenes hasta antes de la Conquista. Asimismo, dio a conocer algunas representaciones de los topónimos de la ciudad, señorío de indígenas bajo el mando de Cuauhtémoc y a la que se añadiría el nombre de Santiago, convirtiéndose a la Conquista en sede franciscana de forma prácticamente ininterrumpida.

Tlatelolco fue el bastión de resistencia hasta que los españoles capturaron a Cuauhtémoc. “Es en 1527 que se inaugura la primera iglesia en el lugar, la cual fue construida con las piedras del Templo Mayor prehispánico. La iglesia se dedicó a Santiago guerrero, el santo patrono de las huestes de Cortés, y quedó al cuidado de los franciscanos. En 1532 se concluye la construcción de otra iglesia más grande y que ocho años después tendría ya tres naves. La tercera y última edificación de la iglesia, creación de las manos indígenas, se abre al culto en 1610 por fray Juan de Torquemada”, relató la arqueóloga.

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