Se configura un contexto de desaceleración en el mundo

El aumento en las tasas de interés en Estados Unidos y la contracción de la economía del orbe ya están generando severas repercusiones en la economía de nuestra nación

Persisten problemas de pobreza, desempleo y rezagos productivos.
En el mundo se está configurando un contexto de desaceleración de las economías y todos los indicadores apuntan a que este 2023 habrá una gran recesión global, misma que nuestro país enfrentará en condiciones de alta vulnerabilidad por lo que es urgente abrir el debate nacional para impulsar un cambio de rumbo en la política económica, advirtió Arturo Huerta González, profesor de posgrado de la Facultad de Economía (FE).

El especialista en política macroeconómica resaltó que el aumento en las tasas de interés en Estados Unidos y la contracción de la economía del orbe ya están generando severas repercusiones en la economía de nuestra nación, y para los próximos meses se anticipa un panorama aún más complicado con una caída en los precios internacionales del petróleo que afectará directamente las finanzas públicas y aumentará el déficit del comercio exterior.

“Todo mundo está pensando en el 2024 y en la posibilidad de un eventual cambio de rumbo político y económico en nuestro país, pero se olvidan que antes habremos de enfrentar este 2023 en un contexto de crisis. El debate nacional debe de estar en torno a la necesidad del cambio de rumbo en el modelo económico en este mismo año y no esperar hasta 2024; hay que modificarlo ya, tomando en cuenta los problemas de desempleo, pobreza y rezagos productivos que enfrenta la economía; no tenemos las condiciones para encarar la recesión que viene”.

Destacó que la mayoría de los analistas coinciden en que viene una desaceleración en la economía mexicana y que el próximo año el crecimiento no llegará a uno por ciento e incluso podría caer en forma negativa, tomando en cuenta que no hay un motor interno de desarrollo.

Escenarios

Al hacer una revisión de los escenarios de la economía internacional y las repercusiones en el mercado doméstico, Huerta González apuntó que la situación de la guerra entre Rusia y Ucrania ha afectado seriamente el abastecimiento de granos básicos, de petróleo, de gas y de fertilizantes en el orbe, lo que ha generado una escasez de productos y un alza generalizada de precios.

En este contexto, dijo, nuestro país no cuenta con las herramientas para enfrentar un escenario de crisis internacional al carecer de una efectiva política agrícola, una política industrial prácticamente inexistente y un gasto público totalmente insuficiente para reactivar el crecimiento, por lo que se puede anticipar que seguirá la escasez de productos, el incremento en las importaciones y en consecuencia el aumento en déficit del comercio exterior, lo que repercutirá en una mayor presión sobre la inflación y el tipo de cambio.

El académico universitario consideró que la economía mexicana no puede seguir dependiendo de variables externas, de la entrada de inversión extranjera directa o del precio internacional de petróleo, por lo que se deben crear las condiciones internas, como la reducción de las tasas de interés y un incremento en el gasto público encaminado a fortalecer las políticas agropecuaria e industrial como los sectores que deberían ser la punta de lanza para reactivar el crecimiento.

La actual política económica parece caminar en sentido contrario e insisten en mantener un aumento sostenido en las tasas de interés junto con una austeridad fiscal que ha predominando en prácticamente todos los sectores, lo cual atenta sobre la producción nacional y alienta el incremento de las importaciones para satisfacer el escaso mercado interno, por lo que todo indica que ese panorama se mantendrá durante todo 2023, enfatizó.

En materia de política monetaria, avizoró que habrá serias dificultades para mantener la estabilidad del peso frente al dólar a pesar de que el Banco de México buscará a toda costa fortalecer la moneda nacional para seguir favoreciendo al capital financiero, aun cuando esto siga generando efectos negativos, pues un dólar barato en alguna medida también abarata las importaciones, causando que esas importaciones desplacen a la producción nacional, frenando directamente el crecimiento económico y la generación de empleos.

Recordó que en su momento, el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz recomendó, para escenarios de crisis como el actual, una política de control de cambios para frenar la salida de capitales, lo que permitiría bajar las tasas de interés e incrementar el gasto público en favor del crecimiento económico, pero esas observaciones no las escuchan quienes toman las decisiones monetarias y fiscales en nuestro país.

Por último, Arturo Huerta comentó que la prioridad que la actual administración está dando a las políticas y programas sociales de alguna forma ha permitido mantener cierta estabilidad social y han propiciado un pequeño margen para controlar las presiones e inconformidades de aquellos sectores que se han visto más afectados por una política económica que mantiene las mismas prioridades y características que cualquier otra política neoliberal, de tal forma que la pobreza sigue en aumento y el grado de descomposición se refleja en el clima de violencia y delincuencia que se vive a lo largo y ancho de la nación.

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