Se cumplen 415 años de la primera parte del Quijote

Fue impresa por el segoviano Juan de la Cuesta, a pedido del librero Francisco de Robles. Cervantes se la dedicó al Duque de Béjar.

En 1905, con motivo del tercer centenario de la primera parte del Quijote, se colocó una placa en el número 87 de la calle de Atocha, en Madrid, en la que se informa: “Aquí estuvo la imprenta donde se hizo en 1604 la edición príncipe de la primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha compuesta por Miguel de Cervantes Saavedra, publicada en mayo de 1605. Conmemoración MDCCCCV”.

Aunque también corre la versión de que la primera parte de la obra cumbre de Cervantes fue publicada en enero de 1605, no hace ningún daño tomar como cierta la que difunde la placa de la calle de Atocha. Así pues, en estos días de mayo, la primera parte del Quijote estaría cumpliendo 415 años.

En la parte inferior de la portada de esa edición príncipe se puede leer: “Con privilegio, en Madrid, Por Juan de la Cuesta”, y en la última línea: “Vendese en casa de Francisco de Robles, librero del Rey nro señor”.

Juan de la Cuesta era un modesto impresor originario de Segovia que llegó a Madrid en 1599 para administrar la imprenta de María Quiñones, con quien se casó en 1602. Por su lado, Francisco de Robles era un librero cuyo padre, Blas de Robles, había publicado La Galatea, de Cervantes, hacia 1585, en Alcalá de Henares.

Francisco de Robles se puso en contacto con Juan de la Cuesta y le encargó imprimir El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que Cervantes dedicó al Duque de Béjar.

En la primera página del libro, debajo de la “Tasa”, donde Juan Gallo de Andrada, escribano de cámara del Rey, da fe de que cada pliego del mencionado libro se tasó “a tres maravedís y medio; el cual tiene ochenta y tres pliegos, que al dicho precio monta el dicho libro doscientos y noventa maravedís y medio, en que se ha de vender en papel…”, se ve el “Testimonio de las erratas”, donde el licenciado Francisco Murcia de la Llana, médico, escritor y corrector de libros, asegura que éste “no tiene cosa digna de notar que no corresponda a su original”.

Sin embargo, como todas las obras publicadas entonces, la edición príncipe de la primera parte del Quijote está plagada de erratas, lo cual no obstó para que fuera recibida por los lectores con un entusiasmo inusual (ese mismo año de 1605 salieron otras cinco ediciones: una en Madrid, dos en Valencia y dos en Lisboa).

Habrían de pasar 10 años antes de que apareciera, también impresa por Juan de la Cuesta, la segunda parte del Quijote, titulada El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (la primera ocasión en que las dos partes se publicaron juntas fue en 1671, en Barcelona).

Hasta la fecha, el Quijote sigue siendo, después de la Biblia, el segundo libro más traducido y reimpreso en todo el mundo.

En cuanto al número 87 de la calle de Atocha, en Madrid, es ocupado desde 1953 por la Sociedad Cervantina, que, según se propuso su fundador, el cervantista Luis Astrana María, busca despertar el interés hacia la vida y obra de Miguel de Cervantes.

Martín de Riquer, medievalista español, especialista en literatura trovadoresca y miembro de la Real Academia Española, decía: ¡Qué suerte no haber leído nunca el Quijote y poder leerlo por primera vez!” Muchos lectores aún tendrán esa suerte, sin duda, pero también habrá quienes estén en la inmejorable posición de reelerlo por segunda, tercera, cuarta, quinta, ene vez… Ahora, en la cuarentena, es un buen momento tanto para lo uno como para lo otro.

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